La identidad como concepto fue tomando por varios autores y en los últimos años ha cobrando un significado que ha evolucionando existiendo hoy toda una gama de identidades, entre las que tenemos: identidad personal, biológica, psicológica, de género, cultural, nacional, jurídica, corporativa, matemática, etc.

Para la filosofía misma hay toda una suerte de autores y corrientes que aportan diferentes miradas abarcándola y completándola en si misma.

Diccionario ideológico Vox (1998):

La identidad se comprende como el «hecho de ser una persona o cosa la misma que se supone o se busca». Para Moliner, las ideas expresadas conducen a la aceptación de la movilidad como una característica de la identidad. Dicha movilidad se expresa en el énfasis que da a «la circunstancia de ser lo que se dice ser». El concepto «circunstancia» hace referencia a un «accidente de tiempo, lugar, modo, etc., que está unido a la sustancia de algún hecho o dicho»; el concepto de «accidente» hace referencia a ese «algo que no es permanente sino algo que sucede ocasionalmente». Tanto lo expresado por Moliner, «lo que se dice ser», como la definición en Vox, «lo que se busca», puede relacionarse directamente con lo «efímero» de la identidad

Dehesa (2000):

Entendemos por identidad a las características y comportamientos humanos que nos hacen diferentes, o mejor dicho particulares y «únicos» con respecto a los demás grupos sociales. En este sentido no podemos concebir el término identidad como algo «único» y existente solo para cada individuo, puesto que cada persona de manera especifica se genera sus propias creencias, hábitos y costumbres, dependiendo del medio social donde se desarrolla. Del mismo modo, en la sociedad en general es más complicado establecer o identificar UNA IDENTIDAD en común para todos y cada uno de los conformantes de ese grupo social. Más bien podemos hablar de identidades individuales (refiriéndome a las personas como entes aislados) y de rasgos o características que se comparten dependiendo de los momentos históricos y sociales de la zona. A esta mezcla de creencias, comportamientos y costumbres es a lo que podemos denominar como nuestra identidad.

Wade (2002): 

«La idea y la sensación de seguir siendo lo mismo a través del tiempo; en el mundo postmoderno los seres construyen identidades efímeras con los retazos culturales que encuentran en sus andares».
En el diccionario de uso del español de Moliner (2002), la identidad es; «la cualidad de idéntico, la relación entre cosas idénticas y la circunstancia de ser efectivamente la persona que se dice ser».

Martí (2003):

Identidad es el conjunto de actitudes, pautas de conducta y rasgos físicos determinados por el sujeto y condicionados por la sociedad en la que se inserta, que los individualizan y lo distinguen del resto. Sin embargo, el autor, desde la óptica sociológica, indica que una persona posee una serie de rasgos establecidos por el mismo y por la sociedad que lo distinguen del resto.

Cabanellas (2004):

Identidad, es el conjunto de caracteres y circunstancias que constituyen la persona; esto es, lo que nos permite comprobar que un ser humano es igual a sí mismo y distinto de todos los demás seres humanos; nombre, edad, nacionalidad, estado civil, dibujos de sus impresiones digitales, domicilio, profesión, señas personales, etc.

Castro (2005):

La identidad es el contenido y significación que definen el carácter y el sello propio de un determinado grupo social de una nación o de una institución fijando rumbo de su actividad y posibilitando la cohesión de sus integrantes. Asimismo, desde una acepción sociológica, este concepto alude al hecho de poseer una característica propia de una nación u organización y llegar a cohesionarse.

Vásquez (2007):

Identidad, es el sentimiento de pertenencia a la organización o a un país, que es un miembro o elemento importante y valioso dentro del grupo de trabajo, de la colectividad, o de la nación. En general es la sensación de compartir objetivos personales con los de la organización, comunidad o nación a que pertenece. Además, desde el punto pedagógico, esta definición hace referencia a que una persona puede pertenecer a una institución cualquiera o haber nacido en un país.

Dehesa (2000):

Entendemos por identidad a las características y comportamientos humanos que nos hacen diferentes, o mejor dicho particulares y «únicos» con respecto a los demás grupos sociales. En este sentido no podemos concebir el término identidad como algo «único» y existente solo para cada individuo, puesto que cada persona de manera especifica se genera sus propias creencias, hábitos y costumbres, dependiendo del medio social donde se desarrolla. Del mismo modo, en la sociedad en general es más complicado establecer o identificar UNA IDENTIDAD en común para todos y cada uno de los conformantes de ese grupo social. Más bien podemos hablar de identidades individuales (refiriéndome a las personas como entes aislados) y de rasgos o características que se comparten dependiendo de los momentos históricos y sociales de la zona. A esta mezcla de creencias, comportamientos y costumbres es a lo que podemos denominar como nuestra IDENTIDAD.

