El concepto de escasez, en economía, no designa la falta absoluta de un bien, sino la relativa insuficiencia del mismo con respecto a las necesidades, deseos o requerimientos de los consumidores. Un bien escaso, por lo tanto, es aquel cuya abundancia o disponibilidad es limitada. No existe escasez de aire, por ejemplo, puesto que este bien está disponible en forma irrestricta para sus consumidores, llamándoselo por lo tanto un bien libre. En cambio, todos los bienes y servicios que se comercian por un precio son bienes escasos, pues ellos se ofrecen en cantidades más o menos restringidas. Puede darse el caso de que haya pocos bienes de una cierta clase y que, sin embargo, no se los considere escasos desde el punto de vista económico: una piedra que no posea utilidad para la construcción y que no sea valorada por sus características estéticas u ornamentales, no es un bien económico pues no existe demanda para ella, por más que sea única en su especie y por lo tanto «escasa» en el sentido vulgar del término. El caso contrario también es frecuente: un recurso como el agua potable, aparentemente «abundante» en muchas regiones, debe considerarse sin embargo como un bien económico escaso pues, aunque fácil de obtener, no es sin embargo ilimitado.

La inmensa mayoría de los bienes son escasos debido a que, en cualquier momento dado, la oferta de materias primas, maquinaria, tierra, o trabajo necesarios para crearlos, resultan también escasa. De allí que uno de los problemas centrales de la economía sea estudiar las formas en que las diversas sociedades asignan los recursos escasos existentes a los infinitos fines posibles, pues producir más cantidad de un bien o servicio implica, necesariamente, que se produzca menos cantidad de otros. Este problema, que en las sociedades modernas se refiere en gran parte al respectivo papel que asumen tanto el mercado como el sector estatal, ha dado lugar a un amplio debate entre los partidarios de la planificación y los de la economía libre.

El tiempo, en economía, se considera como un recurso escaso que posee singular interés: la producción de bienes y servicios involucra, en todos los casos, el uso del tiempo y, como en el caso de cualquier otro factor productivo, éste puede destinarse siempre a usos alternativos que habrá que considerar antes de tomar una decisión.