¿Cuántas veces por la idea de ser educados, reprimimos las emociones y nos negamos la expresión? pregunta el Dr Fabián Sorrentino en su Entrenamiento para Mentores.

Cuando estamos conversando de “buenas maneras” por compromiso con una persona que realmente odiamos nos estamos condenando a nosotros mismos. Sin darnos cuenta nos obligamos a permanecer en un sitio concreto dedicando nuestro tiempo a personas que no elegimos, a decir sí cuando queremos decir no, a dejar que decidan por nosotros, a cuidar de personas que nos repelen… en definitiva «nos sacrificamos» por los demás y así pensamos que somos generosos y buenas personas, tapándonos la cara tras una máscara social preciosa.

En psicología, el concepto de disonancia cognitiva es el que designa una vida sin coherencia emocional. La coherencia emocional, por su parte, es algo sencillo de comprender y lo podemos hacer a través de este gráfico

coherencia-emocional

La coherencia emocional nos permite estar en paz, reducir el stress y mejores relaciones con los demás. Hacer lo que eliges hacer, sentir lo que deseas sentir, estar bien y hacer estar bien a los demás empezando por uno mismo.

Coherencia emocional es un estado de congruencia en el que  todos nuestros sistemas biológicos (respiración, digestión, respuesta hormonal e inmune…) están trabajando conjuntamente en armonía, en sincronía con el corazón.

¿Cómo nos afecta la Disonancia?
La disonancia cognitiva nos afecta a un nivel profundo en la psiquis y esto tiene también repercusiones en nuestro organismo. De la misma  forma que  las emociones positivas  activan cierto circuito neurohormonal (sitema oxitocinérgico) que nos protege mejorando nuestra inmunidad, fuerza y autoconfianza, la disonancia cognitiva activa otras rutas bioquímicas que afectan a nuestra salud porque el organismo actúa como si estuviese en una situación de estrés crónico. Se ponen en marcha circuitos de alerta que liberan determinadas sustancias como el cortisol, la DHEA (dehidroepiandrosterona) y citoquinas proinflamatorias (factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), interleucina (IL-6 e IL-1) que son producidas por las células de la respuesta inmunológica, como los linfocitos y macrófagos).  Todo esto actúa sobre nuestros sistemas de defensa desestabilizándolos y haciéndonos más vulnerables a todo tipo de enfermedades, entre ellas el cáncer.

disonancia

Desde el campo científico de la Psiconeuroinmunología o psiconeuroinmunoendocrinología (con especial auge en la década de los 90 del siglo XX) se exploran las complejas relaciones entre nuestra mente y los sistemas inmunológico, nervioso y endocrino debido a la importancia que tienen en el mantenimiento de la salud o la aparición de la enfermedad. La enfermedad es la expresión en el cuerpo de estas relaciones.

¿Qué es la coherencia emocional? ¿Para qué sirve?
Parece entonces que el encontrarse en estado de congruencia “siento-pienso-hago” es un facilitador para evitar situaciones de estrés crónico y esto repercute de forma inexorable sobre nuestro organismo.

La coherencia emocional o cardíaca es un estado que se produce cuando todos nuestros sistemas biológicos (respiración, digestión, respuesta hormonal e inmune…) están trabajando conjuntamente en armonía, en sincronía con el corazón. Este estado de eficacia biológica se acompaña además de emociones positivas mantenidas, con el impacto regenerador consiguiente sobre nuestra salud. De este hecho habla extensamente Howard Matrin, del instituto Heart-Math, dedicado a la investigación en la coherencia cardíaca y a sus aplicaciones en el ámbito de salud. Su trabajo se realiza  alterando intencionadamente el estado emocional de la persona mediante técnicas de focalización cardiaca (Meditación del Corazón) y así se modifican las señales neurológicas ascendentes que van del corazón al cerebro. Según esto cuando las personas experimentan sinceros sentimientos positivos, cuando el ritmo cardíaco se vuelve más coherente, es posible modificar las funciones corticales.

En dicho instituto han desarrollado una tecnología con la que están trabajando dos hospitales españoles: Hospital Ramón y Cajal y Hospital 12 de Octubre. El objetivo es la relajación, el control del dolor, el fortalecimiento del sistema inmunológico y la recuperación en pacientes ingresados.

