Destacado médico argentino, revolucionó el campo de la cirugía cardiovascular con sus descubrimientos que alcanzaron prestigio internacional. Su figura ha merecido el reconocimiento mundial, en la magnitud que pocos alcanzan, por sus notables aportes en el terreno de la cirugía coronaria directa, o revascularización miocárdica, cuya técnica sistematizó y difundió.

Contribuyó así a salvar las graves obstrucciones coronarias que tantas vidas cobraban, prolongando y mejorando, además, la calidad de vida de numerosos enfermos en todo el orbe. Este médico, nacido en 1924 en la ciudad de La Plata, dio sus pasos iniciales como médico rural en la localidad de Jacinto Arauz, La Pampa.

A los 40 años resuelve trasladarse a los Estados Unidos, a la Cleveland Clinic Foundation, donde durante los siguientes diez años practica la especialidad elegida y desarrolla la técnica que tanto lo destacaría. A los 50 años retorna a la Argentina, donde hoy vive y dirige la fundación que lleva su nombre para hacer docencia y práctica y continuar el desarrollo de su técnica.

Su nombre ha sido inscripto con todos los honores en el Hall de la Fama, en Washington DC. La Cleveland Clinic Foundation lo recuerda con un emotivo monumento.

En el país pudo concretar el inicio de la fundación que lleva su nombre para fomentar la investigación y la docencia.

Nacimiento
Favaloro nació en 1924, se graduó en 1949 y ejerció 12 años como médico rural en la localidad de Jacinto Aráoz. En 1962 se fue a la Cleveland Clinic, donde ganó fama y prestigio mundiales. Entonces decidió regresar al país, en 1971, para crear, cuatro años más tarde, la Fundación Favaloro, a la que imaginaba idéntica a la Cleveland estadounidense.

La Fundación le permitió formar más de 400 médicos residentes bajo su supervisión, atender más de 347.725 consultas, 273.276 estudios no invasivos, 19.262 cateterismos, 5.894 cateterismos terapéuticos, 470 trasplantes y 20.174 cirugías.

Su trato con la Muerte: “Todos nos vamos a morir. No tengo miedo: me codeo con la muerte todos los días. Mi madre murió a los 91 años, mi padre a los 86; pero eso no quiere decir nada. A pesar de venir de una familia profundamente católica, creo que ”Chau, bueno, se terminó para siempre”. Por eso cada día hay que tratar de hacer lo mejor para uno, la familia y la sociedad. Lo que va a quedar es el recuerdo”.

Nacido en La Plata, el 12 de julio de 1923, hijo de un carpintero y de una modista, René Favaloro vivió una infancia pobre en el barrio El Mondongo,

un barrio de inmigrantes. De su padre a través de la carpintería logró una sorprendente habilidad manual.

En los potreros aprendió a amar el fútbol, y se hizo un hincha fanático de Gimnasia y Esgrima. Estudioso, fue un alumno aplicado, que hizo de la autodisciplina una filosofía de vida. Finalmente decidió inclinarse por la medicina.

En 1949 se graduó como médico en la Universidad Nacional de La Plata. Para él, la medicina era un apostolado, tal como la consideraban los maestros griegos. Desde que era estudiante había pensado en ejercer su profesión en algún pueblo del interior.

En 1950 se radicó en Jacinto Aráuz, un perdido pueblito de La Pampa. Se integró con los lugareños, lo que le permitió ir descubriendo las profundas necesidades sanitarias de su pueblo. Casado con María Antonia, su novia de la escuela secundaria, Favaloro pasó a ser en ese rincón pampeano el médico de todos.

Austero, vivió con su mujer en una vieja casa. En su libro Recuerdos de un médico rural, cuenta: ” En ella empezamos a organizar eso que llamamos clínica y que, en verdad, era sólo un centro asistencial adecuado a las necesidades de la zona”.

Dos años después de la radicación de Favaloro en La Pampa, llegó su hermano, también médico, y con grandes sacrificios armaron una sala de cirugía. Empecinados, trabajando más de 12 horas por día, los dos hermanos pudieron por fin comprar un equipo de rayos X. Escribía, “Todo lo que ganábamos lo invertíamos para agrandar y mejorar la clínica. Jamás compramos una sola hectárea de campo en Jacinto Aráuz.”

