La lepra es una enfermedad infecciosa que se inicia con pequeñas manchas pigmentadas en la piel, acompañadas de trastornos nerviosos.

Las lesiones forman anillos que rodean un espacio de piel más clara. Las placas miden un centímetro o más, y en ese lugar suele haber menos sensibilidad, incluso ninguna. Los trastornos nerviosos consisten generalmente en parálisis que dan lugar a deformaciones de la mano y en especial a los característicos dedos en forma de ganchos. Un signo precoz es la atrofia de los músculos interóseos. Hay otra forma de lepra, producida por bacilos, cuya invasión hace desaparecer las cejas y la barba, pero no la cabellera.

Como esta enfermedad es un tanto repugnante, la persona afectada es del tipo que se rechaza completamente, que no se considera lo suficientemente buena, ni limpia, ni pura, para que los demás se interesen por ella. Se carcome de tal modo por dentro que abandona su plan de vida. Se siente impotente ante lo que ocurre a su alrededor.

Aunque en el continente americano y en Europa esta enfermedad está controlada, sigue estando muy presente en el mundo. Las personas enfermas generalmente sienten vergüenza y no se atreven a reconocerlo. Si es tu caso, toma conciencia de la vergüenza que te habita y te carcome; date cuenta de que la impotencia y el rechazo son sólo creaciones de tu cuerpo mental. Has dejado que tu ego te convenciera de que no vales nada a los ojos de los demás. Ahora te corresponde revisar esta forma de pensar.

Tu cuerpo te envía el mensaje importante y urgente de que vuelvas a establecer contacto con el ser extraordinario que eres. Te sugiero encarecidamente que comiences a dedicarte cumplidos y a hacer una lista de tus talentos, tus capacidades y la utilidad de tu presencia en tu entorno. La lepra es una enfermedad infecciosa crónica que afecta la piel, las mucosas, los nervios. La persona afectada por ella se siente sucia, impura, no se estima a la altura. Se auto – destruye.

Si tengo la lepra, tengo la sensación que no tengo lo necesario para asumir mi vida, mis responsabilidades. ¿De todos modos, me merezco vivir? Tengo tendencia a hacerme frecuentemente esta pregunta y a dejarme ir, sintiéndome incapaz de cambiar nada en mi vida. Acepto de ahora en adelante alimentarme con pensamientos de amor y armonía para rehacerme una nueva piel que reflejará mejor el ser divino que soy