Observándonos, podemos reconocer que para cada situación de nuestras vidas encontramos rápidamente una explicación intelectualmente válida, al menos para nosotros mismos. Y esto se cumple siempre, nos gusten o no los resultados que obtenemos. Logrando o no logrando lo que nos proponemos, siempre tenemos una justificación. Los seres humanos siempre buscamos comprobar nuestro punto de vista, declara el Dr Fabián Sorrentino en su entrenamiento para Mentores.

12Este mecanismo de defensa nos mantiene atrapados en una manera de ser y hacer las cosas que produce determinados resultados. El problema es que nos acostumbramos a eso, nos conformamos. Creemos que las cosas tienen que ser así y cerramos la posibilidad del cambio. Por eso rechazamos puntos de vista de otras personas alegando que ellas no entienden por lo que estamos pasando, otra explicación intelectual para no cambiar.

Lo que frena la disposición al cambio es la inercia, una fuerza que tiende a mantenernos en el mismo lugar en donde estamos, a pesar del movimiento y el fluir de la vida.

La inercia cultural es una tendencia a ser como la mayoría, a censurar a los que no actúan según las tendencias comunes.

La inercia personal (por su parte) es una forma más de resistencia la tendencia a no respetar nuestra palabra, a no ser rigurosos con nosotros mismos.

La manera de ser, la forma en la que la mayoría de las personas están siendo en sus vidas es una entre todas las posibles. La pregunta es ¿quién está eligiendo esa manera particular de ser? Es posible que sea la inercia cultural o personal. Esa inercia que más que moverte te deja atrapada en el mismo lugar.

resistencia

Encontrando nuevos puntos de vista.
En los colegios de educación tradicional nos enseñaron a tener siempre la respuesta correcta. Si no teníamos la respuesta, sentíamos miedo e inseguridad porque sabíamos que nos iban a reprobar. Y a ese miedo se sumaba la reprimenda de nuestros padres, que nos decían que si no sacábamos buenas notas nos iba a ir mal en nuestra vida. Entonces nos acostumbraron a tener que saber siempre la respuesta.

¿Pero qué ocurre en el mundo real, cuando salimos de la escuela? Quienes compraron y se quedaron con este modelo, posiblemente hoy no sean personas que asumen riesgos, buscan inversiones, realizan emprendimientos exitosos.

Algunos pueden emprender un negocio, pero seguramente se mantendrá en un negocio pequeño. Los empresarios más exitosos confirman que para crear grandes negocios y ser un gran inversionista necesitamos cambiar. Necesitamos dejar de lado la seguridad de las respuestas y embarcarnos en la incertidumbre de las preguntas. El coaching ontológico propone que la pregunta es más poderosa que la respuesta. Que cuando permitimos que una pregunta nos habite y la reflexionamos, producimos un cambio en nuestro punto de vista de la vida.

A continuación van algunas interpretaciones y cinco preguntas posteriores para chequear la forma en que vas comprendiendo este texto.

¿Qué es aprender? Es una gran pregunta. Si podemos vivir en la pregunta, si podemos suspender la necesidad de dar una respuesta, si podemos dejar que la pregunta abra espacios e interrogue y diga por sí misma, si no estamos apurados por obtener una respuesta vamos a poder encontrar una variedad muy rica de ellas, y entonces la pregunta va a ser: ¿qué respuesta nos va a servir para lograr aquello a lo que estamos comprometidos?

1 – ¿Qué aprendiste hasta aquí?

Normalmente muchas de nuestras decisiones las tomamos desde una emoción, y las acciones desde un estado de ánimo. Y la decisión y acción de cambiar, no son una excepción. Veamos dos estados de ánimo: la resignación y la ambición. Mientras que la resignación cierra posibilidades futuras, la ambición se destaca por identificar amplios espacios de intervención que conllevan la semilla del cambio. Una persona ambiciosa comprende que el presente construye futuro, y por lo tanto está despierta y ávida a hacer lo que sea necesario (dentro de sus límites éticos y morales) para lograr el futuro deseado.

resentimientoCuando estamos resignados en algún área de nuestra vida, escuchamos una voz interna que dice “con esto ya no puedo hacer más nada”, “haga lo que haga, nada va a cambiar”. No importa lo que digamos con nuestra voz exterior y lo que queramos aparentar, lo que cuenta es nuestra voz interior.

