Es una conducta de rechazo a enfrentar una situación considerada por la persona amenazante. Es muy paradójico que se exija una conducta percibida como de riesgo para uno mismo. Se explica por el hecho de que estaría en general algo grave en juego, como la amenaza al grupo humano al que uno pertenece, o la autoestima. Cuando se está frente a la amenaza del propio grupo humano, se demandan conductas que superan el miedo en defensa de lo propio. Pero cuando está amenazada la autoestima, cabría explorar si no es más sano desinflar la autoestima que arriesgar la vida.

La cobardía es un vicio que comúnmente se considera como la degeneración de la prudencia, degeneración que lleva a toda anulación del valor. La cobardía se puede considerar como un exceso de prudencia tal, que es incapaz de encarar consecuencias. La cobardía generalmente es vista con desprecio en la mayoría de las culturas –si no es que en todas–, mientras que lo contrario, el valor, se recompensa y se anima.

De acuerdo con The Online Etymology Dictionary, la palabra “cobarde” viene del francés antiguo «coart» (en francés moderno es «couard»), lo cual sería la combinación de la palabra “cola” y un sufijo; por lo tanto su significado podría haber sido “uno con cola”, probablemente en alusión al hábito del perro de poner su cola entre sus piernas cuando está asustado.

Otra palabra más claramente relacionada es el “couard”, del francés antiguo, que significa literalmente «cobarde» y que era utilizado con frecuencia por los caballeros franceses en batalla.

¿Conoces a alguien al que pudieras definir como cobarde? ¿Cuáles son los motivos que te empujarían a definirlo así? ¿Se puede justificar su manera de actuar? En el trabajo, en la familia en el grupo de amigos… todos tenemos cerca a alguien a quien le podemos poner la etiqueta de cobarde. La cobardía es una de las características esenciales del ser humano. Es muy compartida, etiquetada en otros, pero muy poco reconocida. Sin embargo, y aquí quizás sea sorprendente, en determinados casos sigue siendo una estrategia adaptativa para nosotros.

En múltiples ocasiones todos hemos echado la vista atrás y nos hemos encontrado con una duda: saber cuál hubiera sido el resultado si hubiéramos actuado de otra manera en aquel momento. Y al analizarlo, vemos que la cobardía está detrás de muchos de nuestros “y si….”. La cobardía va de la mano del miedo y del conformismo. Son inseparables. Si no hay miedo detrás, no es cobardía; quizás comodidad o vagancia, pero no cobardía. Se puede ser cobarde en varias dimensiones de esta actitud. A nivel emocional, a nivel de comportamiento o incluso a nivel de pensamiento.

¿Cómo se es cobarde?

Existen varias formas de demostrar cobardía. La más evidente que se plasma en comportamientos. Más allá de lo que podamos sentir o pensar hay momentos en los que la situación nos pide actuar y no lo hacemos. Es un reflejo de “no reacción” por paralización, por inseguridad… podemos poner mil justificaciones. Esta es la forma más conocida y visible de cobardía. Podemos reconocer en los demás o en nosotros varios momentos en los que no dijimos un “te quiero”, “déjame en paz”, “no, ese es tu trabajo, hazlo tú”…

Amigos hablando en la calle

¿Cuántas veces hemos apartado pensamientos de nuestra cabeza por no enfrentarnos a ellos? También podemos ser cobardes de pensamiento. Puede pasar que exista una idea, una situación o incluso un recuerdo que nos molesta o nos da miedo y no le dedicamos tiempo. Ni siquiera nos lo planteamos, incluso sabiendo que se puede hacer “bola” en el estómago o dificultarnos la respiración. Cuando nos proponen hablar de ello nos evadimos, cambiamos de tema o mostramos una indiferencia forzada.

La palabra cobardía (cualidad del que tiene miedo) viene del sufijo -ía (cualidad) sobre la palabra «cobarde» y esta del francés couard = «que se mete la cola entre las piernas».
La palabra «cobarde» proviene del francés couard (también predecesora del término inglés coward). El origen se remonta al francés medieval coart, y ésta vendría de coue (cola), del latín cauda, que significa cola, y que haría alusión a la cola del perro y del lobo, que la esconden entre las piernas para mostrar sumisión y miedo, o sea, cuando «sienten cobardía».

Por último, el cobarde emocional. No sentir para no sufrir. Huir de las emociones es la solución para muchas personas. Entienden una emoción como una complicación. Aquellas personas que se dejan llevar no los entienden, pero detrás de los que huyen de las sensaciones de miedo, tristeza, cariño, enfado tienen sus motivos. Estos pueden estar relaciones con dificultad de reconocimiento, expresión y empatía en la infancia o adolescencia, malas experiencias de adultos e incluso el miedo a perder el control de los impulsos.

¿Por qué nos comportamos así?

Tanto si somos nosotros los cobardes como si es alguien que conocemos, el sentimiento en relación a la cobardía es de incomprensión, decepción e incluso rabia. ¿Por qué se comportan así? ¿Por qué me comporto así? Tanto para los valientes como para los cobardes existe la misma respuesta. Un modulador fundamental de nuestra valentía tiene que ver con el número y la calidad de las herramientas y el entrenamiento personal con el que contemos.

Fuentes: Wikipedia. Etimologías de Chile y Diccionario de Emociones, Actitudes y Conductas de la Universidad Bolivariana.