Desde la mirada ontológica sostenemos que una creencia limitante es un juicio que limita nuestra capacidad de acción y de transformación, declara el Dr Fabián Sorrentino en su Entrenamiento para Mentores.

En otras palabras, un pensamiento u opinión respecto de que puedo o no puedo hacer algo. Por ejemplo, creer como una verdad inmutable que algo o alguien es de determinada manera, y que cierta oportunidad me sirve o no me sirve en mi vida, son creencias que limitan nuestro horizonte de posibilidades.

Consideremos un partido de futbol, el cual tiene como componentes un juez, espectadores y jugadores. ¿Somos conscientes de que sólo observamos y emitimos opiniones como espectadores? ¿Somos conscientes de que los jugadores viven el juego de una manera diferente y el juez de otra?

1 – ¿Qué dinámicas de tu vida hoy los vives como espectador?
Muchas veces no. Creemos que somos los dueños de la verdad. Y peleamos por la verdad, como si no existieran diferentes puntos de vista. Cada uno viene desde un observador diferente.

creencias12 – ¿Cuáles vives como crítico?

3 – ¿Cuáles vives como jugador/protagonista?

Nuestras elecciones son una función de lo que observamos, no de lo que pensamos. Si logramos pasar del punto de vista del crítico al jugador, nuestra manera de observar cambia y por lo tanto también cambia nuestra conducta. Pasamos del juicio a la acción. Aquí podemos distinguir que nuestra conducta tiene que ver con nuestro observador, con nuestro compromiso, y no con nuestro pensamiento. De hecho, muchas veces sabemos que vamos a hacer algo incorrecto, y sin embargo lo hacemos igual.

Normalmente las interpretaciones de una persona son las que detienen su accionar, por lo cual, para atravesar y superar las creencias limitantes debemos cambiar nuestro punto de partida.

Una creencia limitante hoy en día es la sobrevaloración de la inteligencia intelectual y el conocimiento. Esta creencia viene siendo arrastrada desde una época en la cual el mundo cambiaba muy lentamente. Había tiempo para estudiar, aprender y aplicar luego lo aprendido.

Hoy el mundo está cambiando a velocidades excepcionales. Tomamos demasiado tiempo en la escuela aprendiendo temas que son obsoletos cuando nos recibimos, o son tan teóricos que esperan las condiciones ideales para ser aplicados. Entonces, ¿cómo salir adelante y prosperar en un mundo cada vez más impredecible? Sólo con una actitud de búsqueda y desafío podemos mantener abiertas las puertas hacia un futuro exitoso.

Otra creencia limitante muy común responde al paradigma de control. Creemos que lo correcto es comprometernos con algo sólo si nos muestran evidencia de que funciona o sólo si nos dicen cómo hacerlo. Como seres humanos tendemos a realizar compromisos condicionales. La conversación es “si algo funciona me comprometo”. ¿Cómo atravesar esta creencia?

La única salida es observar diferente. Asumir que sólo si me comprometo, las cosas funcionan.
Para que esto tenga sentido en tu vida te pregunto:

4 – ¿Qué creencias limitantes reconoces en tu vida?

5 – ¿Qué se esconde tras esas creencias?

6 – ¿Qué necesitarías creer para atravesar las situaciones recurrentes de tu vida?

Los seres humanos nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás como si fuéramos cosas. Es esta visión normalmente, lo que nos lleva a creer que en cierta medida somos nuestro cuerpo, somos nuestros pensamientos o somos nuestras emociones.

Lo primero que te proponemos es que puedas identificar desde que mirada vienen tus creencias limitantes.

7 – Normalmente, ¿tienes la tendencia a identificarte con tu cuerpo, con tus emociones o con tus pensamientos?

Una persona que se identifica e identifica a los demás con su cuerpo es muy probable que describa al ser como gordo, flaco, débil, fuerte, feo, lindo, discapacitado. Nuestra inercia cultural favorece la visión de que somos nuestro cuerpo. Históricamente hemos generado una relación muy fuerte entre cuerpo y ser, dado a que las experiencias, las vivencias y los aprendizajes los hemos incorporado. Es en nuestros cuerpos físicos donde la mayoría de los hábitos de pensamiento residen. Si no podemos confiar en una persona normalmente no lo decimos, pero nuestro cuerpo lo demuestra, manifiesta esa desconfianza.

