Esta fobia es un temor enfermizo a los espacios abiertos y a los lugares públicos. Es la más extendida de las fobias. Las mujeres son dos veces más sensibles que los hombres, aunque muchos de ellos la ocultan con el alcohol. Prefieren convertirse en alcohólicos antes que admitir su pánico incontrolable.

La persona que padece agorafobia sufre de ansiedad y de angustia hasta el extremo de llegar a sentir pánico.

Esta situación angustiosa le produce reacciones fisiológicas (palpitaciones cardiacas, aturdimiento, tensión, debilidad muscular, sudación, dificultad para respirar, náuseas, incontinencia, etc.) que pueden producirle pánico; reacciones cognitivas (sentimientos de extrañeza, miedo de perder el control, de volverse loco, de ser humillado en público, de desmayarse o de morir, etc.) y reacciones conductuales (evasión ante situaciones generadoras de ansiedad y, por supuesto, de cualquier lugar que le parezca alejado del lugar o de la persona que le confiere seguridad).

Como la mayoría de quienes sufren agorafobia padecen hipoglucemia, te sugiero que también consultes este término.

El miedo y las sensaciones que experimenta la persona con agorafobia son tan fuertes que llegan a hacerle evitar las situaciones de las cuales no puede huir. Por este motivo necesita encontrar a alguien que se convierta en la persona segura con la cual pueda salir y también necesita un lugar seguro donde poder refugiarse. Incluso hay quienes no salen en absoluto. Siempre encuentran una buena razón para ello, aun cuando las catástrofes que anticipan no se produzcan jamás. La mayor parte de estos enfermos fueron muy dependientes de su madre durante su infancia, y se sentían responsables de su felicidad o de ayudarla en su rol de madre. Una forma de ayudarlos es resolver su situación materna a nivel emocional.

Los dos grandes temores de quien sufre agorafobia son el miedo a morir y el miedo a la locura. Estos temores surgieron en la infancia y el enfermo los vivió en una situación de aislamiento. Una situación propicia para desarrollar la agorafobia es la muerte o locura de algún familiar. También es posible que quien la padece haya estado a punto de morir siendo niño, o que en su ambiente familiar se transmitiera el miedo a la locura o a la muerte. Este miedo a morir lo vive el enfermo en todos los niveles, aun cuando no se dé cuenta de ello.

No se cree capaz de enfrentarse a un cambio en el terreno que sea, porque ello representaría una muerte simbólica. Es por esto que cualquier cambio le hace vivir momentos de gran angustia que acentúan su estado. Estos cambios pueden ser el paso de la infancia a la adolescencia, de la adolescencia a la edad adulta, de la soltería al matrimonio, una mudanza, un cambio de trabajo, un embarazo, un accidente, una separación, la muerte o el nacimiento de alguien, etc.

Estas angustias y temores pueden ser inconscientes y permanecer ocultos durante muchos años hasta que, un día, el enfermo llega a su límite mental y emocional, y, no pudiendo ya controlarlos, se vuelven conscientes y se manifiestan externamente. La persona con agorafobia también tiene una imaginación desbordada y sin control.

Se imagina situaciones fuera de la realidad y se cree incapaz de hacer frente a esos cambios.

Esta enorme actividad mental le hace temer la locura y no se atreve a hablar de ello con los demás. Es urgente que se dé cuenta que no se trata de locura, sino de una sensibilidad demasiado grande y mal administrada.

Si tienes los síntomas mencionados, debes saber que lo que sientes no es locura y que no te va a ocasionar la muerte.

Sencillamente, fuiste un niño demasiado abierto a las emociones de los demás, creyendo además que eras responsable de su felicidad o su desdicha. Como consecuencia, te volviste muy sensible a fin de poder estar al acecho y prevenir las desgracias de los que te rodeaban.

Por eso, cuando estás en un lugar público, captas las emociones y los temores de los otros. Lo más importante es que aprendas en qué consiste la verdadera responsabilidad. Lo que hasta ahora has creído que era tu responsabilidad, no lo es, y además es algo muy nocivo para ti. Este auténtico concepto de la responsabilidad forma parte de las enseñanzas contenidas en mi libro Escucha a tu cuerpo. La agorafobia viene de las palabras griegas AGORA (que significa plaza pública) y PHOBUS (temor).

Es el pánico de la muchedumbre y también el de tenerle miedo. Está fuertemente vinculado a un miedo inconsciente a la muerte. Si estoy afectado de agorafobia, soy probablemente una persona muy sensible, receptiva a varios niveles (sobre todo psíquico [al nivel de mis pensamientos, al nivel mental]) y dotada de una imaginación muy fértil. Soy muy dependiente en el plano afectivo y verdaderamente no he cortado con el(los) lazo(s) materno(s).

Tengo dificultad en discernir mi verdadero yo de lo que yo estoy creando en el plano psíquico, es decir formas- pensamientos, lo cual alimenta mis angustias. Soy similar a una esponja: absorbo las emociones ajenas (sobre todo los miedos) sin discernir, filtrar ni proteger lo que me pertenece del resto, y aumento tanto mis miedos como los de los demás. Por lo tanto, tengo tendencia a replegarme sobre mí – mismo, a sentirme responsable de todo, a comunicar muy poco , salvo con la persona en quien tengo enormemente confianza, con quien me siento en seguridad: me aíslo pues por temor a apartarme de esta forma de seguridad. Incluso puedo pensar estar afectado de locura y debo cesar de creer esto lo antes posible.

Me es fácil controlar todo esto en un lugar donde estoy en total seguridad. Sin embargo, tan pronto como dejo éste, todo se derrumba! Me angustio por todo, como si mis miedos me invadiesen al punto de tener la sensación de perder el control!

Tan pronto como una experiencia me estimula demasiado fuerte (nacimiento, accidente, fallecimiento, catástrofe), corro el riesgo de ahondarme aún más en mis angustias (ruidos, gente, etc.) sin jamás hallar ninguna situación duradera, de donde la ampliación de la agorafobia. Además, mi nivel de crítica está alto porque vivo mucha inseguridad, hago poca confianza y creo que las cosas y situaciones no van tan bien como quisiese: por lo tanto, critico.

La agorafobia sobreentiende a veces un conflicto con mi madre, a quien critico constantemente. Debo cambiar mi actitud ahora mismo. Acepto mis miedos uno por uno, tales como son, ¡porque sé que envenenan mi vida, pero pueden también hacerme progresar! Aprendo a amarme y a aceptarme, a amar mi lado materno y protector (madre), a construirme un universo físico e interior lleno de felicidad, sin crítica ni dependencia.

Tengo también la ventaja de expresarme en mi comunicación verbal y mi creatividad. ¡Debo superar el temor a “perder mi lugar” y estar en armonía conmigo mismo! Sigo responsable de mi felicidad, incluso si tengo tendencia a creer que determino tanto la felicidad como la desgracia de los demás. Acepto coger los riesgos y anticiparme a mis temores que frenan mi poder creativo.

Esto me ayudará a controlar mejor mi vida y mis impulsos interiores. Una sexualidad equilibrada y activa tendrá la ventaja de hacerme soltar esta fijación emocional ligada al plano mental.

Los síntomas de la espasmofilia son idénticos a los de la agorafobia.
Véase esta definición, agregando que la persona siente que su gran corazón no es reconocido por los demás.