El propósito de este artículo es hacer una revisión de esta disciplina, aplicada, con fines pedagógicos al campo de la educación.

Para investigar acerca de la disciplina madre te recomendamos leer previamente los siguientes artículos: Ordenando el abordaje de la Conciencia. Diferencias entre la ODC y la Filosofía de la Mente. Fuentes de la ODC. Interdisciplinas que forman parte de nuestra visión. Taxonomía Ontológica de la Conciencia y Más allá de la naturaleza de la conciencia.

Ahora si, manos a la obra: A lo largo de la historia distintos movimientos han interpretado la forma en que los seres humanos somos y aprendemos: conductismo, cognitivismo, constructivismoconectivismo son bien reconocidos. Cada uno de ellos ha planteado un abordaje con sus particularidades, que responde a las circunstancias históricas que atravesábamos.

Hoy, el escenario vuelve a ser diferente y reclama nuevas formas de abordaje cognitivo. Esto No implica, que lo que hay no sirve, sino que de alguna manera necesitamos reordenarlo y reinterpretarlo para responder efectivamente a las nuevas circunstancias y no continuar expandiendo nuestros sesgos cognitivos. Adelantándonos incluso a los escenarios de los próximas décadas, en las que conviviremos con «bots de inteligencia artificial» entre nosotros.

En busca de un punto de partida

Para concebir la «ontología de la conciencia» en el campo de la pedagogía, necesitamos de un punto de partida. Un concepto anacrónico, que nos sirva para la comprensión de esta integración: Ontología + Conciencia. Y en ese tránsito nos encontramos con las Artes Liberales, una cosmovisión que venimos aplicando desde 1995 junto a los distintos colaboradores de SONRIA.

La práctica de las Artes liberales nos ha conectado con múltiples disciplinas tales como la teoría sistémica, el aprendizaje acelerado y las inteligencias múltiples. Al que le fuimos sumado otros movimientos y +400 biografías de personalidades para completar el puzzle. Toda esta tarea continúa en proceso desde hace 28 años.

Esta conexión nos permitió ordenarnos en la creación de un nuevo curriculo, que por primera vez fue presentado en 2012 luego de una aplicación intensiva con un grupo formal de coaches ontológicos certificados. Hoy, luego de una amplia tarea de difusión y puesta en práctica en múltiples instituciones académicas, este «open curriculum» ha cobrado otra relevancia.

¿Y por qué es necesario concebir una nueva corriente?

¿Acaso el constructivismo no puede hacerse cargo de un abordaje integral?

Es evidente que en este mundo líquido y complejo los abordajes pedagógicos anteriores no vienen alcanzando. Al menos en tres de los escenarios que resultan para nuestro equipo de gran interés: La «sociedad de las inteligencias«, el «escenario organizacional» y el ámbito de la espiritualidad.

La acción de Construir (que representa al constructivismo) requiere para su tarea de contar con «los oficios apropiados» de la experiencia para sortear las circunstancias comunes en una construcción. Y por más abierta que sea la arquitectura, las personas educadas bajo este modelo, no parecen estar preparadas para encontrar patrones de algoritmos complejos, aplicables a escenarios desconocidos y futuros, donde lo que prima es un entramado de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, contradicciones y azares propias del mundo fenoménico. Con rasgos de lo enredado, de lo inextricable, del desorden, la ambigüedad, la bruma y la incertidumbre que plantea Edgard Morin.

Un abordaje funcional para este escenario requiere de concebir a un ser humano de 4D o más. Aceptar la ambigüedad de la relación sujeto-objeto; orden-desorden; auto-hetero organización. Reconociendo algunos fenómenos inexplicables como la libertad y la creatividad. Innovando desde la forma en que nos estamos concibiendo como seres humanos, (como base de nuestra identidad privada)… a la influencia del diálogo y las mixturas paradigmáticas, que terminarán conformando nuestra identidad pública. (ampliar imágen)

¿Y cómo definimos la Ontología de la Conciencia?

Comencemos por comprender ambos términos para que luego podamos identificar su alcance.

