Un estudio encontró que el dolor físico al quemarse y el sufrimiento de un rechazo sentimental activan las mismas redes neuronales destaca el Dr Fabián Sorrentino en su entrenamiento para Mentores.

¿Recuerdas la última vez que lloraste por tu ex y sentías tanto dolor como el provocado por una herida real? Pues no estabas equivocado, señala la CNNMéxico.

En un nuevo estudio (ver), donde se utilizó imagen por resonancia magnética funcional (IRMf), los investigadores han encontrado que las mismas redes cerebrales que se activan cuando sufres una quemadura leve se encienden cuando piensas en un amante que te ha rechazado, publicó Health.com.

Representación de la “matriz neural” del dolor y de las dimensiones clásicas del procesamiento del dolor en relación con las áreas neuroanatómicas implicadas, en corte sagital medial (A) y en corte sagital lateral (B). Representación del sistema neural nociceptivo (flecha en color rojo) y del sistema neural antinociceptivo (flecha en color verde). AMS: área motora suplementaria. CCA: corteza cingulada anterior. GB: ganglios basales. SI: corteza somatosensorial primaria. SII: corteza somatosensorial secundaria. VEA: vía espinal ascendente.

Representación de la “matriz neural” del dolor y de las dimensiones clásicas del procesamiento del dolor en relación con las áreas neuroanatómicas implicadas, en corte sagital medial (A) y en corte sagital lateral (B). Representación del sistema neural nociceptivo (flecha en color rojo) y del sistema neural antinociceptivo (flecha en color verde). AMS: área motora suplementaria. CCA: corteza cingulada anterior. GB: ganglios basales. SI: corteza somatosensorial primaria. SII: corteza somatosensorial secundaria. VEA: vía espinal ascendente.

 

Cortes axiales de resonancia magnética funcional. En la porción superior de la figura se muestran los resultados de la activación funcional cerebral de un voluntario sano en respuesta a 4kg de peso. Se pueden observar cambios significativos únicamente en el área sensitivo-motora contralateral al dedo pulgar estimulado. En la porción inferior de la figura se muestran los resultados de la activación funcional cerebral de un paciente con diagnóstico clínico de fibromialgia. Se observa un patrón de activación de las regiones cerebrales involucradas, normalmente, en la respuesta al dolor. Los cambios fueron significativos en distintas áreas del lóbulo parietal (corteza somatosensorial primaria y corteza somatosensorial secundaria) y del lóbulo frontal, en la ínsula, en los opérculos y en la región de la corteza cingulada anterior. La letra t expresa el test de la t de Student.

Cortes axiales de resonancia magnética funcional. En la porción superior de la figura se muestran los resultados de la activación funcional cerebral de un voluntario sano en respuesta a 4kg de peso. Se pueden observar cambios significativos únicamente en el área sensitivo-motora contralateral al dedo pulgar estimulado. En la porción inferior de la figura se muestran los resultados de la activación funcional cerebral de un paciente con diagnóstico clínico de fibromialgia. Se observa un patrón de activación de las regiones cerebrales involucradas, normalmente, en la respuesta al dolor. Los cambios fueron significativos en distintas áreas del lóbulo parietal (corteza somatosensorial primaria y corteza somatosensorial secundaria) y del lóbulo frontal, en la ínsula, en los opérculos y en la región de la corteza cingulada anterior.

En palabras sencillas, el cerebro al parecer no distingue entre el dolor físico y el sufrimiento emocional intenso. El corazón roto y las separaciones dolorosas son “más que simples metáforas”, dice Ethan Kross, investigador principal del estudio y profesor asistente de psicología en la Universidad de Michigan en Ann Arbor.

El estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, ilumina el papel de los sentimientos de rechazo y otros traumas emocionales pueden jugar en el desarrollo de trastornos de dolor crónico como la fibromialgia, indicó Kross. Y agrega que provoca interesantes cuestionamientos acerca de si tratar el dolor físico puede ayudar a aliviar el dolor emocional y viceversa.