Estas aplicaciones llegan gracias a las investigaciones en otro campo de la medicina: la Neurocardiología (4). En el año 2010 la Universidad de Oxford compiló una extensa cantidad de estudios de neurocardiología (publicados y aún en experimentación) y lanzó algunas conclusiones muy importantes:

⃞ Aproximadamente un 60% de las células del corazón son células nerviosas iguales y con el mismo funcionamiento que las del cerebro; además tienen conexiones directas con el cerebro y estructuras cognitivo emocionales.

⃞ El corazón es una estructura glandular endocrina que produce hormonas (como el péptido natriurético atrial o APN), que afectan al cuerpo, al cerebro y a la mente.

⃞ El corazón produce 2.5 vatios de energía eléctrica en cada latido creando un campo electromagnético idéntico al campo electromagnético alrededor de la Tierra. El campo electromagnético del corazón rodea el cuerpo hasta una distancia de  aproximadamente cinco metros de distancia y genera ondas de energía como la radio y ondas de luz que constituyen la principal fuente de información sobre la cual el cuerpo y el cerebro construyen nuestra red neural y la percepción del mundo.

Estar bien alimentados emocionalmente y mantener una sincronía en nuestro “sentipensar” parecen tener gran importancia para mantener nuestra salud. Para ayudarnos en esta tarea existen terapias que prestan especial atención al equilibrio energético como llave hacia el bienestar.

“El corazón tiene razones que la razón no entiende” Blaise Pascal

Las Preferencias aumentan nuestra Incoherencia
Solemos justificar nuestras incoherencias con más intensidad cuando por ejemplo se trata de una persona a la que tenemos un gran apego emocional como en el caso de un familiar porque… ¿A quién se le ocurre no cuidar de su madre enferma después de todo lo que ha hecho por nosotros? No cuidar a una madre no está bien ni está mal, es no cuidar a una persona que está haciendo su papel en nuestra vida y si nos obstaculiza nuestro día a día, nuestro inconsciente biológico la va a detectar como un depredador, como podría ser un león hambriento.

Una solución, a ésto último, es el famoso cambio de percepción a través de la Cuarentena. Este tiempo de 40 días de separación de un ambiente o persona que nuestro inconsciente detecta como tóxico es necesario para que una red neuronal llamada engrama se modifique y así veamos aquello que era tóxico de otra manera.

A continuación veamos esta coherencia como una danza entre ambos hemisferios:

Por lo tanto, hay que tener claro que sentir azul, decir rojo y hacer verde va a tener sus consecuencias. Es importante tomar consciencia de nuestras emociones ocultas y aceptarlas sin juicio alguno para sanar nuestra mente y alinearnos en coherencia. De esta forma nos convertimos en personas libres que no creen en el ataque y que carecen de sentimiento de culpabilidad, pues así se consigue desarrollar una mente inocente que hace en cada momento lo que realmente quiere siempre desde un sentimiento de amor tanto hacia uno mismo como hacia los que tiene a su alrededor.

Esta compilación del Dr Fabián Sorrentino forma parte de una serie de artículos ofrecidos en la Carrera de Coaching & Mentoring de Ser.Red.

Fuentes Narrativas:
Línea Cuerpo y Mente

Salud integral: Dra Bárbara Malagón,

Cheung FY, Cheung RY. Effect of emotional dissonance on organizational citizenship behavior: testing the stressor-strain-outcome model. J Psychol. 2013 Jan-Feb; 147(1):89-103. PMID: 23472445. PubMed – indexed for MEDLINE

Ter Heegde F, De Rijk RH, Vinkers CH. The brain mineralocorticoid receptor and stress resilience. Psychoneuroendocrinology. 2014 Nov 7;52C:92-110. doi:10.1016/j.psyneuen.2014.10.022. [Epub ahead of print] Review. PubMed PMID:25459896.

http://www.heartmath.org/

Armour, J.A. Anatomy and function of the intrathoracic neurons regulating the mammalian heart. in: I.H. Zucker, J.P. Gilmore (Eds.) Reflex Control of the Circulation. CRC Press, Boca Raton, FL; 1991: 1–37