Esta afección ocular se manifiesta por una opacidad en el cristalino del ojo. La lente pierde poco a poco su transparencia, lo cual pone en peligro la visión. Los primeros signos son un ligero oscurecimiento de la vista, la visión de puntos o manchitas negras y la percepción doble o múltiple de un objeto.

Las cataratas generan la impresión de que hay un velo que cubre al ojo. La persona afectada tiene una percepción velada de lo que pasa a su alrededor. Prefiere no ver antes que ver un fracaso o un final. Si la catarata es interna, prefiere tener una percepción velada de lo que pasa en su interior antes que ver su propio fracaso. De este modo ve la vida sin luz, sombría, y por ello vive en la tristeza y en la melancolía.

El mensaje que te envía tu cuerpo por medio de la catarata es que no le pidas a los demás tanto como te exiges a ti mismo. Tu enorme miedo a perder, a que algo termine, al fracaso o a una quiebra, te impide ver el lado bueno de la vida. Levanta tu velo y mira todo lo que has creado hasta ahora. Es mucho mejor de lo que piensas.

Las cataratas son una enfermedad en la que el cristalino (lentilla biconvexa del ojo) se vuelve progresivamente opaco a tal punto que la visión se vela y se distorsiona, lo cual lleva a la ceguera (sinónimo de ciego o de pérdida de la vista) a más o menos largo plazo.

Esta forma de incapacidad física llega en mi vida en el momento en que ya no deseo ver interiormente lo que sucede delante de mí, lo que seguirá o lo que amenaza con influenciar mi vida y las decisiones que debería tomar. Lo que vi o veo para el futuro me lleva a decirme: “No creo mis ojos!”.

Mi visión disminuye porque la energía ya no baña este lugar. Pierde brillo y se oscurece, veo el futuro con un ojo oscuro y velado, sin alegría ni alegría del corazón. Es posible que tenga una actitud egocéntrica y que quiera ver la vida sólo a mi modo sin tener en cuenta la realidad ajena. Es una actitud egoísta que puede incluso hacerme creer que soy superior a los demás. Esta catarata me aparta del presente, me retira del universo que me rodea. Esto me disgusta a ciertos niveles y debo tomar consciencia de los aspectos exterior e interior de las cosas.

La catarata aparece normalmente hacía el final de la vida, en el momento en que se instala el miedo de envejecer y volverme impotente o sin poder. “Ya no quiero ver la futura imagen de mí si aún no está aquí, por temor a que me disguste demasiado.” Pierdo mi flexibilidad mental y de acción.

Me vuelvo menos tolerante y olvido frecuentemente los sucesos que acaban de sucederme. Entonces no tengo interés en ver el futuro que puede parecerme muy oscuro (las cataratas son frecuentes en los países en vía de desarrollo). Sin embargo, puedo levantar el velo que me impide ver mi auténtica realidad poniendo mi atención en mi luz interior. Acepto hacer el esfuerzo de mirar adentro mío y veré toda la luz y la belleza que me rodean.