Pero su destino no era el de ser un buen médico rural, y decidió buscar otros horizontes y profundizar su especialización en la medicina. Así, viajó a los Estados Unidos, a laCleveland Clinic, para acrecentar sus conocimientos en cardiología. Allí permaneció durante diez años, dedicándose a la investigación y a la práctica de modernas técnicas quirúrgicas.

Llegaría así su gran y trascendental aporte a la cirugía cardiovascular: la técnica del bypass, es decir, la cirugía directa de revascularización miocárdica, una técnica que desarrolló él personalmente y que consis­tía en salvar las obstrucciones en los vasos sanguíneos al construir un puente entre dos venas o arterias.

La primera operación la hizo con una técnica personal y distinta a las que se utilizaban en ese momento: reemplazó el trozo de arteria coronaria dañado por una porción de vena safena.

En 1992, The New York Times lo consideró un “héroe mundial que cambió parte de la medicina moderna y revolucionó la medicina cardíaca”. El diario estadounidense no exageraba: Favaloro realizó 13.000 by-pass hasta sus 69 años, cuando decidió dedicarse íntegramente a la enseñanza.

Su paso por la célebre Cleveland Clinic, sus hallazgos científicos, le dieron un prestigio internacional que su modestia trataba de atenuar. Es larga la lista de distinciones internacionales que recibió. Pero la que mas lo emociono fue cuando en 1980 la Universidad de Tel Aviv lo designó Doctor Honoris Causa.

Las ofertas de clínicas de prestigio internacional, que Favaloro recibía en forma permanente, no pudieron disuadirlo de su regresó a la Argentina en julio de 1971. Regresó a la Argentina en 1971, con la determinación de poner a nuestro servicio su prestigio y meritos en aras de lograr que la medicina estuviera al servicio de la gente. Una vez en el país, su centro de operaciones fue el Sanatorio Güemes; posteriormente crearía la Fundación Favaloro. En el Sanatorio Güemes se hizo cargo del Departamento de Diagnóstico y Tratamiento de Enfermedades Toráxicas y Cardiovasculares.

Tenía por objetivo, además, fundar una escuela en esa especialidad, convocando a una pléyade de médicos que estuvieran en la cima de la técnica profesional en su tiempo. Favaloro era una figura querida y respetada por toda la sociedad, que lo veía en televisión en programas periodísticos y de interés general difundiendo conocimientos básicos para la prevención y el tratamiento de enfermedades y demostrando una preocupación sincera y profunda por los problemas sanitarios. Su nombre también aparecía ligado a gestos caritativos en favor de sectores muy humildes de la población, actos que ocultaba con un pudor que no podía disfrazar su esencial nobleza.

Desde entonces su prestigio fue en aumento. Organizó la Fundación Favaloro, que ha realizado decenas de trasplantes de corazón en el país. Nunca tuvo pelos en la lengua, denunció la corrupción de la dirigencia política y propugnó una medicina social al servicio del hombre. Le gustaba hablar sobre casi todos los temas, con palabras sencillas pero cargadas de crudeza lógica, que normalmente provocaban rechazo en los sectores de poder.

Como Médico lógico y cabal, no dudó en dar a conocer nuevos conceptos, que no siempre caían bien en sus colegas, como el que tomar con moderación un poco de vino y unos tragos de whisky podrían prevenir la ateroesclerosis.

La recurrente crisis económica argentina, las fatigosas y al parecer imbatibles trabas de la burocracia y la desidia estatal, angustiaron a Favaloro y le hicieron temer por el futuro de su Fundación. Ante tanto abatimiento decidió quitarse la vida. El hecho trágico e inesperado produjo una gran consternación popular. A Favaloro se lo admiraba por su pericia como uno de los mejores cardiocirujanos del mundo, pero más aún, se lo quería por su humanidad que desbordaba más allá de la compleja y sofisticada profesión.

