Históricamente, y a través del tiempo, la concepción del ser humano se fue transformando.
Antiguamente se consideraba al ser humano como un ser que nacía de una manera y era imposible alejarse de esa “esencia” que lo llevaba a ser de esa forma, se lo consideraba como un ser inmutable, donde por más que se propusiera hacer las cosas de una manera distinta, su instinto natural lo iba a llevar a continuar en la rutina, la recurrencia y el acostumbramiento.

careta
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“Pepe es un vago”, “Laura es inteligente”, “Diego es miedoso”, con declaraciones de este tipo se forjaron sentencias tales como “yo soy así” o “ellos son así” que dieron lugar a creencias limitantes que sostenemos hoy en día. Y en esta concepción de nuestro ser, el cuerpo aparecía asociado solamente con la estética, la salud y la actividad física, y las emociones estaban dejadas de lado, ya que se observaba al ser humano como un ser racional: que hacía de acuerdo a lo que pensaba “Pienso luego existo” (Descartes).

Frente a estas situaciones, luego, se planteaba la contradicción de que, por ejemplo, Pepe conseguía un trabajo con horas extras, o Laura reprobaba reiteradas veces el mismo examen, o
que Diego se atrevía a renunciar a su trabajo y comenzar con su propia empresa.

Entonces se comenzó a idear un ser humano diferente, un ser que en la medida que racionalizaba su accionar, podía modificar su manera de relacionarse con su entorno, capitalizando su experiencia, para realizar un cambio en su operar.

Esta “nueva” mirada del ser humano, nos trae a un ser siempre en movimiento, que está creándose y recreándose a cada momento. No es un ser fijo, sino que “está siendo” lo cual a partir de ahora nos abre una nueva posibilidad: “está siendo así, y podría ser”.

Este siendo, está expresándose desde nuestra mirada en al menos tres dominios básicos, irreducibles y coherentes. Entonces podemos producir aprendizaje en nuestro Ser interviniendo en cualquiera de ellos, ya que afectará a los otros dos. Los tres dominios básicos desde los que intervenimos desde la ontología del lenguaje son: el Lenguaje, el Cuerpo y las Emociones.

La coherencia de los dominios implica que al entusiasmo, la depresión, la alegría, la ansiedad, les corresponde una corporalidad que alberga a dicha emoción y su conversación correspondien-te. Desde esta visión sostenemos que si producimos modificaciones en nuestra corporalidad, éstas repercutirán en los otros dos dominios. Más adelante en esta presentación, volveremos a este punto.

Un aporte de Ángela Machado. Esta nota forma parte de una serie de artículos ofrecidos en la Carrera de Coaching & Mentoring de Ser.Red. Y que forman parte del Manual del Mentor del Dr Fabián Sorrentino.