Un quiste pilonidal o sacro, conocido también como sinus pilonidal, fístula sacrocoxígea, o quiste sacro, es un quiste próximo al pliegue interglúteo, entre las nalgas, que frecuentemente contiene piel y restos.

Infección de mi sistema velloso al nivel del músculo próximo al coxis, en la base de la columna vertebral. Vivo frustración, irritación o rebelión frente a una situación en la cual veo mis necesidades de base en peligro, a10l no poder éstas estar colmadas como lo deseo.

Este estado de “carencia” puede recordarme una situación de mi joven infancia, la cual puede incluso fechar de la época en que era un feto y en la cual, entonces también, tuve la sensación de que carecía de algo o de alguien que era para mí, en aquel período, vital.

Puede tratarse de un elemento físico como por ejemplo un lugar cálido en el cual morar, vestidos cómodos; también puede esto estar vinculado al plano afectivo, como por ejemplo, el amor y la ternura de mis padres. Cualquier sea la situación, es importante que pida al Universo ayudarme para que estén colmadas todas mis necesidades de base y que le haga totalmente confianza.

Debo aceptar también el haber vivido una situación de carencia cuando estaba más joven, pero que existió para aprenderme a desarrollar la fe y para ayudarme a apreciar ahora todo lo que poseía y poseo hoy y de lo cual debería tomar consciencia.

Una de las causas propuestas para el quiste pilonidal son los «pelos encarnados». No se piensa que los traumatismos puedan provocar estos quistes, aunque podrían inflamar alguno ya existente. No obstante se dan casos donde esto se puede producir meses después de una herida localizada en el área. Algunos investigadores han propuesto que los quistes pilonidales podrían ser el resultado de un hoyuelo pilonidal de carácter congénito. También podría contribuir a su formación un exceso de sudoración.

Esta afección estuvo ampliamente extendida en el ejército de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Más de ochenta mil soldados requirieron hospitalización. Se le llegó a llamar la «enfermedad de los conductores de Jeeps», debido a que muchos de los hospitalizados eran personal militar que pasaban largos trayectos en este tipo de vehículo, soportando botes (movimientos bruscos del vehículo) y un aumento de la presión que se irradiaba al coxis.