Reconocimientos y distinciones
Favaloro fue miembro activo de 26 sociedades, correspondiente de 4, y honorario de 43. Recibió innumerables distinciones internacionales entre las que se destacan: el Premio John Scott 1979, otorgado por la ciudad de Filadelfia, EE.UU; la creación de la Cátedra de Cirugía Cardiovascular “Dr René G. Favaloro” (Universidad de Tel Aviv, Israel, 1980); la distinción de la Fundación Conchita Rábago de Giménez Díaz (Madrid, España, 1982); el premio Maestro de la Medicina Argentina (1986); el premio Distinguished Alumnus Award de la Cleveland Clinic Foundation (1987); The Gairdner Foundation International Award, otorgado por la Gairdner Foundation (Toronto, Canadá, 1987); el Premio René Leriche 1989, otorgado por la Sociedad Internacional de Cirugía; el Gifted Teacher Award, otorgado por el Colegio Americano de Cardiología (1992); el Golden Plate Award de la American Academy of Achievement (1993); el Premio Príncipe Mahidol, otorgado por Su Majestad el Rey de Tailandia (Bangkok, Tailandia, 1999).

Diez enseñanzas de Favaloro:
En una de las últimas conferencias importantes que dio en el exterior, René Favaloro resumió el decálogo del buen médico. Fue en Dallas, durante un homenaje al fundador de la Sociedad Internacional de Cardiología, Paul Dudley White. De él, Favaloro dijo extraer estos diez legados:

1. La historia clínica está por encima de cualquier avance tecnológico.
2. Todos los pacientes son iguales.
3. El trabajo es en equipo.
4. Máximo respeto al médico de cabecera.
5. Cobrar honorarios modestos.
6. Hacer docencia e investigación.
7. Prevenir, estimular la vida sana.
8. No perder el humanismo.
9. Abogar por la paz.
10. El optimismo tiene efectos biológicos.

CARTA DE RENE FAVALORO AL PRESIDENTE DE LA RUA
Al presidente, Fernando De la Rúa

Estimado Fernando:
Te escribo estas líneas porque nuestra Fundación está al borde de la quiebra. Tenemos emergencias ineludibles que deben solucionarse en los próximos días. Necesitamos alrededor de 6 millones de pesos.
No tengo conexiones con el empresariado argentino. A veces choco con algunos ‘peces gordos’ como Amalita o Goyo Perez Companc. Por eso, uno de los pedidos que te hice en nuestra última charla era que utilizaras tu influencia para conseguir la ayuda que tanto necesitamos.
En fin, te ruego que influyas para conseguir una donación urgente, creo que es el camino más corto. Perdonáme por el pedido. Te escribo desde la desesperación. Nunca en mi vida estuve tan deprimido.

Con el afecto de siempre…

CARTA DE RENE FAVALORO AL DIARIO “LA NACIÓN”
Al Director del Diario La Nación
Estoy pasando uno de los momentos más difíciles de mi vida. La Fundación tiene graves problemas económico-financieros. Se nos adeuda 18 millones de dólares y se hace cada vez más difícil sostener nuestro trabajo diario, que como siempre se brinda a toda la comunidad sin distinción de ninguna naturaleza, con tecnología de avanzada y personal altamente calificado.
Le envío una nota que destaca algunos hechos recientes; vea cómo se me trata en el mundo, en contraste con lo que sucede en mi país. Me refiero a aquellos vinculados al quehacer médico. La mayoría de las veces un empleado de muy baja categoría de una obra social -gubernamental o no- o de PAMI ni contesta mis llamados.
En este último tiempo me he transformado en un mendigo. Mi tarea es llamar, llamar y golpear puertas para recaudar algún dinero que nos permita seguir con nuestra tarea.
Sólo quiero decir que el final se acerca de a poco. No es para que te asustes, pero todo está consumado, y siento que estoy solo en esta sociedad, realmente, de mierda.
René Gerónimo Favaloro – 29 de Julio de 2000

