(Lancaster, Reino Unido, (1911-1960)

Objeto central de la filosofía es el estudio del lenguaje en su uso cotidiano. El lenguaje natural es su punto de partida, y no un lenguaje artificial e ideal como lo proponía el empirismo lógico.

Austin viene de la corriente del “segundo” Wittgenstein (en Investigaciones filosóficas, de 1953) y otros autores, como Peter Strawson y Paul Grice. En lugar de interesarse excluyentemente por el modo en que el lenguaje puede transmitir o no la verdad en un discurso científico, estudia también el modo en que funciona el lenguaje en distintas situaciones cotidianas. Coincide, con estos autores, en proponer que referir y afirmar (por ejemplo: realizar enunciados acerca de estados de las cosas en el mundo) no es la única (ni siquiera la principal) función del lenguaje. Entre otras muchas, pueden citarse la pregunta, el pedido, la orden, la amenaza, la promesa. Wittgenstein se refiere a esas acciones como juegos del lenguaje; más popular en lingüística es el término propuesto por Austin y que luego continúa trabajando Searle: actos de habla. Su postura iba en contra de las aproximaciones más tradicionales que veían al lenguaje en función de la mera transmisión de información.

Austin es una figura central en la filosofía del lenguaje. A él se le debe el concepto de actos del habla.
Su obra central How to Do Things with Words (Cómo hacer cosas con palabras).

La filosofía del lenguaje es para Austin la filosofía de la acción. El discurso es acción, de ahí su planteamiento sobre los ‘actos del habla: Decir algo es hacer algo. Hablar siempre es actuar. Austin se centró en el estudio de los verbos que denominó «performativos» como prometer, demandar, jurar, acusar, etc.
Analiza el comportamiento humano a partir de lo que el propio ser dice acerca de su comportamiento o lo que, en términos de acción, representan los diferentes sentidos comunicativos de la expresión humana, que no sólo tiene una dimensión pronunciativa, sino que implica consecuencias, acción.

Critica a los filósofos que erróneamente supusieron que la única relevancia de un enunciado es describir algún estado de cosas o enunciar algún hecho. Austin dice que durante mucho tiempo se había supuesto que el único fin de las emisiones era la de constatar hechos. En razón de ello, sólo podían ser verdaderos o falsos. Sin embargo. Esta suposición conlleva cometer lo que Austin denomina «falacia descriptiva», esto es, obstinarse en que sólo mantiene interés teórico los enunciados descriptivos. Austin afirma que no todo enunciado es verdadero o falso. Una emisión lingüística es cualquier cosa que se diga. Por ejemplo: «El gato está sobre la alfombra.»; «Cierra la puerta.»; «Las ideas verdes descoloridas duermen furiosamente.»; «Prometo que te devolveré el libro.». Frente a esta posición Austin plantea la existencia de dos tipos de enunciados: constatativos y performativos (o realizativos). Los primeros los utilizamos para describir determinadas cosas; con los segundos no se constata o describe nada, sino que se realiza un acto.

El «acto de habla», es decir, la emisión del enunciado, puede realizarse en forma oral o escrita, siempre y cuando se lleve a cabo la realización de una acción mediante palabras. El efectuar un acto de habla, expresando una oración correcta gramaticalmente y con sentido, implica un compromiso con el entorno. Un acto de habla puede ser solicitar información, ofrecer, disculparse, expresar indiferencia, expresar agrado o desagrado, amenazar, invitar, rogar, etc.

El acto de habla consta de tres factores elementales:
• Acto locutivo: es la idea o el concepto de la frase, es decir, aquello que se dice.
• Acto ilocutivo: es la intención o finalidad concreta del acto de habla. El «acto ilocutivo» se da en la medida en que la enunciación constituye, por sí misma, cierto acto, entendido como transformación de las relaciones entre los interlocutores o con los referentes.
• Acto perlocutivo: es el (o los) efecto(s) que el enunciado produce en el receptor en una determinada circunstancia.

