Organización dinámica de los patrones conductuales del individuo; manifestación conductual de la identidad del yo, determinada por la integración del concepto de si mismo y de los otros significativos.

Carácter es sinónimo de cuño, huella, marca.
Con esta noción se hace referencia a disposiciones permanentes, profundas y difícilmente modificables. La génesis y estructuración del carácter han sido objeto de diversas investigaciones y propuestas teóricas. Muy conocidas son las de Klages, Lersch, Wellek, Rothacker, Lewin y Freud. Todas ellas tienen en común la idea de que el carácter no se manifiesta de forma total y definitiva en la infancia, sino que pasa por distintas fases hasta alcanzar su completa expresión al final de la adolescencia.

Stephen Covey hace una clara diferencia entre la ética de la personalidad y la del carácter.
Ellas se diferencian entre si sustancialmente porque mientras la ética de la personalidad se basa en una serie de técnicas, habilidades, actitudes y conductas que trabajan mayormente solo la actitud mental y en ocasiones resultaban manipuladoras, la ética del carácter basa su fuerza en principios que si bien no son nuevas, tienen transcendencias a través del tiempo y que son inamovibles como la integridad, el valor, el amor, etc. y que nos puede dar la seguridad de tomar las decisiones correctas, a si como tener una perspectiva clara de las cosas.

Por lo tanto el carácter hace más hincapié en el fondo, en los principios y valores mientras la personalidad lo hace en el cómo, en la forma.

En un reportaje del «Portal del Coaching» a Stephen Covey, cuando le preguntan acerca del poder de herramientas tales como la PNL y la terapia Guestalt, Covey dice: la programación Neuro-Lingüística y la terapia Gestalt son positivas. Sin embargo yo pondría el mayor valor en el carácter. Creo que el 90% de los errores de liderazgo se deben a errores de carácter y no a errores de habilidad o a la inhabilidad de manipular nuestra mente. Una vez he participado en una conferencia de neuro-lingüística sobre este tema. He propuesto que por cada mil que están atacando a las hojas, hay uno atacando la raíz. El problema no es saber cómo manipular tu mente para obtener mejores resultados. El problema es saber vivir según conciencia. Se trata del carácter. La ética del carácter es la que se descuida.

Ejemplos de rasgo de carácter: Un rasgo de carácter en un conjunto de conductas diferentes que se pueden englobar para clasificar a alguien.

Conducta A : No coge lo ajeno.
Conducta B : Dice la verdad. Honrado,
Conducta C : Paga impuestos. Honesto
Conducta D : Respeta lo ajeno.

Conducta A : Acepta trabajo de los demás.
Conducta B : Se queda horas extras Tonto
Conducta C : Busca más trabajo.

Conducta A : Llega tarde al trabajo.
Conducta B : Evita trabajar.
Conducta C : Anda atrasado en sus deberes. Es un Haragán
Conducta D : Duerme hasta tarde.

Otro aporte de: German Bruno Fierro
«Las explicaciones biológicas de la naturaleza y de la conducta humana se centran en la noción de organismo; la explicación sociológica, en la persona. Con respecto a la persona, hemos tratado el condicionamiento y el instinto como mecanismos explicativos; al definir y elaborar la noción de persona hemos considerado los roles e instituciones»
Charles Wright Mills, en su libro «carácter y estructura», plantea en su intento de comprender al individuo humano, cuatro concepciones claves y útiles. Cada uno de estas concepciones se refiere a un aspecto del ser humano. Estos son:
– Organismo humano:
Se refiere al hombre y a la mujer como entes humanos. Subrayando los mecanismos estructurales y los impulsos indefinidos.

– Estructura psíquica:
Para referirse al ser humano como una integración de percepción, emoción e impulso, que corresponde a las sensaciones, sentimientos e impulsos respectivamente. (más adelante destacaré la importancia de la estructura psíquica con respecto a la formación del carácter)

– La persona:
Se refiere al «hombre» como actor de roles y es con relación a ésta consideración del «hombre» que tratamos de comprender su conducta en términos de motivaciones antes que explicar su comportamiento en términos de estímulos y respuestas.

– La estructura del carácter:
Es la integración relativamente estabilizada de la estructura psíquica del organismo ligada con roles sociales de la persona. Es decir, una integración entre los tres aspectos anteriores.

De acuerdo a la escuela francesa iniciada por Heymans y continuada por Le Senne, el carácter parte de tres propiedades; emotividad, actividad y resonancia.

Así, el carácter de una persona puede ser: emotivo o no emotivo, activo o no activo y primario o secundario.

Emotivo o no emotivo

La emotividad es la conmoción que producen los acontecimientos de la vida diaria. Todos tienen la capacidad de conmoverse, pero se llamará emotivo a quien se conmueve mas fácilmente que la mayoría de las personas.

La emotividad se reconoce por la desproporción entre la importancia objetiva de un acontecimiento y el impacto subjetivo que causa. Son rasgos típicos del emotivo el humor variable, la excitabilidad, la inquietud, la impresionabilidad y la tendencia a exagerar.

Activo o no activo

La actividad no tiene nada que ver con el activismo o el movimiento continuo de las personas nerviosas o impulsivas. El activo tiene una necesidad espontánea de actuar, se siente empujado hacia la acción. Esta propiedad se reconoce observando a las personas de la manera como reaccionan ante un obstáculo. El no activo duda, retrocede, se desanima y con frecuencia abandona.  En cambio, para el activo el obstáculo se convierte en un refuerzo de la acción, se convierte en un reto.

Los rasgos típicos del activo son: se centra rápidamente en el trabajo, es decidido, perseverante y no aplaza las tareas.

Primario o secundario

La resonancia es la repercusión que las impresiones tienen sobre el ánimo de cada persona. Si las impresiones tienen efecto sobre la conducta en el momento de la gran emoción, la resonancia es primaria. En cambio, si las impresiones influyen en un momento posterior a la emoción, la resonancia es secundaria.

Los primarios, por ejemplo, suelen reaccionar de forma rápida y contundente ante las ofensas que reciben, pero pronto se olvidan de ello. Por el contrario, los secundarios tardan más en reaccionar, pero les cuesta mucho más tiempo olvidar el disgusto.

El primario vive el presente y le gusta el cambio, ello favorece a la capacidad de soltura, la rapidez de reacción y el entusiasmo. Actúa frecuentemente de forma dispersa y superficial. El secundario vive el pasado, está aferrado a sus recuerdos y principios y con frecuencia es prisionero de sus rutinas y prejuicios. Todo ello facilita la reflexión, el orden, la sistematización, la perseverancia y la coherencia mental.

Las distintas formas en que las tres propiedades pueden combinarse dan lugar a ocho tipos de carácter:

Emotivo no activo primario E, Na, P Nervioso
Emotivo no activo secundario E, Na, S Sentimental
Emotivo activo primario E, A, P Colérico
Emotivo activo secundario E, A, S Apasionado
No emotivo activo primario Ne, A, P Sanguíneo
No emotivo activo secundario Ne, A, S Flemático
No emotivo no activo primario Ne, Na, P Amorfo
No emotivo no activo secundario Ne, Na, S Apático

(Adaptado del curso “El profesor y la orientación personal de sus alumnos”, Instituto de Ciencias de la Educación. Universidad de Navarra, España)

Una clasificación como esta constituye una buena base para orientar la formación de los alumnos. Debe verse como un punto de referencia y una ayuda, más no como un fin en sí misma, ya que de lo contrario se corre el riesgo de etiquetar a los alumnos y perder la objetividad.

Compilado por: Fabián Sorrentino