“Lo emocionante acerca de estos hallazgos es que delinean el camino directo en el cual las experiencias emocionales pueden ser relacionadas con el cuerpo”, dijo Kross.

El médico y sus colegas reclutaron a 21 mujeres y 19 hombres que no tenían historial de dolor crónico o enfermedad mental, pero que habían sido abandonados por una pareja romántica en los seis meses previos, explicó Health. Los voluntarios se sometieron a escaneos de IRMf –los cuales miden la actividad cerebral al rastrear cambios en el flujo sanguíneo– durante dos tortuosas pruebas.

Primero, una fuente de calor atada al brazo izquierdo de cada sujeto creaba un dolor físico similar al de sostener una tasa de café caliente sin el asa. En el segundo, a los voluntarios se les pedía mirar fotografías de sus amores perdidos y eran instados a recordar experiencias específicas que vivieron con esa persona, explicó Health.

Este estudio fue el primero en mostrar que el rechazo puede provocar una respuesta en dos áreas del cerebro asociadas con el dolor físico: la corteza somatosensorial secundaria y la ínsula dorsal posterior. Esas regiones del cerebro se encendieron en el estudio porque el rechazo que los voluntarios experimentaron era inusualmente intenso.

«Si te sientes dolorido por alguna causa externa. No es eso lo que te perturba. Sino tu propio juicio sobre ella Y está en tu poder cambiar ese juicio, ahora» Marco Aurelio

Aunque Kross enfatiza que el estudio es “un primer paso” para comprender la conexión entre el dolor físico y emocional, los hallazgos podrían ayudar a los pacientes de dolor crónico a comprender que las emociones pueden afectar su condición física, dijo a Health la psicóloga Judith Scheman, directora del programa de rehabilitación del dolor crónico en la Clínica Cleveland.

Los traumas del pasado pueden hacer que la gente sea más sensible al dolor y por tanto, más susceptible a trastornos como la fibromialgia, la cual causa fátiga y dolor crónico, dijo Scheman. Ella y su equipo impulsan a los pacientes con dolor a “explorar su pasado y sus traumas emocionales”, pero muchos se rehúsan a ello.

“Como médica clínica, me gustan los estudios como éste porque los pacientes a menudo no comprenden por qué tienen que hacer trabajo emocional”, dijo Scheman a Health. “Mostrarles algo así les ayuda a comprender que la ciencia está detrás de lo que les pido hacer”.

Por su parte, Viktor Frankl decía que entre la aparición de un estímulo y la reacción consecuente, hay un espacio en el que nosotros mismos elegimos qué respuesta dar. Ahí es donde crecemos y se encuentra nuestra libertad. Y aunque ese espacio sea pequeño, somos nosotros los únicos dueños.

El dolor físico tiene variables biológicas y psicológicas distintas que representan la acción-reacción, estímulo y respuesta.

► Cuando hablamos de dolor físico-biológico, hablamos de la señal que transmite el Sistema Nervioso Central sobre un estímulo externo.

► El dolor psicológico-emocional es la interpretación que le damos a ese dolor como una señal del pensamiento y creencias internas sobre las reacciones emocionales al dolor.

dolor-y-sufrimiento (1)

Ontológicamente hablando, el sufrimiento es causa y consecuencia de las conversaciones internas y emociones negativas asociadas al dolor y es fácil de observarlo en estas consecuencias: ansiedad, irritabilidad e ira, miedo, depresión, frustración, culpa, vergüenza, soledad y desesperanza. (Puede visitar cada uno de los link, si su interés es aprender a detectarlo. Tanto para encontrarnos con estos espacios internos, como para asistir a otros.

