En ética, los principios son leyes o normas de conducta que están orientadas a la acción.

Son declaraciones propias del ser humano, que apoyan su necesidad de desarrollo y gozo de espíritu.
Los principios son universales y se los puede apreciar en la mayoría de las doctrinas y religiones a lo largo de la historia de la humanidad. Se trata de leyes naturales de carácter general, universales, como, por ejemplo: amar al prójimo, no mentir, respetar la vida, etc.

Los principios son también intemporales; por ejemplo: la ley de gravedad (como caen los objetos), existía desde el tiempo de los romanos, pasó por la edad media y hoy todavía perdura y perdurará. Los principios morales son los mismos existieron, existen y existirán. Los principios son indiscutibles, no se puede gozar de madurez si uno no está dispuesto a escuchar comprensivamente.

Si quieres saber el poder de los principios, busca un palo de más o menos dos metros, tomalo de la punta y muévelo bruscamente, verás que el movimiento menor crea en el otro extremo un movimiento mayor. Ese es el reflejo del poder de los principios, nos dan seguridad, confiabilidad y un gran impacto.
Estas leyes naturales actúan independientemente de nosotros tengamos conocimiento o no de ellos.