Cuando hablamos de ontología nos referimos al área de la filosofía que estudia al ser, que se dedica a reflexionar sobre los modos esenciales de existencia de las cosas. La investigación del ser en tanto que es, más allá de cualquier cosa en particular que es o existe.

Hoy, este concepto se vuelve a revalorizar en la Web Semántica y en la IA para asimilar y codificar el conocimiento, definiendo las relaciones existentes entre los conceptos de un dominio determinado, en un área del conocimiento.

Para los coaches la «pregunta Ontológica acerca del Ser» se convierte en el centro de nuestra profesión. Ya le hemos dedicado un artículo a este concepto, por eso los invito ahora a que revisemos juntos el concepto de conciencia y a que nos queremos referir con la conjunción de ambos términos.

Por su parte, el término conciencia deviene del adjetivo conscius, que hace referencia al conocimiento compartido, global y completo de un ser humano, de su existencia y de su pensamiento, de sus actos y de la relación de sus actos con la moral. Construída sobre la raíz de scire (saber), que significa discernir, ser capaz de separar una cosa de otra con el entendimiento. La misma fue utilizada por primera vez por Julio Cesar en el siglo I AC en sus obras: De bello civili y en De bello Gallico para referir a la idea del bien y el mal y de voz de la conciencia, remordimiento.

Históricamente como humanidad nos hemos resistido a concebir la existencia de una conciencia en el ser humano. Hasta los últimos 20 años, cuando disciplinas como la filosofía, la física, las ciencias cognitivas y las asociadas a la biología evolutiva nos fueron dando evidencias constantes de su existencia. Su funcionamiento y la forma en que se generan las experiencias concientes.

Hoy, haciendo alusión a los aportes de (Harris 2019: 7; Michel 2019: 106; Alvarez Munárriz 2019: 1.818; Goff 2019: 9)» sigue siendo vital preguntarnos acerca de ¿Cuál es el estatuto ontológico de la conciencia?, como lo hace Luis Álvarez Munárriz de la Universidad de Murcia en su paper: «El reto de una ontología de la conciencia». Ya que en esta pregunta se condensa uno de los grandes retos que tiene el saber actual: descifrar un misterio que probablemente nos lleve unas cuántas décadas más y que quizá, no tenga fin.

En sonría creemos que nuestra concepción de «ontología de la conciencia» tal como la presentamos en este artículo, está preparada para sustituir lo que Julio Mario Rodríguez Devis cita al referirse a la complejidad «el paradigma de disyunción/reducción/unidimensionalización por otro de distinción/conjunción (que contiene los principios dialógico, translógico y Unitas Multiplex».

La complejidad se opone al conocimiento general, pues éste escamotea las dificultades del conocimiento (resistencia que lo real opone a la idea; esta última es abstracta, pobre y simplificante) y se opone a la teoría unitaria para evitar la división de los saberes y la sobre-simplificación reductora que engancha todo el universo a una sola fórmula mágica» como proponía William Hackins, entre otros.

Abordar el pensamiento complejo no es una tarea alineada con la simplicidad. Sino que busca integrar en si mismo todo lo que pone órden. Distinguiendo, precisando, reconociendo las articulaciones y los lazos entre las distintas disciplinas y los fenómenos que se dan en constante interacción, entre la identidad de lo que somos y el contexto del que nosotros mismos somos co-cocreadores.

Nuestro transito previo a concebir la Ontología de la Conciencia

Este enfoque toma en cuenta nuestro transito previo de 28 años en constante superación que comienza con la filosofía y desemboca en la Ontología de la Conciencia luego de haber atravesado las siguientes disciplinas:

¿Por qué consideramos necesario «tejer» desde múltiples enfoques?