ALGUNOS DE SUS PENSAMIENTOS
Fuente Consultada: Fundación Favaloro
Siempre he creído que toda realidad futura se eleva sobre cimientos de ideales y utopías. Sin duda, soñar es tarea fecunda. Dejaría de existir si no tuviera por delante desafíos que involucren por sobre todas las cosas, contribuir dentro y fuera de mi profesión al desarrollo ético del hombre.
(Conferencia “Ciencia Educación y Desarrollo”, Universidad de Tel Aviv, mayo de 1995)
Debe entenderse que todos somos educadores. Cada acto de nuestra vida cotidiana tiene implicancias, a veces significativas. Procuremos entonces enseñar con el ejemplo. (Conferencia “Ciencia Educación y Desarrollo”, Universidad de Tel Aviv, mayo de 1995)
Todos somos culpables, pero si hubiera que repartir responsabilidades las mayores caerían sobre las clases dirigentes. ¡Si resurgiera San Martín caparía a lo paisano varias generaciones de mandantes!.(De Recuerdos de un médico rural)
La ciencia es una de las formas más elevadas del quehacer espiritual pues está ligada a la actividad creadora del intelecto, forma suprema de nuestra condición humana.(Conferencia “Ciencia Educación y Desarrollo”, Universidad de Tel Aviv, mayo de 1995)
La ciencia es la expresión de una necesidad inherente al ser humano y, en todo caso, está ligada a la función superior de su naturaleza inteligente: la capacidad de crear. (Conferencia “Ciencia Educación y Desarrollo”, Universidad de Tel Aviv, mayo de 1995)
Proceder con honestidad en aras de la dignidad del hombre es el compromiso más trascendente en nuestro corto paso por este mundo.(Conferencia “Responsabilidad social del universitario de nuestro tiempo”, Universidad Católica de Córdoba, septiembre de 1981)

Ha llegado el momento, insisto, de detener el girar constante de nuestro planeta. Examinarlo, examinarnos, hacer el diagnóstico correcto y buscar todos juntos el tratamiento adecuado. Sólo lo lograremos si entendemos que estamos convocados por un compromiso ineludible: debemos luchar por una sociedad más justa y equitativa, sin prejuicios de ninguna índole. Sólo lo lograremos si no nos apartamos nunca de los lineamientos éticos basados en el respeto a la dignidad del hombre.
Debemos trabajar, trabajar y trabajar con pasión. Siempre habrá tiempo para el ocio fecundo, en beneficio de todos. Hemos de esforzarnos para mejorarnos individualmente pero entendiendo que formamos parte de una sociedad que demanda nuestra participación. Cuanto más destacada sea nuestra posición individual más grande será nuestro compromiso social. Ha llegado la hora de trabajar con humildad y modestia verdaderas. Hay que aprender a no marearse con las alturas de la montaña. En la montaña de la vida nunca se alcanza la cumbre.
(Mensaje de René Favaloro a los estudiantes reunidos en Glacier Park Lodge, Montana, Estados Unidos, 1993. De “Don Pedro y la educación”)

Si no tomamos conciencia del desastre ecológico que el hombre ha desatado en nuestro planeta -la Argentina no queda excluida- las consecuencias serán terribles. Todos debemos comprometernos a luchar sin descanso por la rehabilitación del aire, el agua y la tierra.(De “De La Pampa a los Estados Unidos”)
Los progresos de la medicina y de la bioingeniería podrán considerarse verdaderos logros para la humanidad cuando todas las personas tengan acceso a sus beneficios y dejen de ser un privilegio para las minorías. (Buenos Aires, Congreso de Bioingeniería 1999)

Estoy convencido de que a esta sociedad consumista, cegada por el mercado, la sucederá otra que se caracterizará por el hecho trascendente de que no dejará de lado la justicia social y la solidaridad. (Congreso de Bioingeniería 1999)

En cada acto médico debe estar presente el respeto por el paciente y los conceptos éticos y morales; entonces la ciencia y la conciencia estarán siempre del mismo lado, del lado de la humanidad. (Congreso de Bioingeniería 1999)

