Desde la teoría no se prescribe ningún método, medio o estrategia para su aplicación y desarrollo y, como veremos en el siguiente capítulo, la variedad de modos y formas en las que se ha llevado a la práctica es muy amplia y variada, Gardner y sus colaboradores (Gardner, Feldman y Krechevsky, 2000a) señalan una serie de fases que pueden servir como marco de referencia para maestros para favorecer la aplicación y el desarrollo de la teoría en las aulas.

Estas fases son:

1. Ampliación de las experiencias educativas a través de la introducción a los niños en un conjunto más amplio de áreas de aprendizaje.

Desde la teoría de las IM todas las personas poseen las ocho inteligencias, difieren en el grado de desarrollo de cada una de ellas por razones hereditarias y ambientales, pero las pueden desarrollar cada inteligencia hasta un nivel adecuado de competencia.

Ello va a depender de que reciba la estimulación, el enriquecimiento y la instrucción adecuadas. Por tanto, las experiencias educativas ricas y variadas en un amplio conjunto de áreas de aprendizaje son esenciales para el desarrollo de la configuración particular de intereses y capacidades de cada persona.

El proceso de enseñanza-aprendizaje tomando como marco de referencia la teoría de las IM se realiza mediante una rica y amplia gama de tareas y proyectos de trabajo que constituyen lo que se ha convenido en llamar “curriculum cognitivo”. Dicho

curriculum es un instrumento para ayudar a los alumnos a aprender a aprender de forma significativa (Prieto y Ferrándiz, 2001).

Por tanto, se amplían las posibilidades para que los alumnos demuestren sus capacidades más destacadas o puntos fuertes en áreas poco trabajadas desde el curriculum tradicional (basado fundamentalmente en las inteligencias lingüística y lógicomatemáticay a través de éstas atender a sus dificultades.

El curriculum cognitivo está compuesto por lo que se denomina dominios. El dominio o disciplina es un concepto muy ligado al de inteligencia pero con matices claramente diferentes.

Define la inteligencia como la capacidad de resolver problemas y crear productos valorados, al menos, en una cultura siendo un potencial biopsicológico configurado, en gran medida, por experiencias culturales y educativas (Gardner, 1988, 1999b).

Por su parte, un dominio o disciplina es un cuerpo de conocimientos dentro de una cultura como por ejemplo, el arte o las matemáticas, que permite la aplicación de las inteligencias de manera diferente (Gardner, 2001). El contenido y el domino es sí pueden cambiar según la cultura y las experiencias de los individuos.

El rendimiento en un dominio requiere la aplicación de varias inteligencias, como por ejemplo, el hecho de tocar un instrumento requiere la inteligencia musical y corporal-cinestésica.

Por su parte, cada inteligencia se puede desarrollar en varios dominios, como por ejemplo, la inteligencia lingüística se desarrolla tanto en el dominio de la lengua como en el dominio social.

El curriculum consta de ocho dominios: lenguaje, matemáticas, movimiento, música, ciencias naturales, mecánica y construcción, comprensión social y artes visuales. A su vez, cada dominio está formado por un conjunto de 15/20 actividades. Se puede utilizar como complemento del curriculum ordinario, para extenderse a nueva áreas que no se suelen trabajar en el aula, o para integrar la enseñanza con la evaluación. Dichas actividades han de ser adaptadas a la realidad del aula, al estilo de enseñanza de cada docente y a la organización y características del centro.

Por tanto, no se trata de prescindir de la metodología que se lleva a cabo en el aula y empezar de nuevo, sino que se pueden tomar las prácticas habituales y añadir esta perspectiva de trabajo. Igualmente, dichas actividades se pueden organizar y desarrollar en centros de aprendizaje que son, como veremos, lugares donde se organizan actividades referidas a un dominio y donde se da la oportunidad a los alumnos de entrar en contacto con una amplia gama de materiales de cada dominio.

Lo que caracteriza a este enfoque es la diversidad de dominios y materiales a disposición de los niños y su empleo sistemático para descubrir y apoyar los puntos fuertes y las áreas en las que destaquen y por las que más interesados estén.

2. Evaluación, detección y apoyo de los puntos fuertes de los alumnos en las diferentes áreas.

Partiendo de la idea de que todos los niños tienen determinados puntos fuertes, bien en relación con sus compañeros de aula, bien con el de su perfil intelectual, el objetivo consiste en descubrir esos puntos fuertes y apoyarlos para potenciar su aprendizaje, favorecer la motivación y mejorar sus capacidades menos destacadas.

Para ello la evaluación debe ser continua y estar integrada en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Se realizará mediante medidas objetivas o mediante observaciones informales estructuradas de actividades que se lleven a cabo en los centros de aprendizaje, durante la realización de proyectos o en el desarrollo de las unidades de aprendizaje.

En ella se valorarán los conocimientos, las habilidades y los estilos de trabajo que se suceden en el aula en diversas situaciones y momentos. La observación estructurada de las distintas capacidades del alumno, de la dinámica y variación en su actuación en un mismo o en diferentes dominios, ayudarán a conformar su perfil intelectual con un alto grado de precisión.

Para identificar y valorar las habilidades de los niños se pueden utilizar las 15 actividades diseñadas en el proyecto Spectrum que están distribuidas según el dominio. Igualmente importante es considerar las experiencias y oportunidades que los alumnos han tenido fuera del aula ya que, en aquellos dominios donde las experiencias hayan sido muy escasas, hay que favorecer el contacto y la experimentación libre con los materiales de dicho dominio.

