La palabra aclamación, es el efecto y la acción del verbo aclamar, que reconoce su origen etimológico en el latín “acclamare”, compuesto por “ad” = hacia, y por “clamare” = gritar.

La aclamación hace referencia a muchas personas que se manifiestan para dar apoyo a alguien, lo que suele hacerse con aplausos y gritos. Es una costumbre practicada desde la antigüedad especialmente para demostrar el apoyo popular a ciertos candidatos políticos o a sus medidas de gobierno.

Concepto de aclamación
La aclamación fue usada por muchos pueblos, entre ellos griegos y hebreos para manifestar su sentir y sus deseos. Era en la Antigua Roma una demostración ruidosa de aceptación o rechazo, como sucedía por ejemplo cuando el pueblo reunido en comicios, aprobaba o rechazaba las propuestas primero del Rey y luego de los magistrados, entrechocando ruidosamente los soldados sus armas. También eran aclamados los jefes militares por sus hazañas, como sucedió con Trajano que fue siete veces aclamado. Durante la crisis del siglo III, se suscitaron graves problemas en materia de la sucesión al trono imperial, pues el ejército designaba los emperadores por aclamación, entre sus comandantes, coexistiendo varios al mismo tiempo. También los deponían con idéntica facilidad.

Las aclamaciones en la actualidad son manifestaciones orales colectivas donde los presentes a viva voz, muestran adhesión y simpatía a una persona. Por ejemplo: “el cantante fue aclamado por su público”.

En el catolicismo, se conoció la aclamación como una de las forma de elegir al nuevo Papa, por aplauso unánime. Esto fue abolido en 1996 por el Papa Juan Pablo II en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis que prohibió las forma de designación por aclamación y por compromiso, quedando como válida solo el escrutinio. El último Papa elegido por aclamación había sido Gregorio XV (1554-1623).

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