  • Operar en el siglo XXI requiere abarcar la complejidad, en lugar de continuar rechazándola por comodidad.
  • En los últimos 20 años, esta proto-integración de la que estamos hablando viene dando respuestas significativas que nos permiten visualizar algunos escenarios futuros donde necesitamos continuar transformándonos para abordarlo.
  • Entre las disciplinas presentadas en el imágen superior (circular) hay un área clave en común para nosotros: «la construcción de comunidades de aprendizaje». Desde allí opera SONRIA. para manifestar su propósito como organización.
  • Para comprender el sentido profundo de las Ciencias Cognitivas (como las llama Miller), integradas por 6 áreas de conocimiento, de las cuáles 5 están en relación directa con la Ontología de la Conciencia y con la Ontología del Lenguaje planteada por Flores y Echeverría.
  • Reconocer y Validar la creación del conocimiento nos permite abordar desde distintos enfoques a las personas en sus equipos de trabajo. Este es un proceso sencillo de tres pasos: imaginar una nueva transformación que nos potencie a todos, comprometernos con ella y finalmente relacionarnos con lo que necesitamos para llevarla a cabo. El enfoque de la conciencia cláramente nos devuelve el poder de crear en medio de la incertidumbre, más allá de los temores y la angustia que nos generan algunos de estos escenarios.
  • El basamento científico que aportan las ciencias cognitivas amplían el grado de significación y participación de nuestra gestión como facilitadores, coaches y mentores.
  • Finalmente, porque como dijo Joseph Campbell: No creo que las personas esten buscando el significado de la vida tanto como la experiencia de estar vivos.

La denominación «Ontología de la Conciencia» es para advertir que se trata de una nueva escuela. Aunque es posible reconocer una trayectoria de investigaciones previas asociadas al tema y autores trabajando en los últimos 50 años. Es desde mediados de los 90 que este concepto cobra miradas diferenciadoras respecto de los anteriores movimientos culturales y pedagógicos.

En este informe, de la ODC aplicado a la educación, que fue inspirado inicialmente en un estudio de Von Glasersfeld (1996), sintetizamos algunas de las premisas en las que venimos trabajando. Otras como la corriente Dialógica del Aprendizaje nos ha sumado conceptos tales como: diálogo Igualitario, inteligencia cultural, creación de sentido y solidaridad.

Observe y apunte sus propias conclusiones acerca de cómo la educación se fue superando a si misma en cada una de las instancias históricas:

 

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¿Para qué consideramos importante educar hoy?

Para declararnos en libertad y constituirnos en soberanía. Esto requiere de estar operando sobre múltiples niveles simultáneamente, y no solo porque podemos visualizar múltiples realidades simultáneas, sino porque muchos de los escenarios que plantearon anteriores pedagogos para superar, siguen vigentes. Mientras se han sumado nuevos desafíos en este escenario.

Constituirnos en soberanía significa asumir el derecho y el deber de participar activamente en la creación y el cambio de las normas y las instituciones que rigen nuestra convivencia social. Reconociendo y respetando la diversidad, la pluralidad de las identidades y las culturas que conforman el contexto. Constituirnos en soberanía implica un proceso de emancipación colectiva y de construcción de una ciudadanía crítica y responsable*.

Esto requiere de una pedagogía que asuma «la conciencia del papel central de la libertad». No libertad comprendida como algunas de las formas arcaicas del verbo Leibo (verter con líbido) un aditamento o capricho del ego que te lleva a pensar («somos libres y lograr nuestras propias metas nos acerca a la felicidad»), ya que ello reduciría nuestras vidas a cumplir deseos y satisfacer necesidades… Tampoco como expresión de loebesum y/o loebertatem (libertatem) sino como está planteado en el concepto de «leudh o Əleudh» relacionado a la idea de crecer y desarrollarnos sin condicionamientos o exigencias.

Vivir nuestras vidas haciendo lo que queremos y evitando lo que no queremos, es una acto que proviene de una conciencia de necesidad permanente. Necesito, deseo, quiero, aspiro, ansío, anhelo, mi meta individual es… sin necesidad de caer en verbos como: pretendo, adoro, venero, exijo, me empeño, me afano, me inclino, carezco, se me antoja, me falta… ya que evidenciarían una personalidad básica y codiciosa.

Estoy hablando de una libertad que asuma las consecuencias de todos nuestros actos. Una libertad como capacidad humana de actuar por voluntad propia con fluidez y responsabilidad, sin la carga de la opresión y las resistencias. Una libertad basada en la práctica consuetudinaria de valores. Conciente de los principios universales que nos trascienden y educan.Comprendiendo el dignificado de la determinación, singularidad y autoridad. Conquistando el temor, la codicia, la ira y cortando lazos con todas las disfunciones causadas por nuestro ego.

