Las virtudes son disposiciones que nos permiten obrar para el bien, la justicia y la verdad. Por eso, conllevan a la rectitud de la voluntad y alejan a las personas de los vicios.

Su valía se fue transformando a lo largo de la historia. Para filósofos como Aristóteles y Platón, las virtudes determinan las buenas acciones, conductas y hábitos en las personas. Desde la concepción teologal, en cambio, las virtudes son los valores que permiten que el ser humano se acerque a Dios actuando desde lo que la sociedad considera el bien.

Las virtudes nos permiten llevar a término las decisiones correctas en las situaciones más adversas para cambiarlas a su favor. El virtuoso es el que está en camino de ser sabio, porque sabe cómo llegar a sus metas sin pisar las de los otros, porque pone a los demás de su lado y los lleva a alcanzar un objetivo común. El virtuoso es el que «sabe remar contra la corriente».

Virtudes del ser humano

Platón plantea que el ser humano dispone de tres poderosas herramientas: el intelecto, la voluntad y la emoción. Para cada una de estas existe una virtud: la sabiduría, el valor y el autocontrol (comprendido en nuestros términos como refrenamiento y dominio propio). La sabiduría permite identificar las acciones correctas, saber cuándo realizarlas y cómo realizarlas. El valor permite tomar estas acciones a pesar de las amenazas, y defender los ideales propios. El dominio propio permite interactuar con las demás personas y ante las situaciones más adversas cuando se está realizando lo que se debe hacer para lograr los fines propios. de si mismo

A estas tres virtudes se añade una cuarta, la justicia, que permite respetar las ideas de los demás, sin abandonar las nuestras, para compartir los frutos de nuestras acciones y ayudar a los otros a realizar las suyas.

Las cuatro virtudes cardinales que presenta Platón son:

⃞   Templanza (del griego σωφροσύνη, en transliteración sōphrosýnē)
⃞   Prudencia (del griego φρόνησις, en transliteración phrónēsis)
⃞   Fortaleza (del griego ανδρεία, en transliteración andreía)
⃞   Justicia (del griego δικαιοσύνη, en transliteración dikaiosýnē)

Sócrates nos dice que la virtud nos permitirá tomar las mejores acciones y con ella podremos distinguir entre el vicio, el mal y el bien. También dice que la virtud se puede alcanzar por medio de la educación fundamentada en nuestra moral y en nuestra vida cotidiana. Cree en el intelectualismo moral, el cual se basa en la idea de que la sabiduría se basa en la ética. Si alguien es buena persona automaticamente será sabio.

Período Helenístico
En filosofía se refiere a las cuestiones morales y la felicidad. Los problemas Éticos se convierten en el eje de la reflexión y las éticas se dividen en:

Los estoicos sostenían que la virtud consistía en actuar siempre de acuerdo con la naturaleza, que, para el caso del ser humano, concebido como ser racional, se identifica con actuar siempre de acuerdo con la razón, evitando en todo momento dejarse llevar por los afectos o pasiones, esto es, todo lo irracional que hay en nosotros, que no puede controlarse y por tanto debe evitarse. Los estoicos consideraban que la virtud, como facultad activa, era el bien supremo. La virtud es muy buena en todos.

Agustín de Hipona
Acepta elementos procedentes del platonismo y del estoicismo. La conquista de la felicidad como el objetivo o fin último de la conducta humana. Este fin será inalcanzable en esta vida, dado el carácter trascendente de la naturaleza humana, dotada de un alma inmortal, por lo que sólo podrá ser alcanzado en la otra vida.
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Para Aristóteles

El criterio de justificación moral de los actos es la felicidad. La sabiduría es la máxima expresión de la felicidad, porque es el ejercicio perfecto de la actividad propia del ser humano: razonar.

El hombre es virtuoso cuando su voluntad ha adquirido el «hábito» de actuar «rectamente», de acuerdo con un «justo término medio» que evite tanto el exceso como el defecto. Prudencia: La virtud requiere de prudencia, sin ésta, la actuación se verá abocada al exceso o al defecto o, lo que es igual, al vicio
Santo Tomás, por su parte, distingue dos clases de virtudes: las morales y las intelectuales. La virtud consiste en un término medio, de conformidad con la razón. Identifica la felicidad con la contemplación hacia Dios, lo que permite la trascendencia del ser humano.
La misma razón permite al hombre elegir la mejor conducta a seguir través de la inteligencia, cuya conducta final sea hacer el bien y cuyo propósito sea evitar el mal.

A continuación va una clasificación contemporánea que nos hace mucho sentido:

Matías Carlos Gutierrez – martes, 6 de septiembre de 2011, 12:17 Con aportes del Dr Fabián Sorrentino.