Cuando tengas un conflicto, no se lo des al ego, dáselo al alma para que conectada con el espíritu te transforme.

Por lo general todos nuestros conflictos son circunstancias contrapuestas a los deseos del ego. A su insatisfacción y dificultad de aceptar lo que nos ocurre.

El ego busca responsables afuera, en lugar de mirar nuestra resistencia entre aquello y nosotros, en lugar de darnos la oportunidad de fluir con nuestros procesos.

El ego se distrae buscando problemas e incluso creándolos para luego estar orgulloso de haberlos resuelto. Se jacta de tener una mente privilegiada que normalmente es usada para resolver nimiedades.

«El ego considera al cuerpo como su hogar, y trata de satisfacerse a sí mismo a través de él. Pero la idea de que eso es posible es una decisión de la mente, que está completamente confundida acerca de lo que realmente es posible.» Helen Schucman

Por eso es que el ego es insaciable, porque tiene una percepción de carencia y conflicto, siempre estará a la defensiva, protegiendo aquello que tiene miedo perder.

Veamos que sucede cuando abordamos las circunstancias desde estas dos perspectivas:

Esta comparativa realizada a partir de conceptos expresados por Sara Espejo nos lleva a ver el alma como una oportunidad sistémica de concebir la vida.

Cuando abordamos los conflictos desde el alma, no vemos lo que está afuera como un problema, sino que nos observamos como artífices del cambio.

Observamos la oportunidad de reencontrarnos con las circunstancias de forma diferente. Nos entregamos a la reconciliación del alma con lo que fluye.

«El secreto del cambio es enfocar toda nuestra energía, no en luchar contra lo viejo, sino en construir lo nuevo» Sócrates

El alma (entendida como esa cualidad identificatoria que aporta movimiento a la materia viviente) opera a nuestro criterio a partir de 4 cualidades: el Pensamiento, la Voluntad, las Emociones y el Lenguaje… que te invitamos a investigar como funcionan a través de sus links.

Esas cualidades nos ofrecen la oportunidad de vivir alineados con el compromiso de transformarnos en lugar de centrarnos en el conflicto. Nos entregan la oportunidad de alinearnos a partir de esos 4 registros. Haciendo que el pensamiento deje de ir en busca de conclusiones arrebatadas y soluciones a un problema «externo».

El alma trabaja promoviendo la reflexión acerca de la forma en que estamos observando el mundo. Aportándonos información acerca del lugar en el que nos paramos. De la conciencia que estamos formando parte.

El alma, como proponía Aristóteles, incorpora el principio vital o esencia interna de cada uno de esos seres vivos, a partir de la cual construímos nuestra identidad. Una identidad no explicable a partir de la realidad material de sus partes, sino que aporta un significado trascendental.

¿Pero que es realmente el ego?

Patricio Valenzuela en el Blog Guioteca nos muestra que, el ego es el gran usurpador de la identidad humana… una energía inconsciente, centrípeta, que proviene del instinto de conservación que se apropia de la mente humana haciéndola bajar a la frecuencia de los planos de la materia tridimensional. Esta conciencia, a través del ego, se encarga de recolectar energía para alimentar y cohesionar el psiquismo humano. Sin ella, la persona nunca diría “yo”.

Y a este ego, le encanta todo aquello que denote separación y exclusividad. Es territorialista, apetece los uniformes, las banderas, los diplomas, los títulos, las marcas, las fronteras, los países, etc.

El ego se puede disfrazar de todo

De espiritual, de bondadoso o de amor, pues es el gran manipulador. Incluso puede llegar a escribir artículos como éste o libros sobre sí mismo. Pero recuerde, usted no es su ego. El ego corrompe al ser humano, lo convierte en una máquina ambiciosa insaciable, no tolera aspectos expansivos como el amor, la bondad, tolerancia ni altruismo. Es el ego el que ha hecho que esta sociedad sea indolente, odiosa y discriminadora.

Durán, por su parte, señala diversos egos que hacen que nuestra mente caiga en esta trampa:

-ego prestigioso, busca aplausos, reconocimiento y admiración en lo que hace;

ego sabelotodo, es el que siempre cree tener la razón, le gusta dar consejos y siempre contesta aunque no sepa;

ego insaciable, es “centro de mesa”, no le gusta pasar inadvertido;

ego interruptor, interrumpe permanentemente una conversación por su necesidad de autorreferencia;

ego jinete, se monta de lo que dicen otros, es “copión” y usurpador;

ego premental, es el ego que calladamente tiene un discurso paralelo, es criticón, hipócrita y enjuiciador.

El ego inventó el lujo, el maquillaje, la silicona, los shoppings, los casinos, los súper héroes, las guerras, la desigualdad social, la injusticia, a la mujer como objeto sexual, las modas, etc.

Una reflexión del Dr. Fabián Sorrentino para la carrera de Coaching & Mentoring.