Los seres humanos nos tenemos a nosotros mismos en una caja de la cual no podemos salir por nosotros mismos. Estamos atrapados en un sistema que se resiste a ser modificado. La transformación es resistida en todos los dominios, la inercia propone que el futuro sea una extensión o proyección del pasado; las ideas emergentes auspician cambios y desafían el statu quo y son percibidas como amenazas, generan miedo, o por lo menos incertidumbre. Por eso son rechazadas y resistidas.

Las nuevas ideas son descartadas por personas razonables e inteligentes que asumen que es más seguro seguir pensando y haciendo las cosas de la misma forma, sin ser conscientes de que «siempre» es ilusorio, ya que eso que hoy es aceptado como estándar fue nuevo en algún momento y probablemente igualmente resistido, como hoy son resistidas las nuevas propuestas. Esta resistencia, es un mecanismo de la inercia que evita que lo que no es, sea.

Históricamente la humanidad se ha resistido a la transformación. Bertolt Brecht, en su obra Galileo Galilei ejemplifica este mecanismo de la inercia. La trama se desarrolla en la Venecia del siglo XVI y el protagonista, Galileo, reivindica la posición de Copérnico, que había pasado casi inadvertida (la ignorancia y la inconsciencia son otras formas de resistencia), que despojaba a la Tierra del trono central del universo.

Para probar esta teoría y exponer la evidencia en la que la basaba, Galileo llevó a las autoridades de la época, hombres de ciencia y de Estado, personas competentes e inteligentes que hacían funcionar el mundo, a la cima de la torre de San Marcos, y ahí ofreció un telescopio para demostrar los descubrimientos que había realizado sobre la base de su observación de la bóveda celeste y que verificaban que la Tierra giraba alrededor del Sol y no el Sol alrededor de la Tierra, como era la creencia instalada. Esta idea era tan revolucionaria que las autoridades se negaron siquiera a mirar por el telescopio. Lo que Galileo proponía contradecía la observación obvia y tenía implicancias que fueron percibidas como amenazantes o peligrosas; y por eso las autoridades lo torturaron y obligaron a que se retractara de su posición sin admitir siquiera examinar la prueba que ofrecía. Ni siquiera se molestaron en mirar por el telescopio.

¿Por qué tenemos esa resistencia? Debe de haber algo que nos impide ver, aceptar y entender nuevas ideas. Nuestras creencias y opiniones constituyen un sistema autorreferencial desde el cual interpretamos la experiencia. Es esta escucha la que nos constituye en el observador que somos de “la realidad». La escucha enmarca el lugar desde el cual operamos, el contexto desde el cual hacemos lo que hacemos en el mundo.

Aquí encontramos una clave que puede frenar o acelerar nuestros procesos de aprendizaje, crecimiento y superación. Cuando hablamos de un sistema autorreferencial, implicamos que la referencia de todo, somos nosotros mismos. En el mundo del liderazgo, una de las primeras cosas que aprendemos es a elegir mentores. Personas que son líderes de opinión en diferentes ámbitos o profesiones, que ya han transitado o están transitando un camino exitoso. Puedes elegir un futbolista exitoso para ser tu ejemplo, si pretendes ser futbolista profesional. Puedes elegir a un inversionista exitoso para aprender de él, si pretendes ser inversionista. O una pareja armoniosa y feliz, si eso es lo que buscas para ti también. La invitación es a buscar puntos de referencia externos para transformar nuestras creencias limitantes y ser exitosos en aquello que aún hoy no estamos logrando.

1 – ¿Cuáles son tus tres puntos de referencia actualmente?

2 – ¿Te son afines para lograr tus nuevos objetivos? ¿De qué manera?

3 – ¿De quién te estas negando a aprender algo que sabes que te beneficiaría claramente?

4 – ¿Qué debería ocurrir en ti, en la otra persona o en la relación, para que tu actitud cambie?

5 – ¿Qué compromiso asumes?

La capacidad de observación de una persona es una función de sus creencias; de acuerdo a lo que cree va a enfocar el mundo a través de cierta óptica y va a actuar consecuentemente con ella. Si algo se le presenta como una amenaza, va a reaccionar ante eso de la manera en la que normalmente reacciona a las amenazas y, si en cambio, es escuchado como una oportunidad, va a hacer lo que sea que haga frente a las oportunidades.

Joel Barker cuenta una historia que ilustra esto: había una vez un hombre joven que tenía un automóvil deportivo y muy veloz con el que solía correr por caminos poco transitados. Esta persona se consideraba a sí misma un gran conductor. En cierta ocasión se encontraba manejando por un camino y al entrar en una de las curvas más cerradas se enfrentó con un automóvil fuera de control que justo antes de chocarlo recuperó el control y volvió a entrar en su carril. Al cruzarse la mujer que manejaba este auto le gritó al automovilista: «cerdo». Ante esto él le respondió inmediatamente gritándole que fuera a lavar los platos a la cocina y se quedó pensando que la mujer no tenía el derecho de insultarlo, ya que iba por el carril correcto y era ella la que estaba fuera de control; pero estaba satisfecho de haberle podido gritar y desahogarse antes de que desapareciera. Entre enojado y molesto pisó el acelerador a fondo, tomó la curva y chocó contra un cerdo. El automovilista había respondido con sus reglas del juego del manejo: «Si alguien insulta hay que devolvérselo», pero la mujer estaba advirtiéndole y él no supo escuchar.

6 – ¿Detectas otras creencias limitantes además de las que mencionaste anteriormente?

En la vida de cada persona hay un montón de gente que está gritando cosas, y si esa persona es flexible en sus creencias tiene la posibilidad de escuchar oportunidades. Pero si se trata de una persona que quiere tener razón respecto de sus creencias, lo que va a estar escuchando van a ser amenazas. La elección es de cada persona.

Esta nota es un desarrollo del Dr Fabián Sorrentino y forma parte de una serie de artículos ofrecidos en la Carrera de Coaching & Mentoring de Ser.Red.