Es necesario insistir una vez más que si no estamos dispuestos a comprometernos -principalmente los universitarios- a luchar pos los cambios estructurales que nuestro país y toda Latinoamérica demanda -principalmente en educación y salud- seguiremos siendo testigos de esta sociedad injusta donde parece que el tener y el poder son las aspiraciones máximas. (De “Recuerdos de un médico rural”)
¿Escucharemos alguna vez los mensajes que nos legaron con sus vidas y sus libros Sarmiento, Hernández, Hudson, Mallea, Martínez Estrada, Agustín Álvarez, Luis Franco, Julio Irazusta, Henríquez Ureña (por no citar sino algunos pocos) o seguiremos siendo testigos de la decadencia de la sociedad de consumo? (De “Recuerdos de un médico rural”)

Por sobre todo deseo mostrar cómo, mediante una planificación ordenada, con decisión y tremendo esfuerzo, pudieron realizarse cambios a nivel comunitario que hoy, luego de muchos años, siguen teniendo en mí una vivencia real y cercana quizá porque representan la parte más importante de mi vida, la que ha dejado a través de profunda convivencia huellas que son imborrables en el fondo de mi alma. (De “Recuerdos de un médico rural”)

Existe en el país enorme cantidad de tierra improductiva -mucha de ella fiscal- a la que hay que agregar en estos últimos años centenares de miles de hectáreas que están allí, al lado de los diques construidos desde Cabra Corral hasta El Chocón, esperando la mano del hombre para derramar el agua y traer progreso al país. Sabemos, por ejemplo, que medio millón de hectáreas bajo riego en California produce la inmensa mayoría de vegetales que consumen los 220.400.000 habitantes de Estados Unidos de América. Es fácil predecir lo que se podría hacer transformando más de dos millones de hectáreas dormidas al pie de nuestros lagos con el esfuerzo mancomunado del hombre y del Estado. (De “Recuerdos de un médico rural”)

De mi abuela materna heredé un gran amor por la tierra; no podía vivir sin un huerto. Desde muy pequeño la acompañaba por las tardes a trabajar en la quinta familiar. Doña Cesárea fue, sin duda, una de las grandes mujeres que he tenido la suerte de conocer, quizá la mejor. Se ocupaba de todo lo que correspondía al quehacer de la casa en aquellos tiempos y todo lo hacía con amor. Sin proponérselo, era el verdadero centro de la familia. Vivía para ella y para su hombre, mi abuelo, quien podía jactarse ante sus amigos que hasta sus calcetines estaban tejidos por su mujer. Excepto en los días de lluvia, terminaba su tarea diaria en el huerto. Se entretenía y era feliz descansando -porque se descansa cambiando de tarea-, entremezclada con sus vegetales y frutales. Cuando regresaba de su trabajo, mi abuelo nos acompañaba. Conocía el arte de injertar y así se podían ver higueras que producían dos o tres variedades diferentes o un duraznero injertado con damasco o un ciruelo que, en una misma planta, producía frutos renegridos junto a otros de color amarillo dorado. La huerta estaba salpicada por muchos árboles frutales, que mi abuelo cuidaba con esmero. Con él aprendí los secretos de la poda, que comenzábamos en julio; cada variedad tiene los propios. El saber conservar en cada una los tallos fructíferos nos permitía saborear, durante el verano, infinidad de gustos que aumentaban la exquisitez por su frescura. (De “Recuerdos de un médico rural”)

Estoy convencido de que la única manera de rescatar y preservar a los hijos de la villa miseria es con escuelas hogares. ¿Qué podemos esperar de semejante promiscuidad que engendra el alcoholismo, el abuso sexual y el incesto, el robo, la riña y el asesinato? De ahí saldrán los resentidos sociales y el caldo de cultivo para doctrinas foráneas tan perjudiciales. En estos días en que tanto hablamos de la Universidad , yo creo que hemos perdido el derrotero en cuanto a prioridades en la enseñanza. Nos debería preocupar más la primaria y la secundaria -pues es en la niñez y en la pubertad cuando se forma el ciudadano del futuro- que la universitaria que si se la analizara en profundidad tendría que rendir cuentas al país por su ineficacia.(De “Recuerdos de un médico rural”)

