La respiración es una función que preside a los intercambios gaseosos entre yo como ser vivo y el medio exterior. Se trata pues de una vía de acceso para la vida para que penetre en el interior de mí. Si puedo respirar profundamente, esto representa mi destreza en dar vida y fuerza a mis emociones.

Una respiración superficial me indica un miedo o una resistencia con relación a la vida, particularmente en momentos de destreza o de pánico y me indica que tengo tendencia a reprimir mis emociones.

Mis dificultades en el plano respiratorio denotan un conflicto entre el lugar que ocupo en la vida y el que me gustaría ocupar. Esto puede ser también un conflicto entre mis deseos materiales y espirituales o entonces un conflicto entre mi deseo de vivir y el de “dejarlo todo”. Puedo sentirme ahogado por las cosas que me obligo a hacer o por las personas que me siento obligado a encontrar. Además si mis dificultades respiratorias son cíclicas, debo preguntarme cuál es el acontecimiento o cuál es la persona que activa éstas; ¿qué es lo que “me corta el aliento” a menos de que desee que “me dejen respirar”? Puedo volverme tan exasperado que mis problemas respiratorios podrán volverse, frecuentemente inconscientemente, un modo de manipular mi entorno para tener lo que deseo. Puedo sentirme limitado. Así tendré dificultad en respirar si dudo en dar, compartir cosas o sentimientos. Tengo miedo de tomar, absorber o fusionar en mí nuevas cosas o quizás la misma vida con todas las alegrías que puede traer. Debo aprender a dejar ir las resistencias, a dejar fluir y a abandonarme haciendo confianza a la vida. Entonces estaré más en condiciones de hallar el lugar que tengo en el Universo.

Vivo mi vida del modo en que respiro, lo cual puede ser un modo superficial, privado de sentido o bien que puedo vivir al ritmo de las estaciones. El ritmo entre “tomar” (inspirar) y “dar” (expirar) se hará en armonía; las vías de comunicación entre yo y el mundo exterior estarán abiertas y libres.