Nació en el seno de una familia judía en Prostějov (Prossnitz) en Moravia (actualmente República Checa).

Estudió al principio matemáticas, principalmente en las universidades de Leipzig (1876) y Berlín (1878), con los entonces famosos profesores Karl Weierstrass y Leopold Kronecker. En 1881 marchó a Viena para estudiar bajo la supervisión de Leo Königsberger (un antiguo estudiante de Weierstrass) y obtuvo su doctorado en 1883 con la obra Beiträge zur Variationsrechnung (Contribuciones al cálculo de variaciones).

En 1884 comienza a asistir en Viena a las clases de Franz Brentano sobre psicología y filosofía. Franz Brentano lo impresionó tanto que decidió dedicar su vida a la filosofía. Husserl estudió con Brentano durante breve tiempo y después marchó a la Universidad de Halle-Wittenberg para obtener su habilitación con Carl Stumpf, un antiguo discípulo de Brentano. Bajo su supervisión escribió «Über den Begriff der Zahl» («Sobre el Concepto de Número», 1887), que serviría de base para su primera obra importante, Philosophie der Arithmetik (Filosofía de la Aritmética, 1891).

En estas primeras obras trata de combinar las matemáticas, la psicología y la filosofía con el principal objetivo de proporcionar una base sólida a las matemáticas. Analiza el proceso psicológico necesario para obtener el concepto de número y después trata de construir una teoría sistemática sobre este análisis. Para conseguir esto usa varios métodos y conceptos tomados de sus maestros. De Weierstrass adopta la idea de que generamos el concepto de número contando un cierto conjunto de objetos. De Brentano y de Stumpf retoma la distinción entre presentaciones adecuadas e inadecuadas. En un ejemplo explica esto del siguiente modo: Si usted está frente a una casa, entonces tiene una presentación directa y adecuada de la casa, pero si usted está buscando la casa y preguntando sobre su ubicación, entonces las indicaciones que le dan (por ejemplo, la casa de la esquina de tal o cual calle) son una presentación indirecta e impropia (o simbólica, como también se dice) si solamente puede indicar este objeto por medio de signos, símbolos, etc.

Otro elemento importante que Husserl toma de Brentano es la intencionalidad, la noción de que la principal característica del estado consciente es la de ser siempre intencional. Al tiempo que frecuentemente resumido de modo simplista como «estado de estar pendiente a algo, o la relación entre actos mentales y el mundo externo», Brentano define la intencionalidad como la principal característica de los fenómenos psíquicos. Cada fenómeno mental, cada acto psicológico tiene un contenido, que está dirigido hacia un objeto, el objeto intencional. Cada creencia, deseo, etc., tiene un objeto sobre el que versa: el creído, el querido. Brentano usa la expresión «inexistencia intencional» para indicar el estado de los objetos del pensamiento en la mente. Según Brentano, la propiedad de ser intencional, de tener un objeto intencional, es la característica clave para distinguir los fenómenos psíquicos de los físicos, ya que los fenómenos físicos carecen totalmente de intencionalidad.

Introducción al problema gnoseológico

Hacia fines del siglo XIX, Husserl se halla en medio de una disputa en torno a la naturaleza y fundamento de la lógica. La lógica tenía rango de fundamento de las ciencias, pero se planteaba la cuestión de: ¿Qué es la lógica?, ¿cuál es su naturaleza?, ¿requiere ella de otro fundamento?

Esta disputa fue representada por los:

Neo-Kantianos
para quienes la lógica es una disciplina pura, formal, a priori, por lo que su fundamentación debe ser también a priori. Ellos se interesaron en el tema de su validez a priori. De esta línea de investigación se desprenden los trabajos de los lógicos, matemáticos y filósofos analíticos de comienzos del siglo XX.
Psicologistas lógicos, positivistas o naturalistas
Para ellos el verdadero fundamento de todas las ciencias era la psicología (empírica), esto es, una disciplina de origen a posteriori. Se suponía que en la psique se originaban los contenidos de la lógica (sus conceptos, principios y teorías) ya que conciernen al pensamiento. La lógica así era para ellos una mera techné o ars (John Stuart Mill), instrumento de las ciencias, no su verdadero fundamento; y se preocupaban por el tema de su origen a posteriori en la psicología.
Esta disputa en el fondo es un diálogo de sordos, pues concierne dos problemas distintos: dos demandas racionales que, tomadas separadamente, son igualmente válidas:

