Del latín accĭdens, -entis. Cualquier suceso que es provocado por una acción violenta y repentina ocasionada por un agente externo involuntario, y que da lugar a una lesión corporal. La amplitud de los términos de esta definición obliga a tener presente que los diferentes tipos de accidentes se hallan condicionados por múltiples fenómenos de carácter imprevisible e incontrolable.

El grupo que genera mayor mortalidad es el de los accidentes producidos con ocasión del transporte de personas o mercancías por tierra o transporte marítimo.

Lo importante de un accidente es observar qué parte del cuerpo resulta herida, así como la gravedad de la lesión. Si el accidente produce una fractura, consulta dicha palabra, además de la presente.

El accidente se produce para que la persona se dé cuenta de que se siente culpable, que se acusa de algo en el nivel del YO SOY. Por ejemplo, una madre está realizando sus quehaceres y su hijo la llama desde otra habitación de la casa. Ella finge no haber oído porque le parece que puede esperar y, al seguir haciendo sus labores, se cae y se lastima una pierna. Si se hiciera la pregunta: “¿En qué estaba pensando?”, se daría cuenta de que se estaba sintiendo como una madre sin corazón. Por ello se lastimó la parte del cuerpo que contribuyó a que fuera una madre así.

Tener un accidente es una de las formas que los seres humanos utilizan para neutralizar su culpabilidad. Creen que así pagan su culpa. Desafortunadamente, todo esto sucede de un modo inconsciente. Cuando los efectos de un accidente son lo bastante graves para impedir que la persona trabaje o haga alguna cosa en especial, estamos ante una forma inconsciente de concedernos un descanso. Esta persona se sentiría demasiado culpable si decidiera conscientemente darse un respiro.

Debes revisar tu percepción mental de la culpabilidad. De acuerdo con nuestro sistema legal, una persona es declarada culpable cuando se comprueba, sin lugar a dudas, que quiso hacer daño intencionalmente. Te sugiero que te preguntes, cada vez que te acuses, si de veras tuviste la intención de causar daño. Si no fue así, deja de acusarte, pues no hay razón para el castigo. En el ejemplo antes citado, ¿crees que la madre quería hacerle daño a su hijo?

Por otro lado, cuando una persona es culpable, la ley de causa y efecto se ocupa de ella, porque todo nos regresa según nuestra intención. Una persona prudente y responsable se reconoce culpable cuando es el caso, pide perdón a la persona perjudicada y acepta la idea de que un día aquello le será devuelto. Al ser consciente, lo vivirá de una forma armoniosa, en la aceptación, y sabrá que todo está en orden, de acuerdo con la justicia divina.

Si tu accidente fue provocado de manera inconsciente para poder descansar, es importante que te des cuenta de que podías haberte permitido ese descanso sin causarte daño, utilizando un medio mucho más sencillo: plantear abiertamente tus necesidades. Si tu accidente es importante y te produce un gran dolor, como en el caso de una FRACTURA, ello indica que tienes pensamientos de violencia hacia alguien; poco importa que seas consciente de ellos o no. Como no te puedes permitir este tipo de actitud y esta violencia ya no puede ser contenida, se vuelve contra ti. Debes liberarte y expresar lo que sientes hacia la persona involucrada, sin olvidar perdonarte por estos pensamientos.

El accidente suele ser sinónimo de culpabilidad. Está conectado con mis culpabilidades, con mi modo de pensar y con mi funcionamiento en la sociedad. También denota cierta reacción hacía la autoridad, incluso varios aspectos de la violencia. Puede suceder que tenga dificultad en afirmarme frente a esta autoridad, a hablar de mis necesidades, mis puntos de vista, etc. Entonces “me hago violencia” a mí – mismo. El accidente indica una necesidad directa e inmediata de pasar a la acción. La necesidad inconsciente de cambio es tan grande que el pensamiento usa de una situación extrema, incluso dramática para que tome consciencia que debo probablemente cambiar la dirección que actualmente estoy tomando. Es una forma de auto – castigo consciente o inconsciente. La parte del cuerpo herida durante el accidente habitualmente ya está enferma o debilitada, bien por una enfermedad, una dolencia, un corte, una quemadura o cualquier predisposición a los accidentes. El accidente me permite observar esta debilidad haciéndola subir a la superficie.

El accidente también es mi incapacidad a verme y a aceptarme tal como soy. Ya que soy responsable al 100% de mis actos y de mi vida entera, puedo explicarme más por qué me he atraído tal forma de accidente. ¿Atraído, dice Ud.? Sí, porque todo esto viene de mis pensamientos más profundos, de mis “patrones” (esquema de pensamiento que hace que se repitan acontecimientos en mi vida) o esquemas de pensamiento de infancia. Es muy posible que me atraiga castigos si, hoy, tengo la sensación de hacer algo y de no estar correcto. Exactamente como en mi infancia; me castigaban cuando no estaba correcto.