2 – ¿En qué dominios te observas resignado?

Cuando estamos en un estado de ambición la voz interna se pregunta “qué más puedo hacer para lograrlo”, “qué más puedo aprender”. Notemos que este estado de ánimo dispara preguntas, y no respuestas o sentencias automáticas como ocurre con la resignación.

3 – ¿En qué dominios te observas ambicioso?

La predisposición para el cambio la encontramos desde el estado de ánimo de la ambición, desde la pregunta, desde el deseo y la convicción de la posibilidad de un futuro mejor al cual estoy previendo. Surge de reflexionar sobre nuestro presente para modificar en él nuestro futuro. Surge de tomar conciencia de que un futuro diseñado es posible.

No hay que confundir tomar conciencia con aumentar la fuerza de voluntad de hacer algo. Tomar conciencia implica comenzar a ver algo que hasta el momento nos era invisible. Si tomamos conciencia y no hacemos nada al respecto, estaremos en otro estado de ánimo conocido como la apatía. La ambición exige toma de conciencia y acción.

Hemos aprendido tradicionalmente que para alcanzar un objetivo tenemos que esforzarnos, tener mayor fuerza de voluntad. Y los esfuerzos sustentados en la fuerza de voluntad, normalmente no perduran en el tiempo.

En mi caso, cuando aprendí que no tenía que tirar papeles en la calle, me resistía a hacerlo porque era incómodo. Llevarlo en la mano hasta un cesto, guardar lo que consideraba basura en mi bolsillo, era realmente fastidioso. Los tiraba a escondidas de los demás. Cuando tomé conciencia al respecto, mi comportamiento era natural. Ya no tenía que pensar, no me fastidiaba. Hoy para mi es totalmente natural guardarme papeles en el bolsillo y luego tirarlos. Eso hace la toma de conciencia. Algo que antes era un esfuerzo enorme, hoy es algo natural.

La toma de conciencia es la base para el cambio sostenido en el tiempo, para la transformación.

4 – ¿Te gustaría cambiar alguna de tus áreas resignadas? ¿Cuál?

Si pudiéramos resumir en algunos pasos como superar estas circunstancias, lo primero sería separar los hechos de las interpretaciones. Podemos comparar al hueso con el hecho, y a la carne con las interpretaciones. Son justamente nuestros juicios quienes alimentan nuestro estado de resignación, nuestros enojos y las fantasías y fantasmas que nos mantienen atrapados y sin salida. Si por un momento somos capaces de dejar nuestra gula de lado y vamos a buscar el hueso de la situación, podremos luego hacernos nuevas preguntas, encontrar nuevas respuestas y elegir la adecuada acorde a nuestro compromiso. Hacer un juicio de posibilidad en vez de uno de facticidad (que cierra posibilidades) es la apertura de la predisposición al cambio.

El proceso de transformación personal que proponemos está basado en la expansión de la conciencia. En este primer nivel atraviesas por una conciencia de necesidad y te mueves en espacios donde se pone en juego tu supervivencia (como ya hemos visto en la introducción al libro). Observa que resistencias personales pueden estar atentando contra tu interés por comprometerte y exponerte al proceso de transformación. Las resistencias se manifiestan a través de conversaciones negativas y estados de ánimo tales como somnolencia, inseguridad, desinterés, solemnidad, poniendo distancia o preservando determinada imagen.

5 – ¿Qué nuevas posibilidades estás abriendo?

Esta nota forma parte de una serie de artículos ofrecidos en la Carrera de Coaching & Mentoring de Ser.Red.