(a) Los Neo-Kantianos no parecen interesados por el tema del origen subjetivo de dichas “verdades lógicas”, sino por la evidencia de los conceptos, proposiciones y teorías lógicas, (i.e. por su validez, o verdad). Si la lógica debe valer a priori, ella no puede derivarse, inferirse inductivamente de hechos particulares de la vida psíquica. Sus conceptos, leyes y teorías no pueden provenir de ningún tipo de “generalización” de actividades psicológicas: porque son los presupuestos de todas las ciencias. Son “verdades” de carácter universal y necesario, a priori, ideal, como toda entidad formal. Si se derivaran de la psicología, dejarían de ser universales y necesarias. Son de naturaleza objetiva [intersubjetiva], todas las ciencias los comparten, son comunicables (no privados). Son objetos de contemplación. Son atemporales, no se hallan localizados ni temporal ni espacial, ni psíquicamente, etc. Los Neo-Kantianos tenían razón en subrayar la importancia de la evidencia a priori de la lógica, de su objetividad. Pero no explicaron satisfactoriamente cómo se relaciona este ámbito formal e ideal con la mente o psique, que es real, subjetiva, relativa y contingente (el tema parcialmente tocado por los psicologistas).

(b) Para los Psicologistas lógicos, las “verdades lógicas” (conceptos, principios, teorías lógicas) deben poder aplicarse a eventos o hechos particulares, de carácter empírico y real: esto es, al pensamiento cotidiano, a concepciones, aseveraciones, inferencias de personas reales, individuales. De allí infieren que:

Se originan en esos eventos particulares y que su validez está garantizada por dicho origen.
Defienden el carácter a posteriori de las verdades lógicas, obtenidas por inducción o generalización de la experiencia psicológica (reflexiva). Ésta es la posición de los empiristas positivistas.
Ellos tenían razón en sostener que la lógica sí tiene alguna relación con el pensamiento, o la psique. Pero no supieron explicar satisfactoriamente cómo al mismo tiempo podían detentar evidencia o validez a priori si es que su origen era a posteriori.
La filosofía en el siglo XIX debía dar cuenta de las ciencias, por ello era concebida como una meta-ciencia, ergo como una Teoría de las Ciencias, Teoría del Conocimiento o como una Lógica. El interés por la lógica: sobre todo venía de los matemáticos y Neo-Kantianos de fines del XIX (Boole, Weierstrass, Frege, otros). Así, para ellos la lógica era la disciplina que debía dar cuenta de todas las demás ciencias, inclusive fundar a las matemáticas en su integridad.
Pero, al igual que con la lógica, se enfrentaron dos bandos en torno al fundamento de las matemáticas: los empiristas lógicos (psicologistas) que sostenían que la psicología era el fundamento de la lógica, la cual era el fundamento de las matemáticas y de las ciencias empíricas; y los racionalistas Neo-Kantianos (anti-psicologistas), formalistas, sostenían que la lógica era el fundamento de las matemáticas y de las ciencias empíricas, como la propia psicología experimental.

Tanto psicologistas naturalistas como formalistas neo-Kantianos fallaron al aferrarse cada uno sólo a una de las demandas racionales en detrimento de la otra en la fundamentación de la lógica y matemática, fracasando en la reconciliación de ambas: la validez o evidencia objetiva, y el origen subjetivo. Pues ambas demandas parecen necesarias, aunque ambas parezcan excluirse, dando lugar a la oposición entre subjetivismo (relativismo – escepticismo) y objetivismo (eternidad, absolutez).

