Las competencias conversacionales serán el fundamento en la construcción de la empresa del siglo XXI. Esto era algo que nos era difícil de observar hace sólo algunas décadas atrás. La concepción que entonces teníamos del lenguaje lo concebía como un instrumento para expresarse, para transmitir información, para comunicar lo que percibíamos, sentíamos o pensábamos. Concebía al lenguaje como algo fundamentalmente descriptivo, como algo pasivo. Hoy esa concepción ha sido puesta en cuestión de una manera muy radical.

Actualmente reconocemos que el lenguaje es acción, que tiene un innegable poder transformador, que es capaz de generar nuevas realidades. Esta ha sido una de las principales contribuciones filosóficas de la segunda mitad del siglo XX. Hay una curiosa sincronía, una gran coincidencia, entre lo que sucedía en la filosofía y lo que estaba aconteciendo en las empresas.

Esos desarrollos registrados en el campo de la filosofía, referidos al análisis del lenguaje, hoy nos habilitan una comprensión completamente diferente de lo que es el trabajo y del carácter de las empresas.

¿Sabemos conversar? ¿Cuáles son nuestras principales deficiencias?
A un determinado nivel, todos sabemos conversar. Todos lo hacemos. Es como el caminar o el respirar. A otro nivel, sin embargo, debemos reconocer que lo hacemos con grandes deficiencias. Estás últimas tienen un profundo impacto en nuestra existencia y no siempre estamos consciente de ello. La manera como conversamos, tanto con los demás y como con nosotros mismos, define de una manera determinante la forma como somos, la identidad que tenemos en nuestra comunidad, el tipo de vida que nos generamos y nuestra efectividad en el trabajo. Toda relación social, sea con nuestros hijos, con nuestra pareja, con nuestros colegas y equipos de trabajo, está determinada por la manera como conversamos. Gran parte de los problemas o de las oportunidades que generamos, de las satisfacciones y sufrimientos que nos invaden, son el resultado de la manera como conversamos.

Vamos al ámbito del trabajo y tomemos el ejemplo de un directivo. ¿Qué hace un directivo? Algunos dirán que organiza, planifica, coordina, evalúa, conduce, motiva, etc. Sin duda. Hace todo eso y quizás mucho más. Pero eso y todo lo demás lo hace conversando: hablando y escuchando. Si uno lo observara durante el día, comprobaría que está todo el día conversando. Está en reuniones, en entrevistas, en el teléfono, escribiendo un memorándum, reflexionando sobre un determinado proyecto. Y cada una de esas actividades son actividades conversacionales. Pues bien, el nivel de efectividad que exhiban sus acciones dependerá de la manera como conduce esas conversaciones y de las competencias conversacionales que posea.

Los directivos y gerentes – y no sólo ellos – son agentes conversacionales, realizan su trabajo conversando. ¿Cuáles son algunas de sus deficiencias? Podríamos mencionar muchas. Una muy evidente es que no sabemos escuchar de manera efectiva. Y pagamos un alto precio por ello, precio que muchas veces se traduce en demoras, en re-trabajo, en gastos innecesarios, en relaciones personales deficientes, en desmotivación, etc.

Tampoco sabemos pedir. Ello se traduce en que muchas veces, cuando es necesario pedir, no lo hacemos, o cuando lo hacemos, lo hacemos de una manera tal que compromete los resultados que obtenemos. Insisto, muchos de los problemas que enfrentamos, en la vida y en trabajo, remiten a nuestras incompetencias conversacionales.

Según Pinotti : “ La Efectividad es una función de estas competencias. Aparece en la comunicación un nuevo nivel de entendimiento capaz de abrir un espacio de escucha para desarrollar la maestría en la expresión de ideas, resolver conflictos, liderar y generar una visión compartida. El coaching ontológico impacta en la relación que el Ser Humano tiene consigo mismo y lo llama Identidad. Asimismo, desarrolla competencias conversacionales que expanden las ideas que las personas tenemos sobre nosotros mismos y nuestra manera de observar el mundo. Desarrollar competencias conversacionales es la clave para generar una transformación en el contexto que permita realizar lo que hoy no es posible. Son una manera de crear una apertura para diseñar un futuro distinto.”

Rafael Echeverría nos confirma que : “Entendemos por conversación toda palabra en acción El dominio de las competencias conversacionales, es el punto estratégico para intervenir positivamente en la productividad del trabajo no manual.

Dominar el difícil arte de la conversación, nos hace abrir puertas y posibilidades permanentemente, nos hace comunicarnos con los otros en forma eficiente, la palabra produce encuentro y a veces ese encuentro toma la forma mágica que encontramos en la narración y la poesía, nos encontramos entonces, dialogando con el autor en una conversación que desmiente el tiempo.

En una conversación, encontramos tres componentes importantes: el lenguaje en sí, la emocionalidad y la corporalidad. Estos tres elementos están enlazados pues deben corresponderse si queremos que nuestras conversaciones tengan calidad comunicacional.”

Compilado por: Fabián Sorrentino – martes, 15 de septiembre de 2009, 13:48 – Colaboró en este término. Rita Malinowski
Fuente Narrativa: Un aporte de Rafaél Rucobo.