Los peligros que socavan el éxito en esta carrera que es la vida son numerosos pero quizás el más preocupante es “la búsqueda por agradar al otro”. La demanda que ese tercero deposita sobre las espaldas de toda persona puede llegar a asemejarse a una mochila llena de piedras que se carga casi involuntariamente. Esa vara alta se torna en un juicio de valor negativo sobre uno mismo: no estoy listo. ¿Cuándo se está listo? Nunca…

Somos ADN en puro movimiento y estar listo es un diez puntos que a veces no llega. Conscientes de la lejanía de ese 10 y, al mismo tiempo, de la cercanía de la demanda constante para alcanzarlo hace que nos movamos al plano de la frustración permanente.

Frustración antesala de la desesperación comulga con el imperativo categórico de “buscar agradar al otro”.

Otro escenario totalmente opuesto nos lleva al hedonismo: buscamos agradarnos a nosotros mismos. Claro que la vara también es alta porque antes de pedir la opinión del otro, debo sortear el juicio de valor que tengo sobre mi mismo.

La autoexigencia es uno de los tantos enemigos almáticos. El perfeccionismo nos aparta del fin del sendero. No se llega porque tampoco se está listo. Siempre falta un poco más.

Los días pasan, los meses, años y aún décadas y seguimos anclados en la infinita búsqueda o podríamos decir en la investigación sobre uno mismo.

Agradar al otro. Agradarse a uno mismo. Existe una tercera vía que implica para quienes siguen el primer camino, una renuncia al prejuicio social y, para quienes incursionan por el segundo sendero, una renuncia a la egolatría.

La tercer vía es sinónimo de garantía de lo que se espera y certeza de lo que no se ve, se llama FE. Tengo la profunda garantía de que llegará aquello que hoy me desvela, aquél sueño que todavía provoca un suspiro para mi alma. La certeza no arroja dudas. Existe convicción total y absoluta. Dudar es convertirse en incrédulo. “No estoy convencido que sea el momento… aún no estoy preparado… las condiciones todavía no se reunieron… es cuestión de tiempo… hay que seguir esperando” ¿Esperando qué? ¿Que se nos pase el tren por la estación en la que seguimos parados?

“… sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan”. (Hebreos 11:6)

La tercera vía es agradar a Dios. Para agradar su persona nos pide fe. Muchas de las demoras a las respuestas que buscamos se originan en la ausencia de paz por creernos todopoderosos y capaces de resolver absolutamente todo.

El Goliat del orgullo personal nos coloca al frente de una batalla invisible que hace difícil de mesurar los resultados. La falta de paz primeramente es ausencia de confianza en Dios. Para adquirir esa paz nos pide confiar en Él. Para confiar hay que creer y para creer se requiere de fe.

La llave está en tus manos solo que quizás aún no la viste y, por ende, no la has utilizado. Dejar espejos de otros. Dejar los propios. Buscar lo invisible es ruta segura para llamar lo que no es como si estuviese ya hecho.

Un artículo de Gretel Ledo.  Ver en Fuente Original.