Cuando atravesamos espacios de sufrimiento hacemos que las situaciones que creamos ser “malas”, empeoren. Nuestros pensamientos y conversaciones asociadas tienen la capacidad de hacernos sentir peor de lo que realmente estamos y se alimentan de sí mismos, fomentando aquello que esperamos al fin ocurra, lo que llamamos profecía autocumplida.

No te enojarías si pudieras entender que la gente que está en tu vida tiene una razón para estar ahí, haciendo eso que te enoja. Tomemos nuestro dolor como combustible para nuestro viaje. MiyAzawa Kenji

Es un círculo vicioso en el que la existencia de un dolor real provoca un diálogo interno negativo que se traduce en emociones que coinciden con el sufrimiento, aumentando la tensión muscular y el estrés, que a su vez, intensifica las señales de dolor. Cuanto más tiempo dure el ciclo, más sufrimiento.

dolor

Cuando somos conscientes de este círculo vicioso, más capaces somos de evitar que el sufrimiento se adueñe de nosotros y responder de manera diferente al dolor. Todo cambio pasa por aplicar estrategias de aceptación y vivencia de la atención plena para reestablecer el equilibrio previo que teníamos antes de experimentar el dolor.

En el esquema anterior, con la vivencia del dolor físico pasaríamos de un pensamiento negativo a un pensamiento conciente y una aceptación conciente del dolor lo que nos llevaría a disminuir nuestras emociones negativas respecto a ese dolor que, a su vez, reduciría nuestros niveles de tensión muscular y estrés y lograríamos, así, menos experiencia de dolor físico.

El sufrimiento humano, tiene en si mismo un poder pedagógico. Fernando Rielo nos da a conocer en este paper el fundamento ontológico | Ver Informe de Eduardo Rodríguez Yunta

La Mirada de Eduard Punset
Importa más el impacto de los sentimientos abstractos que los físicos y concretos de la sed o el hambre. Los dolores causados por motivos sociales –como un desamor– o los placeres de igual naturaleza –como aprobar una oposición– activan idénticos circuitos cerebrales que los estímulos fisiológicos, básicos para sobrevivir, como la práctica del sexo.

Se está confirmando, pues, una sospecha que teníamos muy pocos en el sentido de que el cerebro trata con la misma deferencia o indiferencia, según se mire, experiencias sociales y abstractas como una falta de reconocimiento social y conductas físicas tan concretas como saciar el hambre o morir de sed.

Lo que está sugiriendo la ciencia, ni más ni menos, es que el mundo de los sentimientos y la historia del pensamiento inciden en el corazón de la gente en no menor medida que una hambruna o el calentamiento global. ¿Entonces por qué nos ocupamos menos de los primeros que de los segundos?

Y, si eso es cierto –y ya no puede negarse que forma parte del pequeño y modesto acervo científico–, deberían matizarse muchas de nuestras convicciones o, cuando menos, alterar lo que yo llamo nuestra “estrategia de compromisos”. No es seguro, por ejemplo, que nuestra supervivencia dependa en mayor medida del famoso cambio climático que de nuestro reconocimiento individual por el resto de la sociedad; de saber, en definitiva, si me odian o me aman.

Es mucho menos probable de lo que se creía hasta ahora que nuestras necesidades fisiológicas revistan un grado de urgencia mayor que nuestros sentimientos. A ver si ahora resulta que dar dinero para combatir el sida o la malaria activa el llamado “circuito cerebral de recompensa” en mayor medida que recibir la misma cantidad de dinero para colmar necesidades personales.

(Confidencialmente, les confieso a mis queridos lectores que también esto ha sido comprobado en experimentos apoyados en resonancias magnéticas funcionales) El misterio no desvelado todavía es por qué el cerebro trata igual la necesidad afectiva que la física. Todo el mundo entiende que la falta de alimentos y de agua o las temperaturas extremas causan dolor. Pero ¿por qué utiliza el cerebro el mismo sistema neurológico para abordar privaciones y recompensas físicas que privaciones y recompensas morales?