El paso para des-identificarnos (despegarnos) de nuestro cuerpo es comprender e incorporar la idea de que yo soy yo, y además tengo un cuerpo.

Si creo que cómo me siento sobre mí mismo o sobre los demás o sobre algo tiene algo que ver con mis compromisos, acciones y resultados estoy identificándome con mis emociones. Entonces aquello que produce una carga emocional sobre nosotros es lo que usamos para definir quiénes somos.

Intelectualmente sabemos que nuestra identidad no podría ser una función de nuestras emociones, porque cambian todo el tiempo. A veces nos sentimos contentos, otras tristes, otras optimistas, otras pesimistas, pero seguimos siendo los mismos. Quienes creen que son sus emociones se definen a sí mismos y a otros describiendo los estados antes mencionados. Soy una persona triste, que se enoja fácilmente, soy miedoso, entre todas las opciones posibles. Normalmente cuando este tipo de personas no cumplen sus compromisos, tienen la excusa perfecta al decir “me sentía mal”.

Nuevamente, yo soy yo y además tengo emociones.

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¿Qué pasa cuando nos creemos nuestros pensamientos?
Si nos comportamos como si nuestros pensamientos fueran lo que nosotros somos, estamos enfocados en tener razón y en cómo los demás aprecian nuestro punto de vista. Al partir de este supuesto, mi supervivencia depende de que los demás no rechacen la validez de lo que yo digo. Si rechazan mis juicios y opiniones, interpreto que me están rechazando a mí.

Cuando peleamos por la razón con la misma fuerza que por nuestra vida, pagamos un precio muy alto en nuestras relaciones interpersonales. Hay veces que ser tan adicto a tener razón se convierte en el principal motivo de todas las conversaciones, incluso a costa de resultados y objetivos que consideramos valiosos para nuestra vida. Si la necesidad de tener razón nos maneja, estamos identificándo- nos con nuestros pensamientos, y por eso cuando nos equivocamos lo vivimos como una pequeña muerte. Una vez más, «yo soy yo y además tengo pensamientos».

8 – Al observarte nuevamente, con estas nuevas distinciones ¿Qué reflexión haces acerca de tus creencias limitantes?
Aprovecha este espacio para declarar un basta. Esto significa comprometerte a poner fin a determinada conducta. A esta altura sabes que hay determinadas cosas que cambiar en tu manera de ser para lograr los resultados deseados.

El Coaching Ontológico propone la experiencia de descubrir que no somos nuestro cuerpo, nuestras emociones ni nuestros pensamientos. Sino que tenemos un cuerpo, tenemos emociones y tenemos pensamientos como tenemos un nombre, un documento y un domicilio.

Pero si no soy nada de todo esto, entonces ¿quién soy? ¿Quién es ese Ser que vivencia todo esto? La capacidad de transformarnos y superarnos como seres humanos radica en permitir que las preguntas nos habiten, que estén en nosotros. Cada respuesta que encuentres a esta pregunta a medida que pase el tiempo, manifestará tu madurez y tu nivel de consciencia.

Hoy, ¿quién sos? Escucha la canción de Fito Páez (mientras lees la letra) “Es sólo una cuestión de actitud”.

9 – Elige 5 situaciones de tu vida en las que te encuentres trabado (alguna relación, dinero, trabajo, espacio de recreación) y responde ¿desde qué actitud te estás relacionando?

10 – ¿Cuáles de estas situaciones eliges superar?

11 – ¿Qué actitud eliges para lograrlo?

Escucha el tema “El poder de los Sueños” de Alejandro Lerner y responde…

12 – ¿A qué se refiere la canción con la frase “nunca dejes de soñar. Hay una luz que no se ve, brilla desde adentro desde la niñez”?

13 – ¿Qué relación con éste nivel MET puedes establecer?

14 – ¿Cuál crees que sea el mensaje de la letra de la canción con relación a la frase?

Esta nota es un desarrollo de Fernando Gasparoni y Fabián Sorrentino y forma parte de una serie de artículos ofrecidos en la Carrera de Coaching & Mentoring de Ser.Red.