También, los actos de habla se pueden dividir en dos tipos:
• Actos directos: son aquellos enunciados en los que el aspecto locutivo e ilocutivo coinciden, es decir, se expresa directamente la intención.
• Actos indirectos: son aquellas frases en las que el aspecto locutivo e ilocutivo no coinciden, por lo tanto la finalidad de la oración es distinta a lo que se expresa directamente.

Austin se interesa por los enunciados performativos (o realizativos) (performative utterances). Pone como ejemplos a los siguientes:
• Al decir «Sí, quiero» en una boda no enunciamos algo. Al decirlo en esas circunstancias realizamos el acto de casarse.
• Cuando al pisar a alguien le decimos «le pido disculpas» tampoco enuncio. Al decirlo realizó el acto de disculparme.
• Al decir «inauguro este pantano» no digo algo, lo hago.
• «Te apuesto diez euros a que mañana lloverá»: apostamos, no hablamos.

Sin embargo, es necesario que se den las circunstancias apropiadas, no basta con proferir la frase. Aunque no se necesita la realización de un acto espiritual, la palabra empeña. Es cierto que las emisiones realizativas no describen hechos y no son verdaderas o falsas, pero pueden implicar hechos verdaderos o falsos. Hay que distinguir entre lo que se dice y lo que se implica. Si digo «lego el reloj a mi hermano» es necesario que yo tenga reloj.
Aunque es cierto que las emisiones realizativas no son ni verdaderas ni falsas, tienen ciertas circunstancias bajo las cuales pueden ir mal. La principal es que sea falsa. Las emisiones pueden ser afortunadas o desafortunadas. Por varias circunstancias, que son la dimensión de su carácter afortunado o desafortunado. Esto se llama teoría de los infortunios. Infortunios son las diversas maneras en que una emisión realizativa puede ser insatisfactoria. Surgen cuando se rompen determinadas reglas.
La teoría de los infortunios se aplica a cualquier acto que suponga hacer uso de cualquier tipo de convención (actos convencionales). También se puede aplicar a los enunciados. Por ejemplo, si emitimos el enunciado «todos los hijos de Alberto están durmiendo», pero resulta que Alberto no tiene hijos, el enunciado no es falso, es desafortunado, puesto que falla una presuposición. Viendo la completicidad de esta clasificación se descubre que no todas las posibilidades quedan cubiertas, puesto que hay otro tipo de razones de insatisfactoriedad de emisiones realizativas y que no están recogidas en esa clasificación de los infortunios, pero son acciones que al emitirse pueden estar sometidas a lacras que plagan las acciones en general: pueden realizarse bajo coacción, por accidente, sin intención. El tópico de las excusas puede afectar a ciertas acciones y a las emisiones realizativas, en cuanto éstas son acciones. Son también emisiones y pueden verse perjudicadas por los males que afectan a las emisiones: pueden ser proferidas por un actor en el contexto de un chiste o cuento, es decir, ser emisiones parasitarias. También pueden verse afectadas por el malentendido. Por último, Austin afirma que no existen actos proposicionales de los que se pueda afirmar su verdad o falsedad en abstracto. Más bien, afirmar algo es uno más entre el conjunto de posibles actos ilocucionarios y, por lo tanto, puede tener efectos perlocucionarios variados. Al igual que los demás actos de habla, está sujeto a condiciones de fortuna o infortunio, afirma Austin: enunciar con verdad es un acto afortunado, análogo a aconsejar prudentemente o argumentar con fundamento. Es por eso que la verdad o falsedad de un enunciado no dependen solamente del significado de las palabras, sino del tipo de acto ilocucionario que se está realizando con él. Así, por ejemplo, un enunciado como Te estás convirtiendo en un chancho difícilmente pretenda tener valor de verdad literal (es decir, representar un cierto estado de cosas en el mundo), sino que realiza otro tipo de acto de habla (por ejemplo, hacer una advertencia o burlarse de alguien).

