Elegir es la capacidad del hombre «libre» de crear su propio destino. Noten que hago incapié en el término libre, y me estoy refiriendo a consciente de las acciones que toma y como ellas inciden en la creación de su vida.

Hacer una elección consiste en el proceso mental de juzgar los méritos de múltiples opciones y seleccionar una o más de entre ellas.

Mientras una elección puede hacerse entre opciones imaginarias («¿qué pasaría si…?), normalmente se hace entre opciones reales y seguidas de la correspondiente acción. Por ejemplo, la ruta en un día de trabajo se elige sobre la base de las preferencias para llegar a un destino tan pronto como sea posible. La ruta preferida (y por lo tanto escogida) deriva de la información sobre cuanto de larga es cada una de las posibles rutas. Si la preferencia es más compleja, como al implicar un determinado escenario en la ruta, la cognición y los sentimientos intervienen en mayor medida y la elección es más difícil.

Existen muchos ejemplos complejos (con decisiones que afectan a lo que la persona percibe, piensa o siente) como elegir un modo de vida o una posición política.

La mayor parte de la población ve la toma de decisiones como algo positivo, aunque existe una gran cantidad de limitaciones que pueden llevar a considerar la elección como una molestia y posiblemente, a un resultado insatisfactorio.

Contrasta con el hecho de que una cantidad ilimitada de elecciones puede llevar a la confusión, bien arrepintiéndose de no haber elegido otra opción, bien mediante la indiferencia ante una existencia sin estructura. Si la elección de un objeto o camino conduce necesariamente al control de ese objeto o camino, es posible que se trate de un problema psicológico.

Es momento de hacer nuevas elecciones.
Las elecciones que nuestro corazón anhela hacer y a nuestro ego le son cada vez más difíciles de negarse.

Cuando elegimos alinearnos con el Amor, en lugar de creer que vivimos en soledad, elegimos otra realidad antes que la ilusión… acabamos con las controversias y la serena ambición aparece abrazando todo lo nuevo que está por llegar a nuestras vidas. ¿Elegiremos volver a temerle comprando viejos modelos que ya no nos sirven o elegiremos abrirnos para experimentar quienes somos?

Allí, en el mundo, en ese lugar que puedes vivir como apasionante, peligroso, confuso, errante, hay un montón de gente esperando concretar sus sueños, abrir su corazón abrirse a la generosidad.

Aprendamos a conversar con riqueza de vocabulario y de intenciones regalándole a otros la idea de que pueden elegir quienes son, con el ejemplo.

Elección Versus Decisión
La gran diferencia entre elegir y decidir es la siguiente: Cuando decidimos lo hacemos en función de un menú de opciones, mientras elegir es la capacidad de ejercitar nuestro libre albedrío, en función de edificar a otros.

Respecto de las decisiones Brian Tracy las clasifica en:

Decisiones de orden, que sólo pueden ser tomadas por tí como «comandante en jefe»
Decisiones delegadas, que pueden ser hechas por cualquiera, ya que las consecuencias carecen de importancia.
Decisiones a evitar, donde el resultado puede ser tan poco apetecible que no debería tener que tomarse la decisión, ya que las consecuencias no van a permitir recobrar el punto de inicio si la elección es mala. Esto ocurre cuando la acción puede provocar la muerte.
Decisiones «sin cerebro», donde la elección es tan obvia que sólo puede tomarse una decisión razonable.
Existe otro tipo si se combinan la tercera y cuarta en una sola, es la decisión colaborativa, que debería hacerse consultando y acordándola con otras personas.

Otra forma de clasificación de las decisiones es según el mecanismo mental utilizado:

Decisiones racionales
Decisiones intuitivas
Decisiones basadas en el reconocimiento
Decisiones combinadas
Fabián Sorrentino – jueves, 17 de septiembre de 2009, 15:57