Por su parte, hablar de soberanía requiere enfatizar en la importancia del despertar de nuestra conciencia. Esto implica descubrir y vivir cotidianamente, libres de la crítica del error humano y presentes a los sesgos cognitivos que nos llevan a teñir todo lo que observamos.

Así es como nos conoceremos a nosotros mismos siendo lo que realmente somos. Entendiendo la responsabilidad que implica el sentido de nuestra existencia, el valor de la creación y transformación del mundo.

¿Cual es nuestro desafío en el ámbito académico?

Transformar implica permitir la coexixtencia de múltiples miradas. Apreciativas sobre los compromisos co-creadores y críticas como la rigidez propia que Iván Illich observa en la escuela pública. Plena de burocracia interna, haciendo que todo gire alrededor de su centro e Incluso encubriendo las desigualdades. En esos términos, el sistema escolar está condenado a ejercer funciones “anacrónicas que no se ajustan a la velocidad de los cambios y sólo sirven para dar estabilidad y proteger la estructura de la sociedad que las produjo” como  expresa Gajardo, 1999 en sus primeras dos páginas.

Hoy, el rol de los pedagogos es central. La educación y la pedagogía no pueden estar al servicio de una elite. Requieren instalarse en la formación de todas la persona para transformar de la sociedad. Educando para crear conciencia, a través de todas las dimensiones del ser. Con una visión planetaria de las cosas, libre de la posición de víctimas, los regionalismos y el poder de la manipulación. Entendiendo que presente, pasado y futuro están aquí para ser abordados hoy.

Abordar el futuro requiere de entrenadores y facilitadores prósperos, con una visión global de mundo, un sentir comunitario, conciencia de humanidad en plenitud, discernimiento, y sobre todo con la esperanza de que un nuevo mundo y un futuro inclusivo es posible.

Con una educación capaz de abordar al ser humano a través de un mínimo de 5D que irán en aumento en la medida de que podamos identificarlas.

Recordando que lo importante no es establecer cambios en el comportamiento sino que se produzca la transformación del Núcleo duro del observador. Por eso digo que la innovación es un producto que pende de nuestra capacidad para abordar la transformación desde un “observador activo” capaz de integrar las oportunidades con la preparación.

Múltiples futuros requieren de múltiples metodologías para ser abordados.

En los últimos 30 años encuentro patrones suficientes para concebir una “epistemología de fondo”, e incluso pedagogías en común entre los distintos modelos y metodologías educativas. Enfocados en valorizar la actitud colaborativa, el diálogo y la multidiversidad.

Los modelos más maduros se encuentran abiertos y receptivos a otros enfoques educativos. A partir de una serie de presupuestos teóricos, didácticos y psicológicos para tratar de comprender y asimilar las paradojas que los conforman. Siempre con el fin de ser sustentables a través de la innovación.

La ontología de la conciencia comprende la trascendencia como una cooperencia transversal, que síntetiza la armonía con la que venimos transitando nuestras vidas. Dr. Fabián Sorrentino

Una reflexión del Dr Fabián Sorrentino. Creador del Modelo MƐT® y Fundador de Sonria.University.

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¿Dónde compilamos estos contenidos?

En el nuevo libro: La Conciencia Creativa, un enfoque desde Ontología de la Conciencia, que estará presentándose en breve y servirá de base epistemológica para la creación de nuevos abordajes educativos.

Fuentes:

Etimología del Concepto de Libertad y del concepto Consciencia. en Etimologías de Chile.
González, J. (1988). La Pedagogía de Celestín Freinet: Contexto, Bases, Teorías, Influencia. Madrid. Centro de Investigación y Documentación Educativa.
El Reto de una Ontología de la Conciencia. Munarriz, Luís Alvarez Ver Paper.
Este artículo es parte de la currícula de la Carrera de Coaching & Mentoring y una extensión bibliográfica del Manual del Mentor.