Durante los años que viví en Jacinto Aráuz, en el camino de regreso a mi casa, con frecuencia me dejaba cautivar por los hermosos atardeceres -los atardeceres de La Pampa son realmente fascinantes, quizás por el clima seco y los fuertes vientos que golpean sobre las nubes- . En esas ocasiones, detenía el auto en medio de la ruta y, mientras el cielo se encendía con colores tornasolados que cambiaban a cada momento, mis sueños y utopías se entremezclaban con las nubes. En esos momentos imborrables la injusticia social ocupaba un lugar en mi mente y desde entonces nunca dejó de ocupar ese lugar. (De la Conferencia Internacional Paul D. White, noviembre de 1998)

Vivo enraizado con mi país. Pero quizás por mi devoción a San Martín, Bolívar, Sucre y Artigas a veces sufro más como latinoamericano que como argentino, a pesar de estar machimbrado con mi tierra. (De la conferencia “Marginalidad y pobreza de cara al tercer milenio”, Universidad del Litoral, noviembre de 1997)

Nunca recibí distinciones a título personal. Para mí el “nosotros” siempre estuvo por encima del “yo”. (De la conferencia “Marginalidad y pobreza de cara al tercer milenio”, Universidad del Litoral, noviembre de 1997)

El medio ambiente se encuentra en estado de emergencia y los efectos de esta degradación amenazan la seguridad económica, alimentaria y sanitaria de los habitantes del planeta, en especial, de los más pobres. Una vez más se hace evidente la diferencia entre ricos y pobres; si los países pobres consumieran tanto como los países industrializados, se necesitarían diez planetas semejantes para abastecer a todos.
(De la Conferencia del Congreso Interamericano de Cardiología, agosto de 1999)

La prevención y el control de enfermedades son fundamentales para el mejoramiento continuo de la salud de la población. Para ello se deben tomar medidas destinadas a producir cambios en el nivel de vida de las poblaciones marginadas y eliminar las desigualdades evitables e injustas en términos de salud y bienestar individual y colectivo, demanda persistente y creciente de las sociedades latinoamericanas. (De la Conferencia del Congreso Interamericano de Cardiología, agosto de 1999)

En el Congreso de Angostura de 1819, Bolívar decía que América debe razonar y pensar un mundo nuevo en el que La República sea “eminentemente justa, eminentemente moral, que encadene la opresión, la anarquía, la culpa, que haga reinar la inocencia, la humanidad, y la paz, que haga triunfar bajo el imperio de las leyes inexorables, la igualdad y la libertad”. (De la Conferencia del Congreso Interamericano de Cardiología, agosto de 1999)

Artigas, otro hombre excepcional, exigía un lugar para obreros, indios, mestizos y humildes y resentía poderosamente el privilegio y las pretensiones de las clases altas. Fue uno de los primeros caudillos políticos que reconoció los peligros que el libre comercio planteaba a las naciones sudamericanas y fue también el que propuso considerar a América como patrimonio mítico, una tierra destinada a ser algo más que un simple apéndice de Europa. (De la Conferencia del Congreso Interamericano de Cardiología, agosto de 1999)

La prevención debería ser el aspecto más trascendente de nuestra especialidad. Estoy seguro de que, en el futuro, se harán menos angioplastias y menos cirugías de revascularización. La prevención, junto con los adelantos de la biología molecular relacionados con la genética, permitirán disminuir la incidencia de las enfermedades cardiovasculares. (De la Conferencia internacional sobre la salud del corazón en los países en desarrollo. Una agenda para la acción para el siglo XXI, Nueva Delhi, India, 1999)

Es imprescindible organizar la cooperación internacional entre los países desarrollados y en desarrollo y luchar todos juntos por una sociedad mejor, con mayor equidad y justicia social, que haga posible respetar y defender -junto con las demás conquistas sociales- el derecho inalienable del hombre a gozar de buena salud. (De la Conferencia internacional sobre la salud del corazón en los países en desarrollo. Una agenda para la acción para el siglo XXI, Nueva Delhi, India, 1999)

¿Cuándo se concretarán los deseos de San Martín, Bolívar, O’Higgins, Sucre y tantos otros? A la falta de una hermandad solidaria, que debería basarse en su propia cultura, se agrega la carencia de una adecuada interrelación económica.
¿Alguien ha pensado alguna vez lo que significaría que los países latinoamericanos con reservas incalculables de agua, bosques, cereales, ganado, hierro, cobre, estaño, petróleo y enormes extensiones de tierra virgen, con principios sólidos -exlcuyendo falsos nacionalismos, ya que el verdadero dice que cada país mantenga, como es lógico, sus particularidades-, se unieran estructuralmente para que, de una vez y para siempre, ocupemos un lugar en el mundo? (De “¿Conoce usted a San Martín?”)

