El dolor es una experiencia sensorial y emocional (subjetiva), desagradable, que pueden experimentar todos aquellos seres vivos que disponen de un sistema nervioso central. Es una experiencia asociada a una lesión tisular o expresada como si ésta existiera. Actualmente se entiende como dolor como el producto de un conjunto de mecanismos neurofisiológicos que modulan la información del daño físico a diferentes niveles y en diferentes partes.1 La ciencia que estudia el dolor se llama algología.

Zonas de dolor visceral.
Hasta los griegos presocráticos del siglo VI a. C., las enfermedades y sus tratamientos no se concebían en términos naturales y racionales. Varios siglos de medicina científica se reúnen en los casi 70 libros del Corpus Hipocraticum.

A lo largo de los siglos los médicos se han enfrentado al dolor con grandes dosis de literatura y superstición, pero a partir del siglo XIX se obtiene información científica mediante el estudio de la fisiopatología. En el siglo XX se crean especialidades como Anestesiología y Reanimación.

En Busca de una Interpretación Psicológica.
Dice Lise Bourbeau en su libro «Obedece a Tu Cuerpo, Amate»:
Cualquier sea el dolor, está vinculado a un desequilibrio de orden emocional o mental, a un sentimiento profundo de culpabilidad o de pena. Es una forma de angustia interna y, al sentirme culpable de haber hecho algo, de haber hablado o incluso de haber tenido pensamientos “malsanos” o “negativos”, me castigo manifestando inconscientemente un dolor de intensidad variable. La pregunta por plantear es: ¿Soy realmente culpable? ¿Y de qué? El dolor vivido actualmente sólo disimula la causa verdadera: la culpabilidad. Mis pensamientos son muy poderosos y debo mantenerme abierto para identificar bien estas culpabilidades. No debo evitarlas, sino afrontarlas, porque son miedos que deberé integrar pronto o tarde. El dolor en los huesos indica que la situación me afecta en lo más hondo de mi ser, mientras que en los músculos, es más un dolor de nivel mental. El dolor me “conecta” instantáneamente y me obliga a sentir lo que sucede en mi cuerpo. En un sentido, es positivo porque me permite “conectarme” conmigo mismo, como alma y de volverme consciente. Cuando el dolor es crónico, esto significa simplemente que, desde la aparición del dolor, no me he encarado con la verdadera causa de este dolor. Cuanto más tardo en tomar consciencia de él, más vuelve regularmente el dolor hasta hacerse “crónico”. Es importante que acepte comprobar el origen de mi dolor y que me mantenga abierto para resolver la verdadera causa de mi dolor. El lugar donde está ubicado el dolor me da indicaciones sobre la auténtica causa de éste.

Dolor de vientre.
Para el niño como para el adulto, el mal de vientre demuestra un sentimiento de abandono, de soledad. Es el rehúso de comunicar, el temor a no estar escuchado. Puedo arreglarme para hablarme de modo a darme seguridad y coger más confianza en mí. Acepto, además, comunicar con mi entorno dejando circular el amor hacia los demás.

Dolor repentino.
Un dolor repentino es un dolor inexplicable que puede surgir de pronto en cualquier lugar del cuerpo.

Al igual que el sistema penal decreta que cuando una persona es culpable debe pagar una multa o ser encarcelada, el ser humano insiste en castigarse cuando se declara culpable. Sin embargo, esto ocurre a nivel inconsciente. El dolor repentino es una de las maneras que los humanos utilizan para castigarse: se hacen daño. Este elemento ha sido utilizado desde hace mucho como medio de castigo.
Indica que la persona que lo sufre se ha declarado culpable de algo que hizo o no hizo, quiere o no quiere hacer, incluso sin comprobar si su culpa es real. Observando para qué sirve la parte del cuerpo afectada, la persona sabrá en qué área siente esa culpa.

Si eres del tipo de persona que se acusa fácilmente y se declara culpable, sin duda creerás que castigándote neutralizarás tu sentimiento de culpabilidad. Por desgracia esto no soluciona nada, porque cada vez que te sientes culpable tienes que volver a empezar. Es muy probable que los dolores que sientes tiendan a desaparecer si te detienes a comprobar tu culpabilidad.
La gran mayoría de los individuos que se acusan fácilmente rara vez son culpables. Esto significa que hiciste daño o quisiste dañar intencionalmente a otro o a ti mismo. Sentirte culpable cuando no lo eres significa que necesitas revisar tu sistema de valores y tus creencias. Una vocecita en tu cabeza te dice que eres culpable, pero no tu corazón, tu DIOS interior. Esa vocecita es el eco de la voz de otra persona (a menudo uno de los progenitores) que registraste y al que decidiste creer. Si cambias tu concepto de culpabilidad, evitarás este sentimiento inútil.

Compilado por:Ana Gonzalez  02/10/2016  12:44pm
Fuentes: Obedece a Tu Cuerpo, Amate – Escrito por Lise Bourbeau. Wikipedia