Está esto grabado en mi mental y es tiempo de cambiar mi actitud. El lado “moral” del ser humano lo lleva a castigarse si se siente culpable, de aquí el dolor, las aflicciones y los accidentes. Es capital saber que puedo sentirme culpable en una situación cualquiera si y sólo sé que hago daño a otra persona. En todas las demás situaciones, soy responsable pero no culpable. Debo recordarme que soy mi propia autoridad (en el sentido de individuo). Necesito tomar mi lugar en el universo. Debo cesar de hacerme violencia. Como ya lo escribí anteriormente, el accidente está vinculado a la culpabilidad y ésta, al miedo con relación a una situación. El miedo a no estar correcto se percibe frecuentemente bajo el aspecto de la culpabilidad en vez del de la responsabilidad.

Frecuentemente el accidente me obliga a cesar o frenar mis actividades. Sigue algún período de planteamiento. Manteniéndome abierto y objetivo con relación a mí – mismo, descubriré rápidamente la o las razones de dicho accidente. ¿Perdí el control de la situación? ¿Es para mí el momento de cambiar de orientación? ¿Tengo dificultad en escuchar los signos interiores o mi intuición, de tal modo que me atraigo un signo radical en el plano físico? ¿Observé cómo se produjo el accidente? ¿Cuál era mi estado antes y después? Es muy importante volver a ver las condiciones que rodean el accidente; analizo las palabras usadas y tomo consciencia que ponen en evidencia lo que vivo en el momento del accidente. Observo todos los signos y símbolos de esta situación (accidente) y escucho mi voz interior para encontrar una solución que me evitará probablemente empeorar todo esto.

La predisposición a los accidentes es un estado que se produce durante una relación conflictual con la realidad, la incapacidad de estar plenamente presente y consciente del universo tal y como se presenta a mí. Es como si quisiera estar en otro lugar. Estoy desconectado de lo que sucede alrededor mío, quizás porque encuentro mi realidad inaceptable o difícil de vivir. Necesito estar mejor conectado sobre mí – mismo para descubrir mi seguridad y mi confianza interiores.

Dice Louise Hay: Los accidentes no son accidentales. Como todo lo demás que hay en nuestra vida, nosotros los creamos. No se tra­ta de que nos digamos que queremos tener un accidente, sino de que nuestros modelos mentales pueden atraer hacia nosotros un accidente. Perece que algunas personas fueran «propensas a los accidentes», en tanto que otras andan por la vida sin hacerse jamás un rasguño.

Los accidentes son expresiones de cólera, que indican una acumulación de frustraciones en alguien que no se siente libre para expresarse o para hacerse valer. Indican también rebelión contra la autoridad. Nos enfurecemos tanto que queremos golpear a alguien y, en cambio, los golpeados so­mos nosotros.

Cuando nos enojamos con nosotros mismos, cuando nos sentimos culpables, cuando tenemos la necesidad de cas­tigarnos, un accidente es una forma estupenda de conse­guirlo.

Puede que nos resulte difícil creerlo, pero los accidentes los provocamos nosotros; no somos víctimas desvalidas de un capricho del destino. Un accidente nos permite recurrir a otros para que se compadezcan y nos ayuden al mismo tiempo que curan y atienden nuestras heridas. Con frecuen­cia también tenemos que hacer reposo en cama, a veces du­rante largo tiempo, y soportar el dolor.

El sufrimiento físico nos da una pista sobre cuál es el do­minio de la vida en que nos sentimos culpables. El grado de daño físico nos permite saber hasta qué punto era severo el castigo que necesitábamos, y a cuánto tiempo debíamos es­tar sentenciados.

El Accidente, desde la Visión de Aristóteles
Lo que ocurre a algo sin constituir, a un elemento esencial o al derivar de su naturaleza esencial.

Aristóteles definió el accidente,como sigue: «El accidente es lo que, a pesar de no ser ni definición ni lopropio [propiedad] ni género, pertenecea la cosa; o lo que puede pertenecera una sola y misma cosa, sea la que fuere; como, por ejemplo, estar sentado puede pertenecer o no a un mismo ser determinado, y también blanco, pues nada impide que la misma cosa sea ahora blanca, ahora no blanca. La segunda de estas dos definiciones es la mejor, pues si se adopta la primera es menester para comprenderla saber ya lo que son la definición, lo propio y el género, en tanto que la segunda se basta a sí misma para comprender lo que es en sí aquello de que se habla».