Austin realizó una clasificación de las clases generales de verbos, que originan a su vez, los distintos tipos de actos de habla. Se puede resumir en los siguientes:

1. Los verbos de judicación, corresponden a los actos judicativos, es decir, aquellos que tienen como caso típico el acto de producir un veredicto. Aquí es esencial que se emita un juicio acerca de algo, por ejemplo: juzgar, condenar, ordenar, considerar.
2. Los verbos de ejercicio, corresponden a los actos ejercitativos, es decir los que expresan potestades, posibilidades, acuerdos, derechos, etc. Por ejemplo: acordar, reclamar, perdonar, advertir, exigir, rogar, rechazar, entre otros.
3. Los verbos de compromiso, corresponden a los actos compromisorios, es decir, aquellos que tienen como objeto, prometer o comprometer a uno a hacer algo, desde las promesas, hasta las declaraciones o anuncios de intención. Por ejemplo: prometer, comprometer, garantizar, adherir, defender, apoyar, oponerse, etc.
4. Los verbos de comportamiento, corresponden a los actos comportativos. Estos actos son unos de los más frecuentes, porque incluyen a aquellos que tienen que ver con actitudes y comportamientos sociales. Por ejemplo: pedir disculpas, agradecer, deplorar, congratular, defender, etc.
5. Por último, los verbos de exposición, que corresponden a los actos expositivos, es decir aquellos que ponen de manifiesto el modo cómo nuestras expresiones “encajan” en un argumento o conversación, es decir, cómo estamos usando las palabras. Por ejemplo: afirmar, negar, enunciar, observar, informar, avisar, replicar, aceptar, concordar, ejemplificar, y interpretar.

AUSTIN J L., ensayos filosóficos:
Contrario a la teoría verificacionista, Austin nos dice que “lo que tiene significado es su uso en un determinado contexto lingüístico”.

«Conocer el significado que una palabra o expresión tiene es conocer los significados de las oraciones en las que ocurre».
Esta idea de Austin dice que para comprender el significado de una palabra hay comprender la oración de la que dicha palabra, forma parte, porque es en la oración que la palabra adquiere significado, en este caso, el significado de la palabra deriva del significado de la oración.
Además, agrega que, solo se puede comprender el significado de una palabra dentro del contexto lingüístico donde ésta (la palabra) se use correctamente teniendo en cuenta la unión sintáctica y semántica de la oración. Por ejemplo en una conversación de puede hacer la pregunta por el significado de palabras específicas, por ejemplo: ¿Cuál es el significado de la palabra libro? Se explicaría el significado de la palabra libro al hablante que la desconozca, o si nunca ha visto un libro se le da un ejemplo a partir del cual se forme una idea de que es el objeto libro, para que se utiliza el libro, o se le da una referencia del lugar donde se colocan los libros.
Austin nos dice que la pregunta ¿Qué es X? es una pregunta absurda y espurea, ya que es una pregunta de algo general. El tipo de pregunta que propone es el de: ¿Qué es el significado de X? si X es alguna palabra particular acerca de la cual estás preguntando.
Contra la idea de las preguntas socráticas de buscar la esencia, lo general, frente a una palabra, por ejemplo: acerca del significado de palabras como virtud, justicia, verdad; Austin se refiere a que no existe en el lenguaje ordinario la pregunta por el significado de una palabra en general respecto de la realidad, porque en la realidad las palabras se usan para designar cosas particulares.

Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/J._L._Austin
http://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_de_los_actos_de_habla
http://www.bdp.org.ar/facultad/catedras/comsoc/redaccion1/unidades/2008/03/tipos_de_actos_de_habla.php
http://www.infoamerica.org/teoria/austin1.htm
http://www.monografias.com/trabajos36/significado-palabra/significado-palabra.shtml

Matías Levin – domingo, 15 de mayo de 2011, 18:24