Puede estar vinculada a mis primeras experiencias sexuales. Cuando me masturbo, me siento culpable porque lo siento como siendo “malo” o “prohibido”. Me doy prisa por lo tanto en alcanzar la eyaculación. El placer de lo prohibido siempre ha tenido una atracción muy fuerte e, incluso de modo inconsciente, intento volverlo a vivir. También puede que me imponga presiones y nerviosidad en mi deseo de resultado óptimo. Quiero probarme a mí y a mi pareja “lo que soy capaz de hacer”, con resultados opuestos y frecuentemente inesperados.

Debo relajarme y volver a aprender el placer sexual vinculado a la masturbación en un clima libre de coacciones y culpabilidad. Solo o con mi pareja, vuelvo a descubrir el gozo de la masturbación retrasando cada vez más el momento de la eyaculación. Esto se vuelve un juego en el cual encuentro mucho placer. Así puedo emprender una psicoterapia que me ayudará a disminuir esta culpabilidad que pude vivir en mi infancia y que hará disminuir mi ansiedad en querer ser el mejor desarrollando más confianza en mí.