Es un vocablo griego que se refiere al arte del orador. Es un lenguaje persuasivo, integrado de varios recursos, utilizado en distintas disciplinas sociales, como el Derecho, la Publicidad, la Teología, la Política, la Economía, con el fin de convencer. Nacido en Grecia como técnica del lenguaje oral (oratoria) arte no formal, enseñado por los sofistas, aunque ya en el año 700 a. C, puede ser considerado Homero, autor de la Ilíada y la Odisea, como su creador, en el lenguaje escrito y literario. Córax de Siracusa (484 a. C.) fue quien sistematizó en un manual los recursos de la retórica, con el objetivo de defender a los propietarios de tierras confiscadas durante la tiranía. Platón (427 a. C. 347 a. C.) la denominó el arte de la palabra. Nacida en Grecia primero en el ámbito político usada en la Asamblea de ciudadanos, pasó a ser enseñada por maestros.

Los maestros griegos enseñaron retórica en Roma y tuvieron influencia en grandes personajes públicos, como Cicerón, cuando cayó Grecia en poder de los romanos.

Uno de los grandes maestros de retórica de la Edad Media fue San Agustín, quien la enseñó en Cartago, luego en Roma y en Milán, antes de su conversión al cristianismo.

Abundan en la retórica los epítetos o adjetivos calificativos, las antítesis, por ejemplo cuando se dice “música callada”, los eufemismos, que tratan de ocultar lo desagradable, la alteración del orden sintáctico (hipérbaton), exageraciones (hipérboles), etcétera.

Las preguntas retóricas son las que se formulan sin aguardar respuesta, por ejemplo: ¿Es posible que tantas cosas malas me ocurran a mí? o ¿ Será esto el infierno? o ¿Crees que te hace bien vivir al margen de la moralidad?. La finalidad de estas preguntas es invitar al receptor del mensaje a que tome una actitud reflexiva sobre la respuesta, sin necesidad de emitirla.

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