Algunos autores – fundamentalmente aquellos provenientes del campo del diseño- reducen a la identidad a un conjunto de signos visuales, pero una comunicación efectiva de la identidad requiere ir más allá de lo que llamamos ¨identificación físico visual¨ compuesta por el iso, el logotipo, la heráldica corporativa, las viñetas, etc. Todos estos componentes los entiendo como una representación ideológica que surge de la praxis comunicacional. Esto es, representan un concepto mucho más amplio y estratégico que el que le asignan tradicionalmente en otros marcos.

La identidad es la distinción de cualquier tipo entre cualquier persona, animal o cosa y sus semejantes. Se refiere al ente que existe como idéntico a sí mismo en el tiempo y el espacio, una noción del «ser en sí».

En términos organizacionales, el Dr Fabián Sorrentino la observa como el componente más invariable de una persona u organización. La aparición de una nueva identidad supone la aparición de una nueva persona u organización.

Todos necesitamos ser identificados, para diferenciarnos de los demás. La identidad es un conjunto de rasgos que luego se transforman en atributos asumidos como propios. Estos atributos, que expresaremos en un listado descriptivo, conformarán el texto de nuestra identidad.

El texto de identidad es el documento sobre el que basarás las comunicaciones individuales o corporativas, por lo que en él no podrán estar incluidos atributos históricos falsos o imposibles.

Para José Ferrater Mora

El concepto de identidad ha sido examinado desde varios puntos de vista. Los dos más destacados son el ontológico el lógico y el psicológico. El primero es patente en el llamado principio ontológico de identidad (A=A), según el cual toda cosa es igual a ella misma o ens est ens.

El lógico (que no trataremos en esta síntesis) y el psicológico de identidad, entendiendo por él la imposibilidad de pensar la no identidad de un ente consigo mismo.

Ha sido común en gran parte de la tradición filosófica considerar que el fundamento del principio lógico de identidad se encuentra en el principio ontológico, según el cual siempre que se habla de lo real se habla de lo idéntico. Una forma extrema de esta concepción se encuentra en Parménides. La identidad sería en este caso el resultado de una cierta tendencia de la razón — o de esa «razón identificadora» que ha sido tan corriente en la historia de la filosofía. Particularmente interesantes son al respecto las indagaciones de Meyerson que muestran la identidad como aquella inevitable tendencia de la razón a reducir lo real a lo idéntico, a sacrificar la multiplicidad a la identidad. El principio de causalidad según Meyerson, es el principio de identidad aplicado a la existencia de los objetos en el tiempo, y es el caso más característico de esta identificación a que tiende tanto la ciencia como el pensamiento común. «Afirmar que un objeto «es idéntico a sí mismo» parece una proposición de pura lógica y, además, una simple tautología o, si se prefiere, un enunciado analítico según la nomenclatura de Kant. Pero desde el instante en que se agrega a ello la consideración del tiempo, el concepto se desdobla y en términos de Spir, adquiere un sentido sintético.»

Formas menos extremas, pero no menos iluminadoras, de la concepción citada se hallan asimismo en algunas obras de Platón, especialmente en varios de sus últimos diálogos (dialécticos) en los cuales la influencia de Parménides se hace patente. Ahora bien, en numerosas ocasiones se ha procurado descubrir que, aunque fundada en la razón identificadora que no se detiene hasta llegar a la equiparación del ente con lo uno, hay diversos modos de considerar la identidad. Es lo que sucede en los comentarios griegos de Aristóteles y luego en varios escolásticos. Algunas de ellas son: la Identidad real, la racional o formal, la numérica, específica, genérica, intrínseca, extrínseca, causal, primaria, secundaria, etc. Por debajo de estas distinciones ha latido, sin embargo, con gran frecuencia la idea de que todas las formas de identidad pueden reducirse a dos: la identidad lógica o formal, y la identidad ontológica o real. Y esta última es considerada con frecuencia como el fundamento de la primera.

La construcción de nuestra Identidad según nuestra Comunidad de Aprendizaje

Ontológicamente hablando, la identidad privada que tenemos de nosotros mismos es el emergente del interjuego dialéctico entre:
– Una Identidad Heredada: Aquello con lo que la persona u organización ha nacido
– Una Identidad Actual: Aquello en lo que la persona u organización se ha convertido
– Una Identidad Soñada: Aquello con lo que la persona u organización elige ser.

Nótese que en la imagen hablamos de 4 dimensiones de la identidad. Sin embargo entendemos que es un concepto mucho más amplio. Solo que concebir cognitivamente más de 4 dimensiones requiere de cierto entrenamiento que no es pretensión en este artículo.

Dr Fabián Sorrentino – martes, 14 de febrero de 2012, 17:40.
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