A mi entender lo que más debe preocuparnos es volver a despertar en los niños y en los adolescentes los valores esenciales, sin los cuales poco importa su capacitación técnica o profesional. Es indudable que la única manera posible es por medio de una sólida formación humanística. Una vez más, entendámonos bien, como lo estableció con claridad don Pedro Henríquez Ureña: humanismo militante con profundo contenido social en defensa de la libertad y la justicia. La educación estará permanentemente centrada en la búsqueda “del hombre libre abierto a los cuatro vientos del espíritu”, entendiendo que el goce de la libertad individual conlleva un compromiso social en procura de un ideal, una utopía, “el ideal de la justicia” en busca de la “magna patria”, “la tierra de la promisión para la humanidad cansada de buscarla…” (De “Don Pedro y la educación”)

Es imposible aceptar que la supervivencia de esta democracia liberal consumista de occidente -consecuencia del derrumbe de los regímenes comunistas- sea el final de la historia, como lo pretendía Francis Fukuyama en 1989. La presencia de los fundamentalismos religiosos, los exagerados nacionalismos, el desarrollo económico sin equidad priorizando el enriquecimiento desmedido, la falta de compromiso social como resultado del individualismo “light” que sólo busca tranquilidad y satisfacciones inmediatas, el mercantilismo internacional con la explotación de mano de obra barata, la cultura de la música rock, los videojuegos y las videocaseteras, el progreso científico sin respeto por la naturaleza y aun hasta por sus propios semejantes (para citar unos pocos ejemplos de las graves falencias) nos indican que a la Perestroika sobrevendrá -no tengo dudas- una “Smithtroika” o una “Jonestroika”, como suelo decirles a mis innumerables amigos norteamericanos. (De “Don Pedro y la Educación”)

Estoy absolutamente seguro de que el cambio de rumbo sólo puede lograrse a través de la enseñanza. Sus objetivos principales son:
Consolidación de los principios éticos del hombre
Profundización de la democracia
Construcción de la identidad nacional y unidad latinoamericana
Generalización de la justicia social
Transformación económica con elevación de los índices de productividad y mayor equidad distributiva
(De “Don Pedro y la educación”)

AMPLIACIÓN DE LA BIOGRAFÍA:
El estudio y la investigación profunda, la constante docencia en todos los niveles sociales, la entrega permanente a la comunidad en un trabajo minucioso y creativo, son algunas de las virtudes más destacadas de este famoso científico argentino. Su obra ha traspasado los límites de nuestras fronteras, y hoy las más importantes instituciones de todo el mundo lo cuentan como miembro activo, correspondiente u honorario. A ello hay que sumar gran cantidad de premios y distinciones como la “Orden del Sol del Perú y la “Orden al Mérito Della República Italiana”.

Nacido el 14 de julio de 1923, en La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, desde niño sintió vocación por la medicina, especialmente cuando acompañaba a uno de sus tíos en las visitas domiciliarias. Estudió en la Facultad de Medicina de su ciudad natal y se mezclaba con alumnos.de las clases superiores gozando con la precisión, delicadeza y arte de la cirugía. “Sentía la necesidad de ser el primero, sin que ello implicara arrogancia o soberbia; era una profunda necesidad espiritual que debía satisfacer a través de una entrega absoluta y en competencia leal.” Así nos dice él mismo en su emotiva autobiografía Recuerdos de un médico rural.

En 1949 egresó de la Universidad nacional de La Plata con el título de Doctor en Medicina. Espíritu sensible, dedicó la tesis “A mi abuela Cesárea, que me enseñó a ver la belleza hasta en una pobre rama seca”. En el libro citado menciona también a sus padres y a sus abuelos, de quienes aprendió el amor a la tierra.

