Según el diccionario José Ferrater Mora, el infinitivo griego se ha usado como equivalente a (= «ser»), pero reforzando el sentido de . Puede traducirse, pues, por «ser de un modo verdadero», «ser de un modo real», «ser de un modo eminente», etc. Deriva , hipóstasis. «Hipóstasis» puede entenderse así como «verdadera realidad», «verdadera ou)si/a «. Frente a las apariencias hay realidades que se supone existen verdaderamente, «por hipóstasis» . En este caso están, según Platón, las ideas. Como se ha contrapuesto también la existencia real (o, en sentido moderno, «objetiva») a la existencia mental (o, en sentido moderno, «subjetiva»), y se ha equiparado la existencia mental con la «conceptual», se ha dicho a veces que las ideas platónicas no existen sino como hechos mentales o como conceptos y que decir lo contrario es «hipostasiarlas», es decir, tratar las ideas como hipóstasis de los conceptos.

El término ousia fue usado a veces para designar la substancia individual o substancia individual concreta (Cat., 5, 2 a), esto es, aquello que es siempre sujeto y nunca predicado. A veces se usó, sin embargo, para designar la especie o el género y, en general, la esencia o predicado común a varias substancias individuales concretas. En este último caso se reservó el nombre para designar la substancia individual, a diferencia de ο esencia. Pero como ello se prestaba a confusión, se distinguió entre ουsίa como esencia y hipóstasis, como substancía individual. Por lo tanto ο «primera ousía» fue equivalente a hipóstasis. La hipóstasis es la como llamaba Galeno. En este caso la hipóstasis es el sujeto individual en su último complemento: el supuesto o substancia completa en la razón de la especie en tanto que posee perfecta subsistencia . De ahí la expresión suppositum aut hypostasis.

La hipóstasis como subsistencia es entendida como un modo substancial agregado o unido a una naturaleza singular formando un suppositum. Si se quiere, la hipóstasis es la cosa misma completa, el acto por el cual la cosa existe por sí misma. A ello se refiere Santo Tomás al decir que la hipóstasis es la substancia particular, pero no de cualquier modo, sino en su complemento ( S. theol, III, q. II, 3 c. y ad 2). No todos los autores, sin embargo, siguieron la idea de que la voz «hipóstasis’ puede ser usada para designar la substancia individual concreta, sea ésta o no «completa». Cambios importantes en el sentido de ‘hipóstasis’ tuvieron lugar por un lado entre los neoplatónicos y por el otro entre varios autores cristianos.

Plotino, por ejemplo, llama «hipóstasis», u( po/stah sij, a las tres substancias inteligibles: lo Uno, la Inteligencia y el Alma del Mundo. Lo Uno, o el «primer Dios», da origen por contemplación a la segunda hipóstasis, la Inteligencia, y ésta da origen a la tercera hipóstasis o Alma del Mundo. ‘Engendrar’ significa aquí, desde luego, ‘emanar’. Los principios mismos no se «mueven»: como dice Plotino, «permanecen inmóviles engendrando hipóstasis» (Enn., III, iv, 1).

Cada una de las hipóstasis ilumina la hipóstasis inferior; por eso Plotino compara cada una de las tres hipóstasis con una clase de luz: el Uno es comparable con la «Luz» misma; la Inteligencia, con el Sol; el Alma del Mundo, con la Luna (Enn., V, vi, 4). Algunos filósofos neoplatónicos introdujeron hipóstasis subordinadas a cada una de las tres citadas hipóstasis inteligibles; así, la Inteligencia engendra tres hipóstasis (o subhipóstasis ) : el Ser, la Vida, el Intelecto [o Inteligencia]. Como la hipóstasis era una emanación y lo emanado era concebido por analogía con «lo reflejado», se tendió a multiplicar el número de las hipóstasis, aun cuando conservándose en la mayor parte de los casos la estructura triádica, la cual se fundaba en la supuesta sucesión de la unidad, la procesión y la conversión o reversión. Según Proclo, las hipóstasis son series que se dan en las emanaciones y que se hallan en una relación lógica de género a especie.

Filón concibió el Logos como una hipóstasis engendrada por Dios (Dios Padre), que es la «substancia originaria», el substrato de la figura de Su «Hijo». Muchos autores cristianos tomaron la idea de hipóstasis en un sentido que parece próximo al de los neoplatónicos, pero que difiere de éstos formalmente.

Por lo pronto, en lo que toca a los autores cristianos hay que tener en cuenta lo siguiente. Tanto ουsίa como u( po/sta sij fueron traducidos primariamente por substantia. Pero cuando ou)si/a comenzó a designar lo que es común a varias substancias individuales concretas, es decir, cuando ou)si/a se usó como equivalente no a «individualidad substancial», sino a «comunidad», no se pudo conservar la misma palabra substantia. Se propuso entonces el término persona — introducido probablemente por Tertuliano en el sentido legal. El sentido de ‘hipóstasis’ como ‘persona’ se halla próximo a la significación antes referida de «substancia completa» o substancia que existe por sí misma.

Sin embargo, en el lenguaje teológico se usó con frecuencia creciente persona (e hypostasis) para referirse primariamente a las Personas divinas. Los términos griegos y los términos latinos substantia, persona (y también natura) desempeñaron un papel capital en la especulación teológica. Limitémonos aquí a señalar que desde entonces se habló de hipóstasis como persona divina y que se introdujo la expresión unión hipostática’ para designar la unidad de dos naturalezas en una hipóstasis o persona. Especialmente se llama «unión hipostática» a la unión en la sola persona del Hijo de Dios de las dos naturalezas de Cristo: la naturaleza divina y la naturaleza humana.

Se ha dicho a veces que el uso del concepto de hipóstasis en el sentido apuntado aproxima la idea neoplatónica de hipóstasis a la idea cristiana de la hipóstasis, especialmente cuando se tiene en cuenta el supuesto paralelismo de las dos «Trinidades»: la del Uno, Inteligencia y Alma del Mundo, y la del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Sin embargo, las diferencias entre la noción de hipóstasis por un lado y la concepción de la Trinidad por el otro en ambas direcciones es tan considerable que resulta difícil, si no imposible, proceder a equipararlas. Según ha indicado Jules Simon (Histoire de l’École d’Alexandrie, t. I), no sólo hay una diferencia fundamental en lo que representa cada una de las hipóstasis, sino también en cuanto a la forma en que se «desenvuelve» y «manifiesta» la Trinidad misma.

Abasuly Reyes – miércoles, 24 de agosto de 2011, 14:14