La arteriosclerosis (del gr. ἀρτηρία ‘tubo’ y σκλήρωσις ‘endurecimiento patológico’) es un término general utilizado en medicina humana y veterinaria, que se refiere a un endurecimiento de arterias de mediano y gran calibre.1 La arteriosclerosis por lo general causa estrechamiento (estenosis) de las arterias que puede progresar hasta la oclusión del vaso impidiendo el flujo de la sangre por la arteria así afectada.

En Busca de una Interpretación Psicológica.
Dice Lise Bourbeau en su libro «Obedece a Tu Cuerpo, Amate»:
Esta enfermedad, también llamada ARTERIOSCLEROSIS, es una afección de· la pared de las arterias grandes y medianas. En ella intervienen un depósito de colesterol y una alteración de las estructuras conjuntivas elásticas de la arteria, lo cual produce un endurecimiento. La arteriosclerosis es responsable de la angina de pecho, que puede llegar a producir un infarto. Afecta cinco veces más a los hombres que a las mujeres. También es la causa principal de los aneurismas arteriales. Véase problemas arteriales, así como problemas cardiacos, agregando que esta enfermedad es causada por una acumulación demasiado grande de penas, críticas y falta de alegría de vivir, lo que ocasiona un endurecimiento interior.
La arteriosclerosis es una enfermedad degenerativa que procede de la formación de depósitos lipídicos (especie de grasa) en las paredes de las arterias. La arteriosclerosis es también una enfermedad degenerativa que procede de la destrucción de las fibras musculares y elásticas que la forman. Una u otra de estas enfermedades se manifiesta por un endurecimiento de las arterias y arteriolas, implicando sobre todo un agotamiento y una pérdida de elasticidad al nivel de la pared de éstas, una capacidad cada vez más débil de dilatación y circulación de la sangre, un aumento de depósitos grasos, por lo tanto menos amor expresado al nivel del corazón. Este estado progresivo se manifiesta si estoy endurecido, si estoy o me vuelvo inflexible o tenso en lo que se refiere a la comunicación y a mis pensamientos. Es la manifestación de una resistencia muy fuerte y de una estrechez mental física e interior. La expresión y la recepción de amor se vuelven limitadas y restringidas. Tengo ideas fijas y despiadadas, suelo ser intransigente, rígido y sin compasión; también tengo tendencia a ver únicamente el lado sombrío o negativo de la vida. Puedo inhibir inconscientemente mis emociones y decir no al amor porque temo expresarme. ¿Dónde y cuándo ya viví una experiencia traumatizante que me hizo detestar una parte de mí – mismo al punto de renegar de ella, y en la cual me sentí rechazado? Esta enfermedad está probablemente conectada con una herida amorosa o al no – reconocimiento de este amor en mi vida. ¿Para qué ver lo que es bueno para mí? ¿Para qué expresar mis sentimientos? Mi cuerpo me indica que debo hacer un cambio con relación a mi comportamiento frente a la vida. Aceptando tener una actitud más abierta, tolerante y dulce con relación a mí – mismo y a las experiencias que vivo, se manifiesta mejor todo el proceso de unión con el yo interior y el universo. Manifiesto alegría, serenidad y flexibilidad hacía los y las que me rodean y me abandono a la verdadera expresión del amor. La gente de mi entorno sentirá este cambio. También debo desarrollar más creatividad (arteria = arte – tierra) en el plano físico y con la materia. La vida cuida de mí.

Terminología
Los términos arteriosclerosis, arteriolosclerosis y aterosclerosis son similares tanto en escritura como en significado, aunque son, sin duda, diferentes. La arteriosclerosis es un término generalizado para cualquier endurecimiento con pérdida de la elasticidad de las arterias, la palabra viene el griego arterio, que significa «arteria» y sclerosis que significa «cicatriz, rigidez». La arteriolosclerosis se usa exclusivamente para el endurecimiento de las arteriolas o arterias de pequeño calibre. La aterosclerosis es una induración causada específicamente por placas de ateromas.

El término fue introducido en 1833 por el patólogo franco-alemán Jean Lobstein (1777– 1835) en una obra en cuatro volúmenes inconclusa titulada «Traité d’Anatomie pathologique», en su segundo volumen, en una sección sobre la enfermedad arterial.