Por otro lado, aquellas observaciones referentes a un solo dominio serán sólo informativas ya que, por ejemplo, la psicomotricidad fina se puede observar y evaluar cuando los niños escriben, cuando construyen o pintan.

Para ayudar a los maestros en las observaciones de un dominio específico se han definido y concretado un conjunto de habilidades básicas o “capacidades clave” para cada uno de ellos.

Estas capacidades clave de cada dominio se establecen en base a investigaciones empíricas, revisiones bibliográficas y consultas con los expertos dentro de cada campo de conocimiento. Los profesores, por su parte, se basan en las demostraciones, intereses y competencias mostradas por los alumnos en cada área o dominio valorando las condiciones en las que cada niño elige un particular centro de aprendizaje, la frecuencia y el tiempo que permanece en él.

Para facilitar la evaluación de las capacidades clave se diseñaron unas listas de evaluación como guías para cada actividad y dominio; éstas se pueden consultar en el proyecto Spectrum (Gardner, Feldman y Krechevsky, 2000a,c).

Por otro lado, se evalúan los estilos de trabajo del alumno ya que se considera que éstos varían según la tarea. Los estilos de trabajo hacen referencia al modo de interactuar del alumno con los materiales del área. En el proyecto Spectrum (Gardner, Feldman y Krechevsky, 2000c) se detalla una lista de comprobación de estilos de trabajo para aplicarse en los distintos dominios.

3. Fomentar y desarrollar los puntos fuertes atendiendo a la diversidad.

Una vez identificados los puntos fuertes de los alumnos y las áreas en los que destacan, los profesores han de favorecer una educación individualizada adaptando el currículo a las características, intereses y necesidades de los niños.

Algunas de las estrategias para reforzar y desarrollar las capacidades destacadas o puntos fuertes son:
– ofrecer una gran variedad de actividades que permitan que los niños aprendan a su propio ritmo,
– incluir actividades optativas para que los alumnos seleccionen aquellas que sean de su interés,
– proponer actividades de carácter abierto para que todos  puedan mostrar y desarrollar sus diversas capacidades favoreciendo su motivación y autoestima, y
– facilitar un amplio y variado conjunto de materiales para el desarrollo y trabajo en las distintas áreas.

El conocimiento de los puntos fuertes va a ayudar al diseño de estrategias que favorezcan la motivación de los alumnos y la confianza en sí mismos. Así, cuando el niño asume responsabilidades, practica las técnicas y recibe un refuerzo positivo se motiva y desarrolla el área en la que destaca.

Toda la información obtenida a través de las distintas evaluaciones y de la observación sistemática sobre los puntos fuertes debe de comunicarse a los padres para que éstos proporcionen un refuerzo positivo y enriquecimiento de las experiencias.

En cualquier caso, hay que tener en cuenta que fomentar las capacidades destacadas, o puntos fuertes, de los niños no significa limitar sus experiencias solo a las áreas o actividades que mejor dominen (Prieto y Ferrándiz, 2001) sino que, a partir de éstas trabajar aquellas áreas o puntos débiles del alumno. Así, el niño que destaque en inteligencia viso-espacial y tenga cierto desfase en sus aprendizajes matemáticos se le puede pedir que dibuje mediante gráficos o escenas el proceso de desarrollo de un problema para poder resolverlo, lo que exige utilizar ambas inteligencias.

4. Favorecer la transferencia entre los puntos fuertes de los niños para el desarrollo de otras áreas, materias o actividades curriculares.

Se trata de utilizar las experiencias, los conocimientos y las habilidades aprendidas en las áreas en las que destaquen para desarrollar otras áreas o dominios de aprendizaje que dominan menos.

Este proceso es denominado por Gardner y sus colaboradores (Gardner, Feldman y Krechevsky, 2000a) como “tender puentes”. Dicha transferencia se puede llevar a cabo utilizando distintas estrategias:

El descubrimiento de los puntos fuertes y áreas en las que destaca el niño favorece su motivación y mejora la confianza en sí mismo ayudando a desarrollar, explorar y superar otras áreas en las que posee menos destrezas,

Utilizar el estilo de aprendizaje de las áreas o dominios en los que el niño destaca como medio para desarrollar actividades de las áreas que no domina, por ejemplo, cuando un niño posee destrezas musicales, enseñarle los contenidos de otras áreas a través de la música,

Detectando el área preferida por el niño y a través de ella trabajar otras áreas, por ejemplo, el niño con mucha inteligencia musical se le puede pedir que lea y escriba sobre música.

Las estrategias de tender puentes se pueden utilizar igualmente para el grupo clase donde el profesor a partir de la evaluación del conjunto de los alumnos intentará acercar el currículo manteniendo así la motivación por el aprendizaje.

Hay que proporcionar a los alumnos aprendizajes significativos y funcionales para mantener la motivación en todas las áreas y dominios de aprendizaje. Para conseguir este objetivo es importante la figura del profesor como mediador para guiar y orientar al alumno en sus procesos de aprendizaje (Gallego, 1998).

Tesis Doctoral de Nieves Gomis Selva. Universidad de Alicante. Republicada a efectos puramente académicos.