Un equipo de científicos liderado por H. Takahashi de la Universidad de California, en Los Ángeles, sugiere que existen razones evolutivas de supervivencia de la especie que explicarían dicho comportamiento. En los mamíferos –y muy particularmente en los humanos– es muy elevada la dependencia de los recién nacidos, que llegan al mundo desprovistos de los mecanismos necesarios para sobrevivir por su cuenta.

El precio pagado por disfrutar de una inteligencia mayor que el resto de los mamíferos cuando se es adulto implica dedicar los siete primeros años de la vida al aprendizaje y a formar la imaginación, en régimen de todo cubierto, por supuesto, incluidos los gastos sanitarios. Sin la dedicación de un cuidado específico, que sólo puede dimanar de sentimientos y afectos sociales, ningún recién nacido podría sobrevivir.

En este sentido, los sentimientos sociales preceden la cobertura de las necesidades físicas y concretas, como dar de comer, calmar la sed o proporcionar la temperatura adecuada. Es muy discutible que sin esos sentimientos sociales pudiera darse luego la compensación física necesaria para sobrevivir. El cerebro acierta en dar a los primeros la misma prioridad que a la segunda. Esta vez, la evolución optó por la alternativa adecuada. Ahora, sólo hace falta que todos nosotros nos comportemos de igual manera.

En el siguiente Video, Eduard, expresa lo que para el es un camino de salida de este espacio, que se vuelve adictivo.

Clases de dolor: Sigmund Freud, Max Scheler y Tomás de Aquino
Freud en “El malestar en la cultura”, nos muestra tres posibles causas del dolor:

1. La enfermedad que nos hace descubrir nuestra finitud.
2. Las agresiones del mundo exterior que nos hacen descubrir nuestra pequeñez e indefensión.
3. Las relaciones con el prójimo que nos descubre la injusticia.

Scheler, por su parte, hace un completo estudio y distingue cuatro estratos en el ser humano y en base a ello establece cuatro tipos de sentimientos:

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Max Scheler caracteriza el dolor como un sentimiento del primer estrato, sensorial, referido al yo, tercer estrato, pero no a la persona que seria el cuarto estrato. Esa seria la diferencia entre dolor y sufrimiento.

A partir de un cierto grado de intensidad del dolor este deja ya de ser dolor para pasar a ser sufrimiento, el cuarto estrato. Y no solo por su intensidad sino por su duración, esto es, que devore todas las perspectivas de futuro, la indeterminación de un horizonte sin dolor, afectando a ese estrato espiritual y produciendo tristeza.

Tomas de Aquino, por su parte, admitió la existencia junto a la apetencia general de placer lo que llamo el apetito irascible y que hoy la sicología recoge con el nombre de agresividad. Y cuya misión es soportar el dolor y vencerlo. Podemos fijar tres especies de dolor cita: dolor corporal, dolor interior y tristeza. Estos corresponden a Cuerpo, Alma y Espíritu.

dolor2

Con este cuadro compaginamos el análisis de Tomas de Aquino con el de Max Scheler. Al distinguir diversas instancias afectivas y cognoscitivas, es posible como decíamos mas arriba, la simultaneidad de placer y dolor en un mismos individuo, pero eso sí, en diferentes instancias afectivas.

Finalmente valoro las palabras de Saray Pilar Royo
Rescatemos aquellas heridas del pasado o presente, que nos puedan estar haciendo daño, acojamos ese dolor, escuchémoslo, transformándolo y aprendiendo del mismo, para obtener lecciones que no se enseñan en la escuela y poder hacernos cada vez más sabios, conociendo cada uno de nuestros rincones. De esta manera, cada vez nos enfrentaremos a las situaciones de la vida con más experiencia, pudiendo atravesar el dolor con mayor capacidad de aprendizaje y descartando el sufrimiento.

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Esta compilación de conceptos forma parte de una serie de artículos ofrecidos en la Carrera de Coaching & Mentoring de Ser.Red.