El accidente es «lo que pertenece a un ser y puede ser afirmado de él en verdad, pero no siendo por ello ni necesario ni constante. Lo accidental se distingue por ello de lo esencial. Se distinguetambién de lo necesario, de tal modoque el accidente es fortuito y contingente, puede existir o no existir. Se ha preguntado a veces si hay una ciencia de los accidentes, es decir, del ser por accidente, kata\sumbebhko/j . Aristóteles contesta a esta pregunta negativamente. Aunque una respuesta tajante a la cuestiónsea difícil, debe reconocerse que la ciencia —sea por prestar preferente atención a las esencias o naturalezas, sea por pretender explicar lo que es necesariamente como es, sea por subrayarlo universal o la ley— tiende a evitar lo accidental. Muy influyente fue la doctrina del accidente presentada por Porfirio en su Isagoge como parte de la teoría de los llamados predicables.

Nos hemos extendido sobre esta teoría en el artículo referido. Nos limitaremos aquí a señalar que Porfirio define el accidente como sigue: «El accidente es lo que se produce y desaparece sin acarrear destrucción del sujeto . Se divide en dos especies: uno es separable del sujeto; el otro, inseparable. Así, dormir es un accidente separable; ser negro, aunque sea un accidente inseparable para el cuervo y para el etíope, no impide que haya la posibilidadde concebir un cuervo blanco y un etíope que pierda su color sin que el sujeto sea destruido. También puede definirse como sigue: el accidente eslo que puede pertenecer o no al mismosujeto, o, finalmente, lo que no es ni género, ni diferencia, ni especie, ni lo propio y, sin embargo, subsiste siempre en un sujeto.»Siguiendo a Aristóteles, a Porfirio y a Boecio especialmente, los escolásticoshan tratado con gran detalle la noción de accidente. Muchas son las definiciones dadas de ‘accidente’ (segúnLéon Baudry, Guillermo de Occamda nada menos que cuarenta y dos definiciones, si bien pueden reducirsea cinco esenciales). En general, la doctrina del accidente es tratada por los escolásticos —especialmente por los neoescolásticos— en dos secciones:en la lógica y en la ontología.

Desde el punto de vista lógico, el accidenteaparece, al lado de la substancia,como uno de los dos supremos géneros de las cosas, entendiendo por ellos los géneros lógicos y todavía no los trascendentales. El accidente es entonces el accidente predicable, o sea el modo por el cual algo «inhiere» en un sujeto. Desde el punto de vista ontológico, el accidente es prédicamentalo real, es decir, expresa el modo por el cual el ente existe. De este accidente se dice que naturalmenteno es en sí, sino en otro, por lo cual el accidente posee metafísicamente una especie de alteridad. El accidente ontológico se divide entonces en absoluto y modal, pero el accidente absoluto no es en manera alguna equiparable a la substanciay al ser que existe o puede existir por sí, pues es propio del accidente no ser per se. De ahí que los escolásticos vean en el accidente algo realmente distinto de la substancia, algo necesitado de un sujeto.

La fórmula que conviene al accidente es, por lo tanto, la de que su esse estinnesse, la de que su ser es «estar en»,es decir, «en otro». Así lo expresa Santo Tomás al enunciar que el accidentees res, cuius naturae debeturesse in alio (S. theol, III, 9. LXXVIIa. 1 ad 2). O el Pseudo-Grossetesteal definir el accidente en términos de inherencia: «el accidente es aquellocuyo ser consiste solamente en inheriren algo». Por otro lado, el problemade la distinción o separación entreaccidente y substancia estaba estrechamente vinculado con el problema de su individualidad, con el de la producción del accidente, y aun con el del propio accidente en cuanto forma, es decir, con su accidenteïtas. Ahora bien, la distinción real entre accidente y substancia, no obstante su postulada inherencia, no corresponde a muchas de las direccionesde la filosofía moderna, sobre todo de la metafísica del siglo XVII, para la cual el accidente se presentacomo un aspecto de la substancia. El accidente se llama entonces casi siempre , y se considera, según ocurre en Spinoza, como afección de la substancia. Pero al ser colocado, por así decirlo, dentro de la substancia, el accidente tiende aidentificarse con ella y a anularse toda distinción posible, pues se descubre una sola y no varias maneras de inherencia.

Hay, en suma,una sola manera de ser el modo afección de la substancia, y no una trama de relaciones como las de partetodo, efecto-causa, consecuencia-principio,etc. Esta concepción podía constituir la base para una ulterior negación del concepto mismo de substancia, pues esto no implicaba la negación de lo real, sino la atribución a lo real de fenomenalidad. Se llama impropiamente definición por el accidente a la que tiene lugar mediante la indicación de los caracteres o notas accidentales del objeto-sujeto. Cuando esta determinación pretende ser una verdaderadefinición se habla de «sofisma delaccidente». La conversión por el accidente es la que tiene lugar cuando se deduce de la universal afirmativa una particular afirmativa.

Compilado por Fabián Sorrentino y Abasuly Reyes. Martes, 14 de junio de 2011, 16:41
Fuente Narrativa: José Ferrater Mora y Diccionario de las Enfermedades Emocionales.