José Ferrater Mora, comenta que según Rudolf Eucken el vocablo ‘dualismo’ fue empleado primeramente por Thomas Hyde en su Historia religionis veterum Persarum, 1700 (Cap. IX, página 164) para designar el dualismo de Ormuz y Arimán; esta misma significación tenía todavía en Bayle (Dictionnaire historique et critique, art. Zoroastre) y en Leibniz (Theod., II, 144, 149).

Sólo con Wolff aparece un significado estrictamente filosófico, al utilizar ‘dualismo’ como algo contrario a ‘monismo’. Para Wolff, en efecto (Psychologia ratio·nalis, 1734, § 34), son dualistas los que afirman la existencia de dos substancias, la material y la espiritual, a diferencia de los monistas, que no admiten más que una. Distinto, en cambio, es el sentido en que el término fue empleado por Kant, al llamar dualistas (Das Ende der Dinge, 1794) a los que admitían que sólo un pequeño número de elegidos se salvan, contrariamente a lo que predicaban los unitarios.

“Mi mente me dice que no, pero mi corazón me dice lo contrario”

El significado filosófico, tal como fue utilizado por Wolff, es el que predominó a la larga, tanto más cuanto que con los vocablos ‘dualismo’ y ‘monismo’ se caracterizaban posiciones muy fundamentales en el problema de la relación alma-cuerpo, de tan amplias resonancias en la filosofía moderna a partir de Descartes. Así, Descartes es caracterizado como francamente dualista, en tanto que Spinoza representa el caso más extremado de monismo.

Sólo la posterior generalización del significado del término ha hecho que ‘dualismo’ significara, en general, toda contraposición de dos tendencias irreductibles entre sí. Desde este punto de vista, pueden entenderse como dualistas varias doctrinas filosóficas fundamentales: la filosofía pitagórica, que opone lo perfecto a lo imperfecto, lo limitado a lo ilimitado, lo masculino a lo femenino, etc., y hace de estas oposiciones los principios de la formación de las cosas; la especulación gnóstica y maniquea, con su oposición de los principios del Bien y del Mal; el sistema cartesiano, con la reducción de todo ser a la substancia pensante o a la substancia extensa.

El dualismo se entiende, además, de diversas maneras según el campo a que se aplique, hablándose de dualismo psicológico (problema de la unión del alma con el cuerpo, de la libertad y el determinismo), dualismo moral (el bien y el mal, la Naturaleza y la gracia), gnoseológico (sujeto y objeto), religioso, etc. Sin embargo, se llama más bien dualista a toda doctrina metafísica que supone la existencia de dos principios o realidades irreductibles entre sí y no subordinables, que sirven para la explicación del universo.

En verdad, esta última doctrina es la que se considera dualista por excelencia. Los múltiples dualismos que pueden manifestarse en las teorías filosóficas —como el llamado dualismo aristotélico de la forma y de la materia o el dualismo kantiano de necesidad y libertad, de fenómeno y noúmeno— no lo son sino en la medida en que se interpretan los términos opuestos de un modo absolutamente realista y aun se les da un cierto tinte valorativo. Sólo desde este punto de vista podemos decir que el dualismo se opone al monismo, que no predica la subordinación de unas realidades a otras, sino que tiende constantemente a la identificación de los opuestos mediante la subsunción de los mismos en un orden o principio superior.

La contraposición del dualismo con el monismo parece ser de tal manera absoluta, que cuando se trata de acogerse a una de las dos doctrinas no se encuentra otra posibilidad de orientación que esa misma decisión suprema a que se refería Fichte. Sin embargo, sería ilegítimo establecer una comparación de las doctrinas filosóficas basándose solamente en su pertenencia al dualismo o al monismo. Esto se advierte sobre todo en la cuestión del dualismo materia-espíritu, dualismo que ha dado origen, sobre todo en el curso de la época moderna, a numerosas soluciones.

Cada una de éstas comprende direcciones filosóficas de la más diversa índole; dualismo y monismo son insuficientes, por lo tanto, para caracterizar de manera cabal una tendencia filosófica. De ahí que toda referencia al dualismo deba referirse a una época concreta. Es lo que ha hecho Arthur O. Lovejoy al señalar que el dualismo de la época moderna entre las ideas y la realidad, la experiencia y la Naturaleza, el orden moral y el orden físico, va en camino de una superación sin necesidad de caer en un fenomenalismo o en un idealismo que, en último término, poseen bases dualistas.

El dualismo aquí referido es un «clima» filosófico concreto que unifica diversas corrientes filosóficas de una cierta época. G. Portig, Die Grundzüge der monistischen und dualistischen Weltanschauung, 1904. — L. Stein, Dualismus oder Monismus, 1909. — M. Stefanescu, Le dualisme logique, 1909. — E. Nobile, Dualismo e religione, 1922. — Id., id., Il dualismo nella filosofía. Sua ragione eterna e sue storiche vicissitudini, 2a ed., 1935. — Filipina d’Arcangelo, Il dualismo kantiano ed i suoi vari tentativi per superarlo, 1933. — Giovanni Bianca, Il dualismo di spirito e realtà nell’idealismo moderno 1935. — Simone Pétrement, Le dualisme dans l’histoire de la philosophie et des religions, 1946. — Id., id., Le dualisme chez Platon, les gnostiques et les manichéens, 1947.

Abasuly Reyes – miércoles, 10 de agosto de 2011, 18:02