El ensimismamiento puede ser una maravillosa manera de pararme, tomar tiempo para mí, descubrir mis necesidades.

También esto puede llamarse introspección. Sin embargo, si este período se prolonga y que en vez de ser un momento de crecimiento o de conocimiento de sí, se vuelve una ocasión de cerrarme al mundo, de “remover” ideas negativas, compadecerme de mi destino y jugar a la víctima, corro el riesgo de vivir un profundo malestar, tanto psicológico como físico.

Me quedo abierto frente al Universo mientras me respeto en mi necesidad afín de vivir en la alegría y la armonía.