El abuso de bebidas alcohólicas causa un conjunto de trastornos: físicamente, el cuerpo cambia y se crispa, las capacidades y el funcionamiento del cerebro disminuyen, los sistemas nerviosos y musculares se vuelven tensos y excesivamente tensos. Similar a todas las demás formas de dependencia, el alcoholismo se manifiesta principalmente en el momento en que necesito colmar un vacío afectivo o interior profundo, un aspecto de mí – mismo que “envenena” realmente mi existencia!

Puedo beber abusivamente por diversos motivos: huir de mi realidad, cualquier sea la situación (conflicto u otra) porque esto no me conviene; resistir a mis miedos, a la autoridad (sobre todo paterna) y a la gente a quien amo porque justamente tengo miedo de revelarme tal como soy, a la luz del día; darme valor para seguir adelante, hablar, afrontar a la gente (noten que, si estoy algo ebrio/a, suelo estar más abierto porque estoy menos fijado sobre mis inhibiciones… [Fenómeno de parón, bloqueo de un proceso psicológico])

Darme un sentimiento de potencia y fuerza; darme poder en una relación afectiva porque mi estado seguramente molestará al otro. Ya no veo las situaciones que pueden ser peligrosas para mí. Vivo cierta soledad, aislamiento, culpabilidad, angustia interior, incomprensión y alguna forma de abandono (familiar u otro) y tengo el sentimiento de ser una persona inútil, sin valor, inepta, inferior e incapaz de ser y actuar para mí y para los demás.

Entonces, tengo necesidad “de un pequeño tónico”. Frecuentemente, quiero huir una situación conflictual o que me hace daño “ahogando mi pena” o cualquier otra emoción con la cual tengo dificultad de enfrentarlo.

El alcoholismo puede estar vinculado a una o varias situaciones que me crean una tensión. Cuando tomo un vaso de alcohol, esta tensión disminuye en un primer tiempo y grabo entonces la relación que parece ser: tensión – alcoholbienestar.

Lo cual quiere decir que cuando vivo una tensión, la información inscrita en mi cerebro es la de tomar una copa de alcohol para sentirme mejor. Luego, es posible que desarrolle un automatismo y que, cada vez que viva una tensión, la información inscrita en mi cerebro sea la de tomar una copa de alcohol para sentirme mejor.

Uno de los orígenes del alcoholismo es la dificultad que conocí, siendo niño, de tratar con una familia en donde uno de sus miembros (frecuentemente el padre o la madre) es alcohólico.

Generalmente hay más discordia, a veces violencia física y psicológica o abuso de todo tipo. Incluso puedo querer intentar disociarme de la familia en la cual estoy y que no me conviene. Entonces, baja mi sentido moral: los espectáculos de discordia frecuentes provocan en mí una desvalorización de las imágenes parentales y la no – integración de las estructuras éticas.

En ciertas familias también, la costumbre del alcohol está favorecida por la educación, los adultos habiendo acostumbrado al niño que era a beber por juego o haciendo la absorción habitual y regular de bebida como cosa normal. Los trastornos neuróticos y las alteraciones de la personalidad que derivan son factores poderosos de alcoholismo en mí que me he vuelto adulto. Incluso carencias nutricionales pueden llevar a la búsqueda de una complementariedad alimentaria aportada por el alcohol.

El alcoholismo puede proceder también de mi estado que es hipoglicémico, sobre todo que las moléculas de alcohol pueden transformarse rápidamente en azúcar sanguíneo (temporalmente). Es lo que explica que si soy alcohólico pero que dejo de consumir, puedo encontrarme bebiendo una impresionante cantidad de café, fuente de estimulante por la cafeína, y de azúcar, pasteles o postres (fuente de azúcar).

A veces me pondré a fumar considerablemente porque el cigarrillo me da la fuente de estimulante (aceleración del ritmo cardíaco que necesito para sentirme en forma. Es importante para mí descubrir lo que causa esta tristeza vinculada a la hipoglicemia en mi vida, ya que no he resuelto la causa. Otra causa del alcoholismo puede ser las alergias. Así puedo ser alcohólico de coñac solamente, de ginebra, de whisky de centeno o escocés. Parece que sólo este tipo de bebida pueda satisfacerme.

Entonces es probable que esté alérgico a uno u otro de los ingredientes que sirvieron a fabricar esta bebida particular, que sea en un caso el trigo, la cebada, el centeno, etc. ¿Puedo entonces preguntarme a qué o a quién estoy alérgico?

El alcoholismo puede también proceder de una persona o situación que no acepté cuando era joven. Si fui víctima de contactos sexuales indeseables, o de los cuales me siento culpable, viniendo de una persona alcohólica cuando era joven, puede que pensando en esta situación, esto me lleve a beber.

Si no acepté la cólera de mi padre alcohólico, puede muy bien que, por un fenómeno de asociación, tenga enfados como mi padre y que me vuelva alcohólico. Es así como puedo beber para olvidar mis preocupaciones, mi pasado y el porvenir pero sobre todo el presente.

Huyo sin cesar y me creo un universo ilusorio y de fantasía, una forma de exaltación artificial para huir del mundo físico y así disociar una realidad frecuentemente difícil de un sueño continuamente insatisfecho. Pierdo entonces el contacto, para algún tiempo, con mis sentimientos de soledad, incomprensión, impotencia, de no ser como los demás, de rechazo de mí.

Puedo abandonar mis responsabilidades. Y estoy “liberado” durante un tiempo. Solo va empeorando esta situación a medida que manifiesto una dependencia del alcohol (o de las drogas) porque estoy cada vez más insatisfecho de mi existencia.

Quiero separarme de la realidad yéndome en un mundo de ilusión, pero cuando “estoy sereno”, la realidad me aparece aún más difícil de vivir y entonces se produce la depresión. No tengo toda mi claridad mental, sobre todo cuando me vuelvo dependiente, del mismo tipo de dependencia afectiva que quizás me hubiese gustado tener y que tengo la sensación que mi padre o mi madre nunca me dieron. Ser amado incondicionalmente…

Es tiempo de fijarme en mis bellas cualidades físicas y espirituales, incluso si el pasado fue doloroso para mí y que, en cierta manera, mi botella fue mi mejor amigo. A partir de ahora, acepto ordenar mi vida, empezar a amar mis cualidades y lo que soy. Estoy ahora en la vía del éxito. Estaré en condiciones de respetarme más y hallar más fácilmente la solución a mis problemas (experiencias) en vez de estar en un estado temporal o casi permanente de huida y desesperación.