La cirrosis es una crisis global de las funciones fisiológicas del hígado. El alcoholismo es el factor principal (en promedio, 90% en el hombre y 75% en la mujer). Al principio, los trastornos son de orden digestivo (pérdida del apetito, digestión lenta y pesada, ardor gástrico) y de orden general (fatiga, adelgazamiento). Después los problemas se vuelven más graves y de orden vascular.

Véase la descripción en problemas del hígado. Sin embargo, como la cirrosis es la enfermedad hepática más importante, debe tenerse en cuenta que quien la sufre ha llegado a un estado de urgencia y debe corregirse. Su cuerpo le habla de una manera muy clara. Le dice que ha llegado a sus límites físico, emocional y mental, y que sólo él puede remediarlo.

Su manera de ver la vida está a punto de destruirlo. Debe dejar de rebelarse y de creer que la vida es muy injusta. La cirrosis es una enfermedad inflamatoria del hígado causada, entre otras cosas, por el consumo abusivo de alcohol.

La CIRROSIS se encuentra en el que se siente empujado por la vida, por acontecimientos o ciertas situaciones que le obligan a avanzar. Sintiéndome empujado contra mi voluntad, resisto y me agarro a mis opiniones. Vivo con rencor y agresividad.

Esta enfermedad es el reflejo de mi ira, mi resentimiento frente a la vida y a lo que me sucede. Estoy lleno de una agresividad interior latente y me culpo constantemente porque tengo la convicción de haber “equivocado” mi vida. Paso mi tiempo culpándome y criticando a los demás.

Me endurezco tanto que ya no consigo ver la luz al final del túnel. Para ayudarme a reanudar con la vida, acepto vivir el instante presente y ver todo lo bueno que me está sucediendo “ahora”.

Abro mi corazón y presto atención a cada gesto, en cada acción aquí y ahora y aprendo a no ser tampoco un juez severo. Siendo más tolerante conmigo mismo, lo seré también hacía los demás, lo cual me traerá mucho más armonía y felicidad en mi vida. Compruebo mis intenciones verdaderas, me mantengo abierto al amor y me perdono en lo que soy.