Cada una de las demandas racionales significa respectivamente: explicar cómo interviene el sujeto en el hecho del conocimiento, incluso del conocimiento “objetivo” y a priori; y justificar la validez objetiva del conocimiento, más allá de los sujetos y perspectivas particulares

Antipsicologismo

Mucho se ha discutido sobre el psicologismo en Husserl, es decir, su intento de fundar la aritmética en la psicología. Tanto en su tesis doctoral (Sobre el Concepto de Número) como en Philosophie der Arithmetik (Filosofía de la Aritmética) Husserl emplea el método de la psicología descriptiva de Brentano. Tiempo después, en su obra maestra Logische Untersuchungen (Investigaciones Lógicas), Husserl rechaza todo tipo de psicologismo. Muchos filósofos de la tradición analítica le adjudican este cambio a la reseña que hiciera Gottlob Frege a la Filosofía de la Aritmética en 1894. Sin embargo, la verdadera razón de su cambio a una teoría del conocimiento platónica fue su lectura de las obras de Bolzano, Leibniz y Hermann Lotze. Evidencia de que su cambio fue antes de la crítica de Frege reside en su reseña de la obra de Ernst Schröder, Vorlesungen über die Algebra der Logik (Conferencias sobre el Álgebra de la Lógica), publicado en 1891. (J.N. Mohanty, Husserl and Frege.)

Desarrollos posteriores

Algunos años tras la publicación de su obra principal Logische Untersuchungen (Investigaciones lógicas; primera edición 1900-1901) Husserl hizo algunos descubrimientos clave que lo llevaron a afirmar que, para el estudio de la estructura del estado consciente, se debería distinguir entre el acto de la conciencia (nóesis) y los fenómenos a los que se dirige que son objetos de consciencia (noema, noémata). El conocimiento de las esencias (Wesen) sólo sería posible eliminando todas las suposiciones (o mejor dicho, pre-juicios) respecto de la existencia del mundo exterior. A este procedimiento lo llamó epoché o epokhé (epojé), es decir: parentetización, poner «entre paréntesis» lo que se supone como «ya sabido», para así intentar llegar a las «esencias» (y eidés) de las cosas; pero si el método de la epokhé y reducción fenomenológica era —y parece ser— promisorio para la gnoseología y, en general, para el cometido de hacer de la filosofía una ciencia estricta, el llamado «segundo» Husserl queda «estancado» en una suerte de neoplatonismo. De todas maneras, los nuevos conceptos propiciaron la publicación de Ideen (Ideas) en 1913, en los que fueron primeramente incorporados, y un plan para una segunda edición de las Logische Untersuchungen.

A partir de la publicación de Ideen, Husserl se centró cada vez más en las estructuras ideales y esenciales del estado de conciencia. Dado que quería excluir toda hipótesis sobre la existencia de objetos externos, para eliminarlas introdujo el método de la reducción fenomenológica. Lo que quedaba era el ego puro trascendental, en oposición al ego concreto y empírico. Ahora la fenomenología (trascendental) de Husserl es el estudio de las estructuras esenciales que quedan en el puro estado de conciencia (consciencia pura). Esto equivale en la práctica al estudio de los noémata y de las relaciones entre ellos. En un periodo posterior Husserl se desplazó hacia una postura todavía más explícitamente idealista, que está más claramente expresada en sus Meditaciones cartesianas (1931). Esta posición fue criticada por algunos de sus primeros discípulos como Ingarden o Stein.

Al ser Husserl judío, se le prohibió el uso de la biblioteca de la Universidad de Friburgo de Brisgovia, en razón de las leyes de «limpieza racial» del Partido Nazi, aplicadas en la universidad por Martin Heidegger, su más famoso discípulo. Heidegger eliminó la dedicatoria a Husserl de su famosa obra Ser y tiempo, cuando la reeditó en 1941. En la Entrevista del Spiegel, publicada a veces bajo el título «Ya sólo un Dios puede salvarnos», Heidegger da una explicación acerca de lo uno y de lo otro, negando que haya ocurrido lo primero.

Matías Carlos Gutierrez – martes, 23 de agosto de 2011, 15:35