Factores de riesgo
Los factores de riesgo más comunes son los siguientes: hipertensión tanto los valores sistólicos como los diastólicos influyen a la elevación del riesgo acompañado de hipercolesterolemia. Gradualmente existe a mayor edad una mayor tensión arterial debido a la pérdida de elasticidad de los vasos. El consumo de cigarrillos, aumenta la presión debido a la afección de la microvasculatura generalizada y también por la predisposición a la arterosclerosis que presentan, aumento de homocisteína en plasma, factores relacionados con la hemostasia y trombosis, y por supuesto los antecedentes familiares. Otros posibles factores de riesgo son niveles elevados de la proteína C reactiva (PCR) en la sangre que puede aumentar el riesgo de aterosclerosis y de ataques al corazón; altos niveles de PCR son una prueba de inflamación en el cuerpo que es la respuesta del organismo a lesiones o infecciones. El daño en la parte interna de las paredes de las arterias parece desencadenar la inflamación y ayudar al crecimiento de la placa.

Las personas con bajos niveles de PCR pueden tener aterosclerosis a una tasa más lenta que cuando se tienen niveles elevados de PCR y la investigación está en curso para establecer si la reducción de la inflamación y la disminución de los niveles de PCR también puede reducir el riesgo de la aterosclerosis al igual que las hormonas sexuales, los estrógenos son protectores de la aterosclerosis y por ende las mujeres son más afectadas después de la menopausia.

Etiología
El pilar sobre el que se fundamenta el origen de la lesión arteriosclerótica es la disfunción endotelial. Se estima que ciertos trastornos del tejido conjuntivo puedan ser factores de iniciación que, sumados a factores de riesgo como la hipertensión, promuevan la más frecuente aparición de arteriosclerosis en algunos grupos de individuos.

Tipos de arteriosclerosis
Aterosclerosis, es la forma más frecuente de arteriosclerosis, caracterizada por un engrosamiento de la túnica íntima con placas que contienen macrófagos llenos de lípidos, grasas, principalmente el colesterol.

Arteriosclerosis obliterante, una forma de arteriosclerosis específica de las arterias de las extremidades inferiores, frecuente en adultos mayores de 55 años,7 caracterizada por fibrosis de las capas de las arterias con obliteración y estrechamiento considerable de la luz del vaso.
Esclerosis de Monckeberg, poco frecuente, vista especialmente en personas ancianas, y que afecta generalmente a las arterias de la glándula tiroides y del útero y rara vez se presenta estrechamiento de la luz arterial.

Arteriosclerosis hialina o nefrosclerosis, se refiere al engrosamiento de las paredes de las arterias por depósito de material hialino (la palabra hialino se deriva del griego hyalos, que significa vidrio), visto generalmente en pacientes con patologías renales y diabéticos.9
Esclerosis de la vejez, en la que se observa naturalmente una remodelación de las grandes arterias a medida que aumenta la edad, caracterizada por rigidez arterial y que se asocia con hipertensión sistólica.

Tratamiento
No existe tratamiento médico alguno demostrado para la arteriosclerosis pese a ser el fármaco probablemente más buscado por la industria farmacéutica.

El tratamiento farmacológico (antihiperlipidémicos, antiagregantes o anticoagulantes) sirve para disminuir sus causas o sus consecuencias.

El tratamiento quirúrgico es muy resolutivo en la cardiopatía isquémica y también en otras localizaciones.

El tratamiento profiláctico consiste en evitar los factores predisponentes de la enfermedad y a las complicaciones de ésta: obesidad, hipertensión, sedentarismo, hiperglucemia, hipercolesterolemia, tabaquismo, etc.

Para ello lo ideal es practicar ejercicio suave, una dieta equilibrada como la mediterránea, baja en grasas, técnicas de relajación para evitar el estrés, dejar de fumar, etc.

Investigadores en China encontraron que el hongo reishi mejora el flujo sanguíneo y baja el consumo de oxígeno del músculo cardíaco. Resultados similares fueron también encontrados por científicos japoneses, quienes evidenciaron que el reishi contiene ácido ganodérico, el cual reduce la presión sanguínea y el colesterol e inhibe la agregación plaquetaria, la cual puede conducir a ataque cardíaco y otros problemas circulatorios.

Compilado por: Ana Gonzalez 26/07/2016  15:34pm
Fuentes: Obedece a Tu Cuerpo, Amate – Escrito por Lise Bourbeau. Wikipedia