Su graduación coincidió con una vacante de médico interno auxiliar, a la que llegó en forma interina. Razones políticas y un grave accidente sufrido por su hermano Juan José, “con quien todo lo compartió”, modificaron su rumbo. Por ese entonces le llegó una carta de un tío, que vivía en Jacinto Arauz, en La Pampa, a 130 km de Bahía Blanca.

Se le ofrecía suplir, por tres meses, a un médico de la localidad gravemente enfermo. Llegó el 26 de mayo de 1950 y se quedó casi 12 años. En su libro relata sus experiencias en un medio carente de los recursos necesarios que la moderna medicina y sobre todo la cirugía requieren. Pero, como no le faltaban voluntad y altruismo, fue venciendo, poco a poco, todas las dificultades. Supo despertar vocaciones y logró lo que parecía imposible: dotar al pueblo de Jacinto Arauz, y la zona de su influencia, de una clínica. Para ello contó con el apoyo de su esposa, de su hermano Juan José -médico y cirujano, como él- y de otros lugareños. Su alejamiento de los centros científicos era más aparente que real, pues recibía revistas con los últimos adelantos de la ciencia y de la tecnología.

Así, conoció las primeras intervenciones cardiovasculares, que excitaron su espíritu. Se aproximaba un momento muy importante en su carrera y él mismo decidió un cambio radical. Consultó con su maestro, el Dr. Mainetti, quien le aconsejó proseguir sus estudios en la clínica de Cleveland, Estados Unidos. Allí Favaloro trabó amistad con el Dr. Donald Effler, quien lo invitó a ver las intervenciones que se realizaban en la clínica. Pronto se convirtió en asistente permanente del establecimiento.

También conoció al Dr. Masón Sones, padre de la cineangiografía coronaria. En esa época la revascularización del miocardio estaba limitada a una técnica que, a menudo, traía complicaciones posoperatorias. Favaloro intentó solucionar esto usando como método alternativo la vena safema del mismo paciente. En mayo de 1967 él logró el bypass de una obstrucción total de la arteria coronaria derecha a una paciente de 51 años de edad. El mismo reemplazó esta técnica por el puente aorto coronario.

La primera operación se realizó en la coronaria derecha y en 1968 se efectuó la primera revascularización de la arteria anterior descendente izquierda. También en 1968 Favaloro desarrolla la cirugía de bypass combinada con reemplazos, valvulares y la cirugía en el infarto agudo. Lo cierto es que a fines de 1970 el equipo de la clínica de Cleveland había realizado 1086 bypass con un índice de mortalidad de 4,2%.

El prestigio de Favaloro crecía, excediendo los límites de los Estados Unidos, y en muchos centros científicos se aseguraba que la cardiología del siglo XX debía dividirse en la etapa pre-Favaloro y en la post-Favaloro. Pero el amor a su patria era tan grande que decidió regresar a la Argentina en 1971.

El Dr. D. Harken, comentando esta decisión, le dijo: -Rene, su patriotismo y amor a su tierra hacen perder a los Estados Unidos uno de los más famosos cirujanos del mundo. Favaloro fue reconocido por sus méritos, pero él soñaba con establecer en su patria un centro similar a la clínica de Cleveland. Entonces creó un centro basado en la investigación, enseñanza y actividades clínicas. Formó más de 300 cardiólogos y cardiocirujanos, no sólo argentinos sino también de otros lugares de América.

La Sociedad de Distribuidores de Diarios y Revistas le donó el edificio que fue la base de la Fundación Favaloro, para desarrollar tareas de investigación. Además, próximamente se pondrá en marcha un centro asistencial que aspira a convertirse en uno de los mejores del mundo. El Dr. Rene Favaloro ha trabajado durante largos años, pero continúa soñando con empresas ciclópeas. Por eso, una vez dijo: “Yo he vivido creando, proyectando desde siempre. ¡El día en que se terminen los desafíos habré muerto! Poner límites significa detenerse”. (Fuente Elba Teresa Cosso)

Compilado por: Ana Gonzalez 14/05/2016 04:43pm
Fuente: Historiaybiografias.com